Marina Larrondo: “Los jóvenes tienen una fascinación total con Milei: no le ven fisuras”
Marina Larrondo es investigadora adjunta del CONICET en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES), es socióloga, doctora en Ciencias Sociales, magíster en Educación y docente de la Universidad de Buenos Aires. Asegura que nunca se encontró con un fenómeno como el actual: un deslumbramiento total de los jóvenes con el presidente libertario. Un vínculo que, asegura, viene gestándose desde hace mucho a través de YouTube y los influencers.
—Trabajás hace tiempo con jóvenes en el conurbano, jóvenes estudiantes secundarios, en general, que tienen su primer vínculo con la política a esa edad. Lo primero que te pregunto, más allá de la pertenencia partidaria de esos pibes, de esos estudiantes secundarios, ¿hay algo que distingue a las nuevas generaciones que se incorporan a la política? Más allá, digo, de la inclinación partidaria, ideológica. ¿Hay algo que los que los nuclea?
—Mucho de los vínculos con lo partidario, con las identidades partidarias, tiene algunas cosas muy fuertes de cultura juvenil, de los consumos culturales, al punto de que a veces es muy difícil distinguirlos. Y eso es algo que sí, es una percepción mía, que es de estas nuevas generaciones, que se vinculan con lo político partidario muy pegadito a estos consumos culturales. Siempre hay afinidades electivas, entre los consumos culturales de los jóvenes y con aquello que se identifican partidariamente. Después hay colegas -yo no lo vi particularmente- como Pedro Núñez que están más mirando la escuela en sí y que notan algunos cuestionamientos hacia el formato centro de estudiantes. Yo también lo he visto en otros momentos. No sé si es una marca de épocas, pero aparece bastante (...).
Una parte de mi formación es en educación y mi trabajo tiene como dos componentes: uno, el de un movimiento político social, pero también es un fenómeno escolar. Y como fenómeno escolar, vos lo que tenés que mirar son ciertas categorías que son pedagógicas, que eso es lo que distingue a un centro de estudiantes secundario del universitario. Hay cosas que que son obvias, que para que un centro de estudiantes funcione, tenés que tener adultos que acompañen o que enseñen, sean los que están afuera, que pasan la posta o gente de los partidos que les enseñe. Y de hace unos 20, 15 años hasta acá hay muchas políticas que enseñan a los jóvenes a participar, políticas educativas me refiero, que se traducen en programas que se traducen en los inspectores, pidiéndoles a los directivos que la escuela tenga un centro de estudiantes. Y lo que suele suceder de parte de los alumnos es que hay oleadas. Hay momentos que tienen más interés en participar y momentos en los que no y cuesta mucho. Hay escuelas que no tienen centro de estudiantes, que los jóvenes no saben participar o no saben cómo hacer. No estoy hablando de las escuelas, que son las que salen siempre en la tele, que son los colegios universitarios de la UBA o de Monserrat en Córdoba, que ya sabés que hasta hay un calendario de protestas. Pero lo que es un centro de estudiantes y cómo está pensado y para qué sirve, hay una parte que hay que entenderlo desde dinámicas escolares y pedagógicas, además de partidarias. En ese sentido, lo que yo noto en estas nuevas generaciones es que se involucran con la política en la escuela secundaria. A veces, hacen política dentro de la escuela secundaria y esa política puede ser totalmente apartidaria- reglamentariamente, siempre es partidaria-, pero no llevando sus ideas político-partidarias al centro de estudiantes, o sí. Los libertarios no tenían una estrategia. Ahora, Karina Milei parece que está incentivando que haya una rama de escuelas secundarias, pero hasta donde yo entrevistaba chicos hace poco tiempo participan en los centros de estudiantes, pero hay siempre este juego de, bueno, nosotros queremos llevar, yo llevo las ideas de la libertad o discuten desde ese paradigma.
—Mencionabas en una de las notas que escribiste, muy interesante, ¡Aguante la China!, en Vayainamag, alguna de tus charlas con jóvenes libertarios como Demián, como Franco, y les preguntabas por qué le creen a Milei. Y hay dos cosas que yo interpreto que responden los dos. Una es: él es un economista y es un economista que no se vendió. Es un economista que, a diferencia de otros economistas brillantes, no se vendió. ¿Qué interpretas que te quieren decir cuando dicen Milei no se vendió?
—No quiero caer en algo de Perogrullo, que es lo que dice todo el mundo, pero es la autenticidad antes que nada. Lo siguen viendo como un tipo que está fuera del establishment, aún siendo presidente. Cuando empezó esto, yo estaba estaba siendo madre, o sea, había tenido a mi hija. Así que un poco el comienzo estaba en licencia. Pero cuando me encontré con esto, es como una de las cosas más desafiantes que tuve en mi carrera. Porque, primero, es muy difícil entender algo que es muy distinto a uno, en todos los sentidos. Pero yo nunca vi, desde los años que estudio con jóvenes, un vínculo tan carismático. Me da hasta cosa decirlo porque es muy arriesgado arriesgar algo así, pero es una fascinación que tienen los jóvenes, es una fascinación total. Los jóvenes que entrevisté yo.
—Pero estás hablando de jóvenes estudiantes secundarios del conurbano bonaerense.
—O de Ciudad de Buenos Aires. No chicos del San Martín de Tours.
—Tienen una fascinación con Milei.
—Una fascinación total, total. Te puedo decir el 90%. Algunos no, y de hecho el otro día hablaba con una colega de Mendoza y me decía: Yo no veo eso, yo veo distancia. Pero, bueno, son jóvenes mendocinos que también sus activismos tienen otros rasgos. Pero yo en estos chicos veo una fascinación total y tiene que ver con la autenticidad, no hay fisuras, no le ven fisuras. Yo hace muchos años que estudio estudios jóvenes. O sea, estoy ahora mirando los libertarios porque aparecieron, pero, por ejemplo, en mi perspectiva, cuando vos veías las juventudes con Néstor y Cristina, que tenían una cosa muy de también de personalismo, pero no este nivel de deslumbramiento. O sea, el carisma que tiene es -siempre que digo esto, en sociología el carisma no tiene que ver con que a alguien uno lo considere carismático-. Tiene que ver con la autenticidad. O sea, todos los rasgos más escandalizadores de Milei, a ellos los fascinan, porque lo ven auténtico, lo ven humano. Yo les he llegado a preguntar, a veces les pregunto, cosas así: bueno, pero, es alguien que ha insultado diciendo mogólico. “Bueno, sí, eso no está bueno eso, pero todos lo hacemos”. O sea, siempre hay un argumento ad hoc que refuerza la creencia. Y aparte es un vínculo que se viene amasando desde hace mucho.
—¿Desde cuándo?
—Desde el 2018. Por ejemplo, yo entrevisté a un chico que se emociona hasta las lágrimas y me muestra en su celular que él iba a no sé qué programa en 2018 y tiene una foto con él. Por eso yo te decía que hay algo muy de de lo cultural y de los consumos culturales, que yo no es que lo teorizo, lo veo, lo interpreto así porque es lo que va, es lo que me voy encontrando.
—Definías a muchos pibes de clase media y media baja, que crecieron durante el kirchnerismo, que llegaron a la adolescencia durante la pandemia, vivieron el descontrol inflacionario, el gobierno del Frente de Todos, y también muchos pibes, no sé si todos de clase media baja, pero que conectan con el fenómeno, con La libertad Avanza, con lo que viene a traer Milei, a través de las redes sociales, de influencers, de youtubers. ¿Cómo se da ese vínculo?
—Sí es como una unidad. Porque también, digamos, los youtubers, los comunicadores, vamos a llamarle, los libros, algunos, todos llegaron a Milei a partir de ahí.
—A través de las redes sociales.
—Sí, sí. De las redes sociales, de videos, el famoso algoritmo. Todos llegaron a Milei desde ahí, desde la tele, desde las redes. De ahí como que hubo un pasaje.
—YouTube les recomendaba. Leí que alguien te decía: a mí me lo recomendó YouTube.
—Sí. Todos, todos. Estoy hablando siempre de los casos de una humilde investigadora que está trabajando desde hace mucho, sin recursos y con lo que tiene. O sea, no te puedo decir que hago trabajo de campo a gran escala porque soy yo y trabajamos en equipos, pero los equipos, bueno, etcétera, todo lo que ya sabemos. Entonces, en lo que yo encuentro, hay distintos eventos. Por ejemplo, una de las primeras entrevistas que hice, era un chico que me contó su infancia. Y, claro, cuando era chiquito era Cristina todo el día, la cadena nacional, el discurso anti K, Lanata. De esto se habla poco, pero yo encuentro muchos antecedentes en este discurso anti, rebelde. Nadie lo menciona a Lanata, pero, ¿te acordás que los los pibes en el secundario hacían el fuck you? Esa cosa yo veo mucho como que se reedita. Y, bueno, después hay otras demandas muy de los jóvenes que arrancaron con algunas denuncias de Lanata, como esto del adoctrinamiento, bla bla. Y pasaron su infancia en el kirchnerismo. Y no es solamente la inflación, sino la sensación de estar siempre en el mismo microclima. Esta figura de la corrupción, los políticos corruptos. Y también, bueno, como que hay muchos fenómenos que concluyen, que a uno ahora le sorprenden, pero que existían. Por ejemplo, uno de los chicos que yo entrevisto, este mismo chico iba a la iglesia con la abuela y pertenecía a un grupo misionero y llega de una familia como muy culturalmente inquieta. Una mamá bibliotecaria del municipio, un papá ex sindicalista. Pero un pibe también con su activismo, con su pastoral, con su lugar misionero. Y, bueno, él se empezó a acercar cada vez más. Primero está con Espert. Espert también en su momento fue referente de los jóvenes, también tipo 2018.
Para escuchar la entrevista completa:
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
DG/CRM
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