Alberto Fernández y la hipótesis de un “renunciamiento” en favor de Massa para el 2023
Alberto Fernández empezó a deslizar, de a poco, la hipótesis de un renunciamiento. Lo dicen a su lado, en Casa Rosada, por ahora como planteo de que no es el momento para que ni el Presidente ni ningún otro dirigente del oficialismo ponga, como prioridad o precondición, ser candidato cuando el clima económico y político proyecta una nube negra de adversidad para el Frente de Todos (FdT) en el 2023.
Con un clima de hostilidad que parece clausurar cualquier escenario de diálogo o acuerdo en la cima del Gobierno, en el entorno de Fernández apareció una variable que propone que el Presidente haga un renunciamiento a competir el año próximo por un segundo mandato pero, en el mismo movimiento, exprese que lo hace para facilitar un candidato de “la unidad” que, según completa el relato albertista, debería ser Sergio Massa.
Este miércoles, en una entrevista con El Destape, Fernández admitió que analiza la posibilidad de correrse de la carrera electoral si, de ese modo, facilita un acuerdo y allana la victoria del peronismo el año próximo. Pero no lo hizo por motus propio: fue una respuesta ante una alternativa que le planteó el periodista Roberto Navarro. Quizá no podía decir otra cosa.
Pero la concesión de bajarse en beneficio de un acuerdo está en la baraja del albertismo. En este tiempo de desorden general, hay un funcionario que reporta al Presidente, que se mueve cerca muy cerca de Massa: se trata del vicejefe de Gabinete Juan Manuel Olmos, que es invocado en algún sector camporista como el albertista de mejor relación con La Cámpora.
El “renunciamiento” de Alberto a favor de Massa ofrece peculiaridades varias. La más notable, aunque pueda resultar obvia, es que no contemple salir de la carrera para dejarle ese lugar a Cristina. Puede decir, como dicen en Rosada, que la vice ya decidió antes, en 2019, no ser candidata y no da, ahora, señales. O, más específicamente, que la decisión de competir o no por un tercer mandato no depende de lo que diga o deje de decir el Presidente.
Sucesores
A su vez, en esa construcción, Fernández se otorga el beneficio de bendecir a un sucesor que, para completar una coreografía curiosa, no se presenta hoy con intenciones de ser sucesor. Es decir: Massa sugiere, mientras a su lado lo sostienen, que no tienen en agenda competir por la presidencia en el 2023. El dato adicional es que no hay encuesta que, hoy por hoy, muestre competitivo a Fernández, aunque es cierto que ninguno de los referentes con más rotación del FdT tienen números tentadores.
La gambeta de Massa luce estratégica porque, a priori, expresa algo obvio: las expectativas por ser candidato a presidente van atadas a una perspectiva de victoria, algo que hoy por hoy no aparece casi en ningún manual futurista del FdT. Eso explica la orfandad de candidatos que presenta el peronismo. El más osado, en ese desierto de aspirantes, es Juan Manzur, el jefe de Gabinete, que será candidato a vicegobernador en Tucumán, y espera salir bien parado de esa votación, que es el 14 de mayo, para entrar en la ruleta de las candidaturas o fórmulas nacionales. Otros nombres en circulación son los de Eduardo “Wado” De Pedro -quien de todos modos hoy matizó esa posibilidad- y de Daniel Scioli.
A la incierta performance electoral se le suma otro componente: sin diálogo en la cima, con conductas espasmódicas y un nivel de hostilidad creciente, el FdT no sólo no es un vehículo seductor para un candidato sino que no tiene, ni siquiera, una hoja de ruta hacia donde ir. El Gobierno carece, en el mejor de los casos, de una estrategia común entre todos sus integrantes. No hay plan de acción ni plan de contingencia ante lo cual cualquier acción política naufraga.
Máximo Kirchner, que atribuyó a esa falta de estrategia la presunción de que su madre no será candidata en 2023 -aunque otros sectores de La Cámpora sostienen que debe ser “si o si”- puso el foco en el debate sobre las PASO como indicio de que no hay norte en el FdT. No hay, tampoco, mesa política ni, como se contó mucho, diálogo entre los distintos dirigentes para definir una hoja de ruta.
El diputado volvió a decir que no ve margen para eliminar las primarias, algo en lo que el miércoles coincidió Alberto Fernández, pero sin embargo este miércoles un grupo de diputados, de Misiones y Río Negro, presentaron el proyecto para eliminar las PASO. Hay una explicación puntual: Massa, que estaba enfocado en la aprobación del presupuesto, les pidió que no impulsen el proyecto para no complicar la negociación sobre el presupuesto.
Regreso a octubre
Dicho y hecho: ese proyecto se aprobó en la madrugada y menos de 10 horas después apareció el proyecto -que ya había sido anunciado- para eliminar las PASO. Detrás de esa iniciativa están dos provincias aliadas parciales del FdT pero, además, aparece los gobernadores del Norte Grande que son los principales promotores de eliminar las primarias. La aparición del proyecto de los diputados de Rio Negro y Misiones anima la tesis de que Massa valida una iniciativa que, por el otro lado, no tiene el OK de Fernández ni, según desliza su hijo, la vice.
Ronda, como ya contó elDiarioAR, la propuesta de mantener las primarias pero sacarle la obligatoriedad, tanto de que la tengan que hacer los partidos -aunque tengan lista única- como de la concurrencia a votar. Fue una idea que le llevaron al ministerio del Interior y que, hasta acá, aparece en el cajón de arena. Esa reforma implicaría mantener la instancia de resolución de candidaturas pero con menos intensidad. En la práctica, se sintetiza en una sigla: en vez de PASO, se llamarían PAS: Primarias Abiertas y Simultáneas.
Por lo pronto, en el bloque de Diputados del FdT, no está en agenda ese tema y no aparece, por tanto, el escenario de iniciar el debate. Si, en cambio, empezó a circular la propuesta de acortar el calendario electoral para que no haya tanta distancia entre la PASO y el recambio de funcionarios. Es, casi, un deja vu del 2021 cuando los gobernadores propusieron eliminar las PASO y en DIputados, sectores K, se opusieron. Finalmente, Eduardo “Wado” De Pedro acordó con la oposición postergar la fecha un mes. En aquel caso, el argumento fue la pandemia, ahora es el “limbo” político que queda entre las primarias y el inicio del nuevo mandato si, sobre todo, hay cambio de partido de gobierno. Está el antecedente de lo que ocurrió en el 2019, cuando fue tan contundente la derrota de Macri en las PASO, que ese mismo día quedó claro que estaba fuera del gobierno. Ese vacío es un fantasma que obsesiona a los que están y a los que pueden venir.
EN 2021, se redujeron los plazos entre las distintas instancias y se pudo hacer. En vez del segundo domingo de agosto, fue el segundo domingo de septiembre, y la general se pasó de octubre a noviembre. Se acortaron los plazos intermedios, algunos esenciales como el recuento, pero en el trámite no hubo inconvenientes.
Si se repite el modelo para demorar la elección, debería reducirse la distancia entre la general y un eventual balotage que según la norma convencional es de un mes pero una postergación de las PASO similar a la del 2021, la segunda vuelta debería hacerse 15 días -a lo sumo 20- después de la general , es decir entre 2 y 3 semanas antes de asumir el nuevo presidente. Con una reforma del calendario que replique el modelo del 2021, las PASO serían el 10 de septiembre, la general el 15 de noviembre y el balotage el 26 de noviembre o el 3 de diciembre, una semana antes del recambio. Es decir: tres elecciones en 75 días.
PI /MG
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