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DURANTE 2011

Pagaban por roast beef, pero los cadetes comían espinazo: corrupción en la compra de alimentos de la Armada

Personal de la Escuela Naval Militar, en una imagen oficial de archivo

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Unos 80 audios revelados en parte esta semana dejaron expuesto un circuito de corrupción en la Armada que tuvo lugar al menos durante el primer trimestre de 2011. Los fiscales Diego Luciani y José Ipohorski Lenkiewicz presentaron las pruebas, que nunca habían sido analizadas, durante su alegato en un juicio oral y público contra dos capitanes de Corbeta, en el que describieron un explícito circuito de corrupción en la compra de alimentos para la Escuela Naval Militar.

Los acusados son los militares Ceferino Luis Rivero y Guillermo Ariel Ferner, quienes presenciaron el alegato de los fiscales conectados de manera virtual y vistiendo sus uniformes militares. Están imputados como coautores del delito de administración infiel en perjuicio de la administración pública calculado en más de $13.000.000.

Uno de los acusados admite en los audios que “recaudaba para la corona” y proponía ser parte del negocio a su interlocutor. “No entendemos por qué (esta investigación) no avanzó sobre mandos mayores”, dijo el fiscal Luciani al comienzo de la audiencia ante el Tribunal Oral Federal número 2, con sede en Comodoro Py 2002 e integrado por los jueces Néstor Costabel, Jorge Gorini y Rodrigo Giménez Uriburu. Los fiscales solicitaron al tribunal que ordene la investigación de otros involucrados nombrados, entre ellos los proveedores y otros jefes de la fuerza armada, además de otros hechos descriptos en los audios.

Los audios describen cómo los militares habían realizado un acuerdo con los proveedores de alimentos para los cadetes de la escuela que implicaba que los privados sólo entregaban entre el 20% y 25% de la comida contratada o incluso menos. El 75% o 80% de los alimentos restantes volvían a manos de los proveedores y el dinero, de los militares. Les daban espinazo a los cadetes pero ingresaban al sistema que habían comprado roast beef, literal. “Se simulaban ingresos con remitos falsos”, explicó Luciani, quien pidió tres años y seis meses de cárcel para los acusados.

Hablan de “peajes”, “protección”, “evitar salir en los diarios”, “aparecer en una zanja”, “negocios” y apuntan hacia arriba, aunque la causa nunca avanzó más allá. “Hay que participar a todo el mundo” y “no hay que ser demasiado ambicioso en los negocios” porque “no hay una fortuna para repartir”, dice uno de los capitanes involucrados. Los fiscales de juicio solicitaron este viernes al Tribunal Oral Federal número 2 que se investigue a todos los responsables en la cadena de mando. En los audios también hablan de otros negocios en otras áreas de la Armada de entonces en los que habrían recaudado el equivalente a un millón de dólares.

“Si el jefe se va al tacho, no se va solo. Si yo me voy al tacho, no me voy solo”, se escucha al capitán Rivero en uno de los audios.

Los audios habían sido aportados por un oficial de la Armada que grabó las conversaciones con los involucrados y las presentó ante la Justicia. Sin embargo, Luciani detalló que nunca habían sido analizados en la instrucción de la causa, entonces a cargo del fiscal Patricio Evers y fueron desestimados por la propia Armada. 

La causa se inició el 29 marzo de 2011 por una denuncia del capitán de navío y director de la Escuela Naval Militar, Juan José Iglesias, ante una serie de irregularidades en el suministro de alimentos para la institución.

En la denuncia, “Iglesias señaló la existencia de remitos de recepción de mercaderías -emitidos por Ferner y suscriptos por Rivero-, correspondientes a los meses de febrero y marzo de 2011, de los que surgía que se habían recibido grandes cantidades de alimentos que excedían la cantidad de consumos habituales, y cuyo ingreso y almacenamiento en la institución no pudo verificarse”, informó la fiscalía.

Rivero era entonces responsable de la División Servicios y Pañoles de la Escuela Naval Militar, un lugar descripto en los audios por el capitán Rivero como “un lugar donde podemos hacer unos pesitos”. Ferner oficiaba como jefe de la División Sistema de Aprovisionamiento Único (S.A.U.).

Rivero también sostiene en uno de los audios que si él cae, se “lleva puesto al jefe de Departamento. El jefe de Departamento se lleva puesto al director y algún lado se corta la cadena”. “Yo pago por estar acá”, afirmó Rivero en un audio.

El acusado aseguró en un audio que si las ganancias espurias no se repartían: “Me ponen un voleo en el orto”. “Cuando me lleven puesto a mí, yo lamentablemente me llevó puesto a la DIAB -por la Dirección de Abastecimiento Naval- y alguno termina en una zanja”, dijo el capitán de Corbeta después de pedir “protección” al suboficial que lo estaba grabando en secreto y que cumplía parte de las tareas en la recepción de los alimentos. El suboficial denunció la amenazas pero éstas fueron desestimadas por la Armada y la Justicia de instrucción, sostuvo Luciani.

La DIAB tenía a su cargo la confección del menú para toda la Armada y elaboraba los pedidos de víveres para que se labraran los pliegos para las licitaciones, sostuvo la fiscalía ante el tribunal. Luego, la División S.A.U. podía recibir la mercadería en los depósitos de la Armada o directamente en los destinos asignados.

ED/JJD

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