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causa ara san juan

Con el ala dura y sin Larreta ni Vidal, Macri intentó una épica en su presentación ante la Justicia

Mauricio Macri, en medio de un tumulto camino al juzgado federal de Dolores.

Alejandro Marinelli

Dolores —

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Durante la caminata de dos cuadras desde la plaza de Castelli hasta el juzgado federal de Dolores, Mauricio Macri iba con la cabeza levantada, con la sonrisa dibujada, a pesar del calor. Lo rodeaban las cámaras, decenas de seguidores, que le gritaban que se armaría “quilombo” si lo tocaban. Sabía que iba a Dolores, un territorio judicial hostil y lo iba a capitalizar. Después de haber hablado desde arriba de un acoplado para todos los que habían ido a apoyarlo, llegaba a la puerta de la sede judicial. Recibió decenas de abrazos de los que habían esperado largo rato bajo el sol y entró a ver al juez. El macrismo duro estaba en territorio bonaerense para acompañar a su líder pero también para transformar su victimización en épica. Todos los que hablaron lo ubicaron en el lugar del perseguido que se enfrenta a las operaciones para no permitirle el retorno.

Desde temprano habían cruzado la parte de atrás de un camión en la esquina de la Municipalidad. Primero dijeron que cerca de las 11 llegarían micros desde La Plata, que la gente estaba en la autopista llegando en caravana. Hernán Lombardi había llegado el día anterior y se había encontrado con el intendente Camilo Etchevarren. Iría gente de Dolores y, vía telefónica, le confirmaban a Lombardi que desde CABA llegarían “refuerzos”. Apoyados en la repercusión que había tenido en Twitter la convocatoria esperaban un escenario poblado. Macri había arribado una hora antes y también había entrado a la sede del municipio a ver al intendente amigo. Todos estaban reunidos en el primer piso esperando el momento para salir a escena. Pero ya habían pasado las 11.20 y se acercaba la hora de ir al juzgado y decidieron salir. Algunos seguían asegurando que desde La Plata venían en caravana pero el ex presidente no podía seguir esperando.

Rodeado de su grupo más cercano, Macri se subió al escenario improvisado. Primero habló el intendente, que le dio la bienvenida. Estaban Patricia Bullrich, Waldo Wolff, Federico Pinedo, Néstor Grindetti, Cristian Ritondo, Alfredo De Angeli, Pablo Avelluto, Luis Naidenoff y su secretario Darío Nieto, entre las caras más conocidas. “Buenos días, estos son momentos en los que cuesta mucho poner en palabras los que uno siente. Pero quiero agradecerles a los que hicieron cientos de kilómetros para venir a acompañarme. Hay mucha gente en la ruta porque había más controles policiales que los frecuentes. Esas maldades…”, arrancó Macri cuando le cedieron el micrófono. Le agradeció a Bullrich por “estar siempre” y dijo que el 7 de diciembre de 2019 se comprometió “a defender el futuro de nuestros hijos y eso estoy haciendo”.

“Más macrista que Macri”

Abajo las algo más de 1.000 personas que se habían reunido no paraban de aplaudir. Lo interrumpían con un hit que decía que “hay gato para rato”. “A mí nadie me paga por venir. Arreglé en mi trabajo para venir. A mí no me interesaba la política hasta que Macri fue presidente y me convenció con sus valores. Yo lo escucho y me hace llorar. Es muy injusto todo esto que le está pasando, que quieran meterlo preso”, dice Mónica de 66 años, según explica muy conocida en la comunidad de los tuiteros M bajo el seudónimo de “Más macrista que Macri”. Ella lleva un cartel con la cara del egresado de cardenal Newman y un barbijo negro que dice: “Qué gobierno de mierda”. A lado suyo, Miguel, con un cartel que decía que venía de Palomar, se quejaba porque “el único que vino de los que ayer se sacó la foto de apoyo fue el primo”, en referencia a las ausencias de Diego Santilli, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Graciela Ocaña, quienes se juntaron el miércoles con el ex presidente.

Arriba del escenario, Macri continuaba su discurso: “Estamos acá porque siempre hemos dado la cara. Estamos tranquilos. Si ellos creen que por estos dos años de agresiones cambiaremos nuestros valores están muy equivocados. No les tenemos miedo, estamos dispuestos a luchar por nuestro futuro y el de nuestros hijos”, terminó de decir en medio del delirio de “Las gorilas”, un grupo de diez mujeres llegadas desde CABA que estaban en la primera línea, con megáfonos y parlantes portátiles.       

Con ese baño de afectos emprendió la ruta hacia el encuentro con el juez Martín Bava. No sobraba multitud pero en los planos cerrados de la tele no se notaba.

Durante la espera en la puerta del juzgado, Ariel Viano no paró un segundo de darle al bombo. Empapado y sin preferir la sombra, marcaba los ritmos y los ánimos. Cuando el silencio se extendía comenzaba de nuevo a golpear el parche junto a Oscar, un amigo que ya pasó los cincuenta y que llevaba una camiseta con una leyenda sin eufemismos: “Menos mal que existe la grieta porque sino parecería que somos todos como estos hijos de puta”. Los dos llegaron de Esteban Echeverría a “bancar a Mauricio en las malas”.  “No podemos permitir que se lo acuse en un causa sin pruebas. Ellos hablan de lawfare, más lawfare que esto no hay”.

El ex secretario de Medios, Hernán Lombardi, no paraba de sacarse fotos con todos los que se lo pedían. Su camisa rosa claro estaba completamente mojada y no salía del sol. Había hablado por el micrófono desde el improvisado escenario, había estado arengando desde los balcones desde la Municipalidad y, con ese exceso de histrionismo que se le conoció durante la campaña del “Sí se puede”, seguía alentando a la tropa propia.

Desde adentro del juzgado avisaron que Macri estaba por salir, “Las gorilas” pasaron de insultar a Cristina y pasarse un muñequito inflable con la caricatura de la vicepresidenta con un traje a rayas a pedir silencio. De repente se escuchó el himno. Las mujeres, a esa altura con pocos filtros a mano, les gritaban a los policías que seguían charlando. “Firmes, oficiales, firmes, que sale el presidente y se escucha el himno”. Los uniformados las miraron de reojo y siguieron con la charla. El himno terminó y unos segundos después se abrieron las puertas y salió Macri. Cambió un par de palabras con Bullrich, lo apretujó un scrum compuesto por el mendocino Omar de Marchi, el intendente de Pinamar Martín Yeza, Fernando Iglesias, el secretario Nieto y De Angeli y algunos dirigentes de Provincia. Le fueron sacando afectos de encima y le allanaron el camino hasta el Toyota Sw4 negro que lo había traído. Le abrieron la puerta y parecía que se iba a ir sin saludar pero pisó en la puerta y se asomó por encima del techo para agitar las manos. Fueron solo un par de segundos y se subió al auto. Cuando salió del cordón policial, lo corrieron media cuadra y el chofer finalmente aceleró rumbo a Buenos Aires.

AM

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