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Opinión Panorama político

Cristina escribe para que se olviden de ella

Panorama político

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Sentados a la mesa estaban antiguos socios del clan Macri como el Grupo Abertis, bancos de capitales españoles que siempre ganan como el BBVA o el Santander, el gigante Telefónica, la multinacional Indra -que recuperó este año la licitación del escrutinio provisorio- la cadena de supermercados Día y otras empresas ibéricas como Codere, Dycasa, Naturgy o Prosegur que se reúnen en la Cámara Española de Comercio de la República Argentina (CECRA). Representantes de la vieja madre patria, fueron sus directivos los que tuvieron el que para algunos fue el dato más importante de la semana.

En el Salón Versailles del Alvear Palace Hotel, el encargado de dar la noticia fue Eduardo De Pedro en un almuerzo que se extendió durante dos horas y media. Mientras la guillotina de los vencimientos de deuda apunta a diciembre (U$S 1900 millones) y marzo (U$S 4000 millones), el ministro del Interior dijo que todo el gobierno tiene “la misma postura” en cuanto “a honrar los compromisos” que Mauricio Macri asumió con el Fondo Monetario Internacional. Lo que no se sabe es cómo: en qué plazos y a cambio de qué logrará el peronismo postergar los pagos de una deuda descomunal. La información fue difundida a través de un cable de la agencia Télam y fue tomada por parte del Círculo Rojo como una señal favorable en medio del largo silencio que Cristina Fernández de Kirchner decidió romper ayer a su manera. 

La preocupación por la economía argentina, la deuda que dejó Macri como herencia y las diferencias en el Frente de Todos sobrevolaron el salón mientras los comensales disfrutaban la entrada de salmón ahumado y comían como plato principal lomo con verduras hervidas. Según el grupo de las 16 empresas líderes de España que tienen negocios en Argentina, De Pedro planteó que no hay fisuras sobre la necesidad de cerrar un acuerdo y se mostró confiado en la posibilidad de lograr un consenso con la oposición en el Congreso. El respaldo de Juntos forma parte del pliego de condiciones que ponen los soldados de Washington. Pero como Cristina y Sergio Massa, De Pedro está convencido de que el bloque antikirchnerista terminará aprobando un entendimiento porque a nadie le conviene hacer otra cosa. 

Lanzados antes de tiempo a la batalla interna hacia las presidenciales, los dirigentes de la alianza PRO-UCR-CC se muestran distantes del gobierno. Piensan que el Frente de Todos está terminado como experimento político y creen que serán ellos los más beneficiados en dos años si el oficialismo inicia ahora el sendero del ajuste que reclama el Fondo. 

El jueves, en otro piso del hotel Alvear, dos de los defensores de las relaciones intensas con Estados Unidos, Juan Manzur y Gustavo Beliz, buscaban convencer a los pesados del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP) con un discurso similar al que De Pedro ensayó ante los españoles. Un eslogan casi calcado transmite Alberto Fernández en privado -en línea con el mensaje grabado que dio a conocer el día de las elecciones- y la misma certeza intenta transmitir Massa ante sus visitantes en el Congreso. Montado sobre el silencio de la vicepresidenta, el gobierno ensayó en los últimos días la unificación del mensaje ante los círculos empresarios. Lo que todos dicen, que ella está de acuerdo, puede ser tanto avalado como desmentido por la carta que difundió el sábado CFK.

En su nuevo comunicado, Cristina se corrió del centro, llamó a la gran oposición a hacerse cargo del endeudamiento récord que contrajo y dijo que la ley 27.612 obliga a los legisladores -que tienen pasajes gratis y cobran viáticos en dólares- a aprobar o rechazar el acuerdo con el Fondo. Además, aludió al Presidente con un juego de pinzas: recordó que es él el que tiene la lapicera -“que a nadie lo engañen”, pero también rescató su mensaje del 9 de Julio pasado, cuando Alberto se infló el pecho de patria y dijo que su modelo eran San Martín, Güemes y Belgrano. Lo que se decida, bueno o malo, sugiere la vicepresidenta, no podrá endosarsele a ella. Será, en todo caso, una responsabilidad de toda la clase política.

La voluntad de acercamiento con el Fondo que exhibe la cúpula del gobierno y la de pago, que la propia Cristina reiteró por escrito, choca con los burócratas de Washington que reclaman una reducción del déficit fiscal más pronunciada en un país que tiene bajo la línea de pobreza a casi 19 millones de personas y viene de años de descargar sobre los más vulnerables la mayor cuota de sacrificio. Los que se endurecieron son ellos. Vía Webex -Georgieva desconfía de  Zoom, la plataforma creada por el magnate chino Eric Yuan-, lo que se discute por estos días y se tarda en consensuar es la velocidad de un ajuste que, según coinciden las partes, es inevitable.  

El jueves, un rato después de los encuentros de los funcionarios de los Fernández con el sector empresario, el gobierno tomó una medida que fue leída como un nuevo gesto al Fondo: la decisión de Miguel Pesce de poner fin a los viajes al exterior en cuotas con tarjeta de crédito con el objetivo de restringir un poco más la oferta de divisas y darle prioridad a los pagos de importaciones y los vencimientos de deuda con el gran acreedor privilegiado de la Argentina. Según los datos del Banco Central, la demanda de dólares por “viajes y pasajes y otros con tarjeta” fue de 265 millones de dólares en octubre y de 1.748 millones en los primeros diez meses del año. 

Tomada en la antesala del Black Friday que esperaban las agencias de viaje y las empresas de turismo generó una eclosión que impactó en varios campos a la vez, incluso entre parte de los votantes del Frente de Todos. De repente, una parte del electorado que todavía acompaña al peronismo advirtió que la debilidad de un gobierno que no logra reducir la brecha cambiaria y debe bastante más de lo que tiene disponible en reservas (brutas) puede impactar en sus aspiraciones de consumo. Un nuevo indicio de que a la clase media -en especial la oficialista- le cuesta despertar y solo lo hace a los golpes. Sin embargo, en el gobierno lo saben: cuando los sectores medios reaccionan tienen una capacidad de influir en la agenda mucho mayor que las franjas más vulnerables de la población, por lejos las más perjudicadas por la inflación y el derrumbe de los ingresos, que lleva 6 años. 

La mejor defensa de las nuevas restricciones la hizo Carlos Maslatón, el influencer liberal. Por lo menos, eso pensaron los funcionarios que responden a la vicepresidenta y el viernes se dedicaron a viralizar el tuit del influencer que asesora a Javier Milei: “No es función del BCRA ni del estado darte cuotas de USD baratos para que vos viajes. Eso lo tenés que ir a buscar vos al sector privado y al precio de mercado, no al precio subsidiado por los pobres de la Argentina. Viajá en cuotas a tu propia cuenta y riesgo financiero”, escribió Maslatón.

El problema es estructural y tiene por lo menos 10 años. De acuerdo a datos de la consultora Analytica que dirige el economista Ricardo Delgado, entre 2011 y 2021 la cuenta turismo fue deficitaria para la Argentina en nada menos que 49.426 millones de dólares. En ese lapso, los turistas que vinieron al país dejaron un saldo favorable de U$S 17.867 millones y lo que se perdió por los argentinos que viajaron al exterior fue U$S 67.293 millones. No todos los años fueron iguales: 2013 (-8215 millones), 2015 (-8180 millones), 2016 (-8237 millones), 2017 (-10577 millones) y 2018 (-8432 millones) contrastan fuerte con 2020 (-2129 millones). La pandemia impidió los viajes y trajo un beneficio excepcional que parece haber quedado atrás. Así y todo, al gobierno del Frente de Todos los dólares no le alcanzaron para acumular reservas.

Mientras pasan los días y el acuerdo con el Fondo se demora, un grupo de intendentes bonaerenses -también el gobernador Axel Kicillof- sigue festejando que salvó la ropa pero la inestabilidad crece y un mundo de especulaciones se arma en torno a la disposición de CFK para avalar un acuerdo que contemple el ajuste en un contexto de crisis. Al margen de las turbulencias globales que también existen, el derrumbe de las acciones argentinas y el aumento del riesgo país en los últimos días sugiere que los agitadores del mercado no creen en el apoyo de la vicepresidenta. 

Cristina viene de festejar en silencio fallos como el del viernes pasado en la causa Hotesur, una muestra más de la dependencia de Comodoro Py con todos los gobiernos. La vice le cede la iniciativa al Presidente y se cuida por ahora de no escribir cartas contra el acuerdo. Que tampoco firme un documento de apoyo explícito a cualquier decisión no niega que hasta ahora ella también vino retrocediendo en sus pretensiones a fuerza de traspiés. De la quita para la deuda con el Fondo que reclamó en Cuba en febrero de 2020 no se volvió a hablar y los Derechos Especiales de Giro que los senadores de su bloque le exigían a Martín Guzmán usar para mejorar la situación de los sectores de menores recursos se están destinando a pagarle al FMI, tal como la propia Cristina anunció la noche del acto por el cierre de listas en Escobar. La querella criminal que anunció el Presidente en la Asamblea Legislativa hoy parece un chiste de mal gusto y el pago a 20 años que pretendía el cristinismo tendrá que esperar sin fecha.

Parado en las antípodas del pensamiento de Nicolás Dujovne y encargado de pagar la deuda que contrajo, Guzmán coincide en algo con su antecesor: piensa que, cuando Macri y el ex columnista de Odisea sellaron la hipoteca con el Fondo, se quedaron con un activo que ahora les permite condicionar al gobierno. Si el acuerdo finalmente llega, el organismo de crédito tendrá una presencia mucho más activa en la vida cotidiana de la Argentina.

La misión que se anuncia para los próximos días se reeditará cada tres meses y ese desembarco permanente se convertirá en palabra autorizada que objetará o avalará el rumbo del gobierno. Si hace casi dos décadas, después del estallido de la Convertibilidad, el indio Anoop Singh se hizo famoso como interlocutor de la administración Duhalde, en poco tiempo alguien ocupará su lugar. Guste o no, el Fondo será uno de los grandes protagonistas de la discusión política doméstica en los próximos 10 años y presionará por todos los medios para que los gobiernos paguen la deuda de Macri y Dujovne. No habrá magia.

Lo primero que pedirá el organismo es ejecutar un hachazo en el déficit y serán los funcionarios de turno los que deban evaluar dónde hacer cirugía mayor. Objetado por La Cámpora en el arranque del año, el aumento de tarifas para reducir los subsidios es otra vez una de las prioridades. Licuados por la inflación los ingresos de los jubilados y los empleados estatales, la obra pública que hoy motoriza la recuperación está en la mira de los enviados de Georgieva. El mismísimo Dujovne aumentó las retenciones obligado por Christine Lagarde, lo que activó en el agronegocio el rencor por su foja de servicio en el sector financiero. Sin embargo, Matías Kulfas acaba de desautorizar a Roberto Feletti por sugerir un camino similar bajo el peronismo.

Lo segundo que está en el vademécum del Fondo es la devaluación como forma de aumentar las divisas de un país que tiene que pagar. Guzmán insiste en que no habrá un salto brusco en el dólar oficial pero Washington obligó a aplicar esa receta en todos los países que cerraron acuerdos con el FMI en los últimos años, entre ellos Pakistán, Egipto y Angola. Los que conocen la saga remarcan que a Grecia no se lo demandó porque estaba dentro del Euro y a Ecuador porque tiene la economía dolarizada. Aunque Argentina pretende ser una excepción, algo es seguro: se acabó el tiempo del atraso cambiario y es insostenible que, como sucedió este año, el dólar oficial aumente un 20 % cuando la inflación toca el 50% interanual. El gobierno buscará que el dólar acompañe la suba de los precios, pero los vengadores del mercado presionarán para recuperar al menos el 30% que la divisa perdió este año.

DG

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