La escena que terminó de sellar el recambio en la cúpula de la inteligencia argentina ocurrió este martes en la Casa Rosada. Cristian Auguadra, hasta ahora titular de la División de Asuntos Internos (DAI) de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), cruzó el Patio de las Palmeras algo perdido, sin lograr encontrar la salida, tras haber pasado por las oficinas del primer piso. Fue en ese sector donde, minutos antes, en el despacho de Karina Milei, se había terminado de definir su ascenso como nuevo Señor 5, en reemplazo de Sergio Neiffert.
La secuencia coronó un proceso que elDiarioAR había adelantado hace dos semanas, cuando reveló que en el mundo de los espías ya se hablaba de plazos concretos para la caída del funcionario. “Para los primeros días de diciembre”, advirtió entonces un agente con acceso a la cúpula del organismo. La decisión fue comunicada anoche por la Vocería Presidencial.
Auguadra, de 55 años, contador público y oriundo de Morón, llega al quinto piso de 25 de Mayo 11 tras una trayectoria marcada por la discreción y sin antecedentes en el área. Su única exposición pública previa se remonta a 2005, cuando el entonces jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, derogó el decreto que lo nombraba como director del Banco Ciudad, en medio de una puja política histórica por el control del organismo y tras un fallido intento del macrismo por impulsar a otro candidato. Desde entonces, su carrera transcurrió lejos del radar mediático.
En Asuntos Internos, Auguadra manejó los sumarios más delicados del organismo, incluidos expedientes que alcanzaron tanto al ala administrativa como a sectores operativos. Su nombre ganó peso en los últimos meses no solo por su conocimiento microscópico de la estructura, sino también por un dato que este medio reveló el domingo pasado: las sospechas, arraigadas en distintos estamentos del sistema, de que mantiene vínculos fluidos con el juez federal de Morón, Jorge Rodríguez, una figura con fuerte gravitación en el conurbano judicial y cuyo nombre llegó incluso a mencionarse hace un año para ocupar el mismo puesto que el hoy flamante jefe de la SIDE. Ese posible lazo, nunca confirmado pero muy comentado en el circuito, se convierte en un punto de atención inevitable al momento de su ascenso.
Aún así, la lectura política dominante en Balcarce 50 es otra: Auguadra no sería ajeno al universo de Santiago Caputo. En la central es visto como un cuadro técnico que nunca convalidó el acercamiento de Neiffert a la órbita de Karina Milei y cuya promoción recompone el equilibrio de poder para el asesor presidencial. Su llegada se inscribe en una doble señal: preservar el control estratégico del Salón Martín Fierro sobre la inteligencia y cerrar una etapa de conducción fracturada.
El dato encaja con el clima del día: Agustín Romo, otro hombre cercano a Caputo, logró retener la jefatura del bloque libertario en la Legislatura bonaerense, a pesar de los intentos del karinismo por desplazarlo. Dos movimientos simultáneos que, puertas adentro del Gobierno, se leen como la recuperación de posiciones clave para el asesor que maneja la arquitectura política del mileísmo.
La caída de Neiffert
La salida de Sergio Neiffert se precipitó en un clima de aislamiento creciente. En las últimas semanas, el exjefe de la SIDE intentó buscar respaldo político en la secretaria general Karina Milei, un giro defensivo que fue leído en el organismo como admisión de debilidad: la constatación de que su relación con el entorno de Santiago Caputo estaba rota y que su margen de maniobra se estrechaba día tras día.
La señal más contundente llegó con la primicia publicada por elDiarioAR: la irrupción nocturna del subsecretario administrativo José Francisco Lago Rodríguez, cruda y fuera de protocolo, en el domicilio de Neiffert con la intención de forzar su renuncia en nombre del asesor presidencial. Lo que permanece en terreno de versiones —y que agita al mundo de los espías— es si Auguadra también fue visto esa noche, cuando aún dirigía Asuntos Internos. Su eventual presencia alimentó la percepción de que el reemplazo se estaba negociando mientras Neiffert seguía ocupando formalmente el cargo y que sectores clave de la SIDE ya operaban bajo otra conducción.
Pero la embestida final tuvo otro detonante claro: el viaje en primera clase a Azerbaiyán protagonizado por el propio Lago Rodríguez y Alejandro Colombo, el titular del Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), que terminó con ambos en el Gran Premio de Bakú de la Fórmula 1. Un episodio que expuso el desorden interno del organismo, además de poner a prueba la capacidad de conducción de Neiffert y dejar al descubierto la autonomía creciente de Lago Rodríguez, un joven abogado que en tiempo récord pasó de cuadro técnico a actor con poder propio dentro del área operativa.
El desplazamiento derivó en un sumario administrativo que, en vez de ordenar, terminó de desnudar la fractura interna. La pregunta no era qué había pasado en Azerbaiyán, sino cómo había podido pasar sin el aval directo del titular de la SIDE. Para cuando la investigación se abrió, la autoridad política de Neiffert estaba ya erosionada. La jefatura del técnico mecánico, amigo de la vida de Claudio Caputo —padre fallecido del asesor presidencial—, quedó políticamente desahuciada, incluso mientras él continuaba en su despacho. La interna se reconfiguró sin él y el desenlace pasó a ser solo una cuestión de calendario.
PL