Javier Milei eligió ponerse al frente de la fuerte derrota del oficialismo en la provincia de Buenos Aires. Rodeado de todos sus ministros en el escenario del Salón Vonharv, en Gonnet, el Presidente habló y reconoció sin eufemismos el revés electoral en territorio bonaerense. “Hay que asumirlo con responsabilidad”, declaró ante un auditorio sin militancia, pero con la plana mayor de sus funcionarios detrás suyo.
“Hoy hemos tenido una clara derrota. Y si alguien quiere empezar a reconstruir y salir adelante, lo primero que debe hacer es aceptar los resultados”, añadió Milei. Y aseguró que “esto va a dar lugar a un profundo análisis de los resultados y una profunda autocrítica, no hay opción. Vamos a corregir todo los errores, todo en lo que nos hayamos equivocado”, remató el mandatario, que había subido al escenario a la par de su hermana Karina y de Santiago Caputo, el estratega en las sombras del oficialismo. Fue la primera vez que el asesor todoterreno se mostró como protagonista de un acto libertario, aunque no pudo disimular su incomodidad.
Minutos antes, un colaborador estrecho del mandatario había buscado despegar el tropiezo bonaerense de lo que sucede en la Casa Rosada. “Esto nada tiene que ver con el gobierno nacional”, aseguró a elDiarioAR, intentando reducir el alcance del golpe. “Fueron ocho elecciones distintas y cada una tendrá su análisis particular”, explicó. El Presidente, sin embargo, no tuvo problema en nacionalizar la derrota de este domingo al tener a todo su gabinete escoltándolo, con caras largas.
Milei atribuyó el triunfo opositor a la maquinaria peronista y reivindicó el resultado como un punto de partida: “Ellos han puesto en esta elección todo el aparato peronista que manejan hace más de 40 años de manera muy eficiente. Tal como veníamos señalando, iba a representar el piso para nosotros y el techo para ellos”, dijo, al tiempo que subrayó que el 33,48% obtenido será la base desde la cual La Libertad Avanza empezará a trabajar para el 26 de octubre.
Amplia diferencia
El murmullo en el Salón Vonharv se había transformado en silencio cuando se conoció el primer resultado oficial: Fuerza Patria se impuso por 13 puntos sobre La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, el distrito donde se concentra más del 37% del padrón nacional. La diferencia que arrojaban las noticias rompía el libreto con el que en el oficialismo habían intentado preparar la noche. “Hasta cinco puntos abajo está bien”, había repetido un alto funcionario días atrás. La realidad fue otra.
El búnker libertario en Gonnet, el mismo escenario que en junio había oficiado de Congreso partidario, se llenó de caras tensas y gestos contenidos. Cerca de las 22, al momento de comenzado el acto, hubo un intento de arenga militante, pero el tono ya no era el de una fiesta electoral, sino el de una derrota difícil de relativizar.
Sebastián Pareja, anfitrión del operativo bonaerense, fue el primero en reconocer el golpe y dar la cara. “Quiero reconocer públicamente la derrota electoral que hemos tenido en la jornada de hoy”, admitió arriba del escenario, en soledad, minutos antes del discurso de Milei. Aunque buscó matices: “Una contienda electoral que termina siendo muy sana para la democracia”, agregó, y prometió autocrítica: “Por supuesto que tenemos autocrítica, que la vamos a llevar a cabo. Esa crítica que nos tenemos que dar tiene que ver con ocho procesos electorales distintos. Estamos dispuestos a hacer ese trabajo”.
El contraste del discurso del armador provincial con el que luego daría Milei quedó expuesto. Mientras Pareja intentó limitar el alcance del traspié circunscribiéndolo a la provincia de Buenos Aires, el Presidente lo asumió en primera persona y lo proyectó a la campaña nacional.
Sin militancia, pero con funcionarios
El clima previo había sido elocuente. Afuera, un colectivo descapotable pintado de violeta con la leyenda “Kirchnerismo nunca más” buscaba transmitir épica. Adentro, en cambio, predominaba un ambiente apagado: sin militancia, con asesores dispersos y dirigentes que entraban en cuentagotas, más desencantados que eufóricos por los boca de urna que ya circulaban. Pareja fue el primero en mostrarse ante las cámaras: dijo estar “muy contento” y proyectó que “La Libertad Avanza se prepara para gobernar la provincia en 2027”. Entre sus colaboradores, en voz baja, se repetía otra frase: “Perdemos por tres puntos”, decían con resignación, todavía sin admitir la magnitud del golpe.
Minutos después llegaron Santiago Oria y el influencer Iñaki Gutiérrez, que se detuvieron en el corralito de prensa montado en la entrada. Por una puerta lateral entró Santiago Caputo, con anteojos oscuros y gesto serio. El salón de 4000 metros cuadrados se veía demasiado grande para tan poca gente. Los candidatos Karen Reichardt y Francisco Adorni, hermano del vocero presidencial, se acomodaban en un rincón, mientras técnicos repasaban planillas y calculaban un ausentismo en torno al 40%.
Pasadas las 21, los números seccionales confirmaban lo que ya nadie podía ocultar: Fuerza Patria consolidaba su dominio en la Tercera, ampliaba la diferencia en la Primera y resistía con solidez en el interior, frente a una Libertad Avanza que apenas encontraba consuelo en la Quinta con Guillermo Montenegro. El reparto de bancas dejaba al peronismo con ventaja clara para reforzar su control legislativo, y a Milei con un traspié difícil de disimular.
En la Primera, la caída libertaria tuvo nombre y apellido: Gabriel Katopodis, que se impuso con claridad sobre Diego Valenzuela. Esa diferencia, sumada al dominio peronista en la Tercera, terminó de sepultar cualquier intento de narrar la noche como “empate técnico”, como intentó hacer Milei durante su cierre de campaña en Moreno. Con un mapa provincial adverso, la estrategia de polarización encontró sus límites.
El clima en el Vonharv fue de derrota administrada, pero derrota al fin. La música se fue apagando, los pocos presentes se retiraron en silencio. En Gonnet nadie lo dudó: Milei apareció para contener la tropa y volver a hacer lo que mejor sabe, transformar un resultado adverso en relato. Pero esta vez, la derrota por 13 puntos en la provincia de Buenos Aires es demasiado grande como para relativizarla.
PL/MG