LA ERA LIBERTARIA La pulseada en el Congreso

El DNU despabila al peronismo y debilita las mayorías que imaginó Javier Milei

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El DNU 70 de Javier Milei, mega decreto con el que pretende redibujar la economía argentina en clave libertaria, se convirtió en una bomba sucia que resquebrajó el mapa de las mayorías que habían empezado a construirse en el Congreso y que podían ser la llave para que el gobierno de La Libertad Avanza (LLA) consiga, sin necesidad de negociar con el peronismo, avanzar con un pretencioso paquete de reformas de impacto tributario y político.

Hasta el miércoles, cuando a las 21, el presidente sorprendió con un anuncio que en un super texto de 83 páginas y 366 artículos incluyó una metralla de derogaciones y cambios normativos, Milei había logrado instalar en el universo legislativo un clima de potencial mayoría que podía, incluso, derivar en una situación que pocos días atrás parecía inimaginada: que pueda conseguir votos quórum en el Senado y en Diputados sin tener que sentarse a acordar con Unión por la Patria (UxP).

Esa proyección tenía como soporte lo ocurrido la semana pasada en el Senado, donde se armó una super mayoría de 39 senadores que aisló al peronismo. El salteño Juan Carlos Romero fue uno de los ejecutores de esa costura y contó con la colaboración, silenciosa y experimentada, de Eduardo Menem. Aunque se trató de un acuerdo grande para consolidar el poder en la Cámara alta que funcionó, además, como un castigo a cierto endurecimiento del peronismo, esa mayoría de 39 hacía pensar al oficialismo que podía encarar la discusión legislativa con expectativa muy diferente a la que suponía la previa de tener solo 7 senadores libertarios. Aquel acuerdo permitió que Bartolomé Abdala sea electo presidente provisional del Senado.

Matemática

En paralelo, aunque la discusión y la votación por las autoridades fueron diferentes, en Diputados se había empezado a tejer una mayoría amplia que algunos calculaban en 139 y otros estiraran hasta 148 diputados. En cualquiera de los casos, número suficiente para que LLA logre el quórum sin que sea determinante lo que haga UxP. Hay, ahí, una variable adicional: esa potencial “irrelevancia” podría bajar el precio o dejar sin poder de negociación a los gobernadores del PJ que tienden puentes con la Casa Rosada.

Sobrevuela un gran interrogante respecto a qué tipo de vínculo puede ofrecer Milei, más allá de la mediación que ofrece Guillermo Francos, a los gobernadores -alguno del PJ- que puedan querer colaborar con su gobierno. Los dirigentes parecen aplicar una lógica de negociación, que incluya un toma y daca de fondos u obras, que no parece estar en el menú del libertario que tiene posiciones dogmáticas que, muchas veces, expresan una lectura mesiánica sobre lo que “se debe hacer”.

La decisión del mega DNU, en el que mezcló cuestiones de alto rechazo con otras que fácilmente hubiesen logrado el apoyo de la oposición, parece verificar esa interpretación: que Milei decidió jugar a todo o nada, un ancho bravo, puro y duro, que implique reformas cómodas e incómodas. Pudo hacerlo por tramos o en varios DNUs, pero decidió juntar todo con el riesgo de que se caiga todo. Puede, claro está, insistir con otro DNU más depurado, pero un eventual rechazo en el Congreso significaría una primera derrota.

La clave de eso quizá pueda rastrearse en las declaraciones, que en una amable charla que tuvo con el periodista Eduardo Feinmann, dejó Federico Sturzenegger al plantear que el mega DNU era una señal, un mensaje sobre lo que pretende el gobierno. Más allá de algunas curiosidades, que pueden leerse como errores --por caso que el DNU no diga que entra en vigencia apenas se publica-, la dimensión de las reformas, y la cantidad abrumadora de medidas y sectores que afecta, sugieren que el riesgo de generar un rechazo relativamente masivo era alto. Leandro Mora Alfonsín, en esta columna para elDiarioAR, explora esa tesis al decir que, por las dificultades de instrumentación, el DNU es un “norte narrativo” y/o una “provocación de debates”.

¿Jugó Milei a probar la capacidad de imponer su agenda en seco y de un tirón? ¿Arriesgó demasiado sin prever que podía ocurrir lo que empezó a ocurrir, es decir que se arme un scrum opositor que le ponga límites? El jueves, tarde, empezó a circular la hipótesis de que el Gobierno podría demorar la convocatoria a extraordinarias para después de Navidad, para evitar la reapertura del Congreso y de ese modo, que se acelera la discusión sobre el DNU. Simple: con algunos movimientos y ciertas declaraciones públicas, más el impacto amplísimo en cuanto a sectores y territorialidad, empezó a configurarse un mapa legislativo que sugiere que podrían estar los votos para rechazar, en las dos cámaras, el DNU.

Las declaraciones de Miguel Angel Pichetto, de Martín Lousteau, del socialismo a través de Mónica Fein, de la vice del bloque radical de diputados Karina Banfi, del exjefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y de peronistas no oficialistas como Carlos “Camau” Espíndola dan una pista, a horas de la presentación del DNU, de que las mayorías potenciales que se habían dibujado en el Congreso empiezan a flaquear seriamente. Martín Menem, que se ilusionaba con una matemática expansiva, percibió que el DNU lo obliga a recomenzar con las negociaciones. Al final del dia ayudó, un poco, Mauricio Macri con su respaldo a Milei, lo que supone lacrar el respaldo de parte de los diputados del PRO que están en el bloque que preside Cristian Ritondo.

En paralelo, el peronismo se despabiló y encontró en la avanzada de Milei un argumento para consolidar su unidad. El cacerolazo del miércoles, que a muchos dirigentes tomó por sorpresa, opera para fusionar a los bloques y al peronismo en general que en épocas de derrotas tiene la tendencia a dispersarse y entrar en internas brutales. Aunque estaba pautada de antemano, la cumbre que mantuvieron dirigentes de CGT con diputados de UxP, encabezados por el presidente del bloque Germán Martínez, funcionó para cohesionar espacios que habitualmente tardan en integrarse. Se acordó, en esa línea, el respaldo cruzado con autonomía de los tiempos y las lógicas. Harán, en conjunto, un pedido para que Milei derogue su propio decreto. Es un gesto político que supone, para el peronismo, un desafío extra: tratar de no invertir la atención para poder construir puntos de acuerdo que tengan como un objetivo evitar que Milei avance con lo que consideran un atropello al congreso y la división de poderes.

PI