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Entre las PASO y las elecciones del domingo, la actividad económica mejoró, pero también subió la inflación

Inspectores controlan precios en octubre en un supermercado chino.

Alejandro Rebossio

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Después de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) de septiembre pasado se desató un vendaval en el Frente de Todos en el que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner acusó al ministro de Economía, Martín Guzmán, de practicar un “ajuste” y en el que el segundo candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán, abogó por ponerle “platita en el bosillo” a la gente. Sin embargo, en los dos meses que separaban las PASO de las elecciones por las bancas de este domingo era difícil que cambiara mucho la situación económica, uno de los factores pero no el único que influyó en la derrota oficialista. Veamos aquí qué se ha modificado desde septiembre:

-Más actividad económica: continuó la recuperación después del bajón de la pandemia, pero la reactivación a su vez ha ido perdiendo ritmo. “La actividad estaba creciendo 4% entre mayo y agosto, mientras que desde agosto a noviembre estamos estimando que la economía se habría estancado, con un crecimiento que podría rondar el 0,2%”, advierte Pablo Repetto, economista de la consultora Gabriel Rubinstein & Asociados (GRA), en un informe para elDiarioAR. En cambio, en otro reporte para este medio, la firma Abeceb matiza: “El lado positivo es una mejora en la situación sanitaria (77,5% de la población ya vacunada con una dosis y 59% con dos dosis) y un mayor movimiento económico (de la mano de la mayor movilidad y la recuperación del sector servicios), pero da la sensación de que ello tendrá sabor a poco al momento de inclinar la balanza en las urnas. Ni siquiera la continua revisión al alza de la proyección del PBI para 2021 (el rebote probablemente supere el 8% este año) parece ser capitalizable para el oficialismo que va a las legislativas con un 40% de pobreza, un salario real que no logra recuperarse y, sobre todo, una economía sin un rumbo claro y que debe evitar que se agudicen las fuentes de inestabilidad abiertas”. Nicolás Zeolla, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), destaca la recuperación de la industria y la construcción. En cuanto a la economía popular, “tampoco mejoraron tanto las changas como se esperaba”, observa Juan Massot, profesor de la Universidad del Salvador. Para 2022, las expectativas de crecimiento son bajas.

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-Mayor consumo: en agosto las ventas minoristas subían al 9,1%, según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME). En septiembre se aceleraron al 15,7%, pero en octubre volvieron a crecer al 9,1%. El comportamiento responde al plan platita y a la mayor inflación al mismo tiempo.

-Más inflación: en agosto había bajado al 2,5%, desde un pico del 4% en abril, pero en septiembre y octubre el indicador rebrotó al 3,5% cada mes. “Se quebró el sendero de desinflación”, lamenta Zeolla, de FIDE. No por nada el mes pasado el Gobierno cambió de secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti ingresó por Paula Español, e impuso controles de precios para contener un alza que podría ser aún mayor sin estas medidas. Crecieron las expectativas de inflación a futuro, sobre todo en productos y servicios cuyo valores ahora están congelados.

-Desiguales ingresos de los consumidores: en los meses previos a las PASO los salarios empezaban a ganarle a la inflación por primera vez desde 2017, pero los altos índices de precios de septiembre y octubre presagian nuevas pérdidas de poder de compra. “Hay sectores que perdieron poder adquisitivo”, señala Massot, del Salvador. “Los ingresos continúan creciendo, aunque a menor ritmo”, reconoce Zeolla. Por eso se advierte la necesidad de una reapertura de paritarias para evitar un cuarto año consecutivo de pérdida de poder de compra, proceso que se inició con el gobierno de Mauricio Macri y prosiguió con el de Alberto Fernández, pandemia de por medio.

-Mayor brecha cambiaria: ha empeorado porque hace dos meses oscilaba en torno del 70/85%, pero ahora se encuentra entre 100% y 110%, dependiendo del tipo de cambio paralelo que se tome como referencia. Aumentó la expectativa de devaluación del peso oficial.

-Dólar oficial estable: de $ 103,25 antes de las PASO a 105,25. El tipo de cambio continuó siendo una herramienta de política antiinflacionaria, pero se teme que deje de serlo tras los comicios del domingo.

-Dólar blue más caro: a las PASO llegó a $ 186. Ahora cotiza a 206. Abeceb atribuye el alza a la “presión cambiaria a tope e inversores cubriéndose ante crecientes expectativas de devaluación”. “A la ausencia de ancla política para las expectativas se le suma la falta de ancla fiscal, monetaria y cambiaria, en un contexto en que se espera que el Banco Central deba cambiar pronto la regla cambiaria que viene aplicando de devaluar por debajo de la inflación. Y el plan electoral (plan plata en los bolsillos) y la estacionalidad fiscal propia de esta época del año alimentan la presión cambiaria”, se refiere Abeceb a que en estos meses no hay cosecha agrícola ni su consiguiente ingreso de divisas.

-Más emisión monetaria: ya se emitieron $ 500.000 millones para fondear al fisco desde las PASO, según Abeceb. “El excedente monetario impactó de lleno, más de lo esperado”, opina Massot. El rojo fiscal se financia cada vez más con impresión de billetes, según advierte un analista de un banco internacional.

-Moderación fiscal: pese a las críticas de la vicepresidenta, el déficit fiscal y el gasto público no crecieron como se anticipaba, según Zeolla. “El plan emergencia fue muy conservador”, opina el economista de FIDE. Primó la prudencia de Guzmán.

-Menor tipo de cambio real (ajustado por inflación) multilateral (en relación al dólar, euro, yuan y real): en agosto era de 112 puntos y en noviembre es de 105, lo que indica una apreciación del peso y una pérdida de competitividad, según apunta Hernán del Villar, de la consultora Alpha. El superávit comercial continuó, pero se acotó en un proceso que si continúa, desalentará la exportación e incentivará la importación.

-Menos reservas netas del Central: la relación entre activos y pasivos era de US$ 9.000 millones (incluyendo el oro y los derechos especiales de giro, DEG, que envió el Fondo Monetario Iternacional) y la existencia de reservas netas líquidas (solo incluyendo los DEG) era de 5.000 millones, según el informe de GRA. “Actualmente las netas rondan los 5.000 millones y las líquidas oscilan en torno a 1.500 millones. Las netas disponibles (sin DEG ni oro) eran de 500 millones y ahora son negativas por 1.000 millones”, advierte la consultora. Pero Zeolla califica la merma de reservas como leve teniendo en cuenta que no es tiempo de cosechas. 

-Más intervenciones del Central: en la semana previa a la PASO debió vender US$ 370 millones en el mercado oficial y 70 millones en el mercado de bonos, según GRA. La semana actual apunta a terminar con ventas en la plaza oficial por 350 millones y viene vendiendo a razón de 200 millones semanales en el mercado de bonos. A fines de agosto, la autoridad monetaria tenía una posición vendida en futuros de unos 400 millones y ahora superaría los 4.000 millones, según la misma fuente.

-Mayor riesgo país: la sobretasa que pagaría la Argentina si accediese a los mercados internacionales de deuda -objetivo que no sucede- era de 1.500 puntos básicos en septiembre, es decir, 15 puntos porcentuales más que Estados Unidos. Ahora está peor: 1.700. Este indicador también sugiere los riesgos de default de la deuda reestructurada el año pasado y cuyos vencimientos más fuertes comienzan a correr a partir de 2025. El correlato del alza del riesgo país radica en un abaratamiento de los títulos públicos, aunque también se deterioró la cotización en dólares de otros activos financieros como acciones de empresas.

“El proceso de deterioro de la economía ha sido bien marcado dado el alto grado de incertidumbre que provocó la PASO”, opina Repetto, de GRA. “Más que el resultado en sí, que a priori debería haber traído consecuencias positivas dado que acotaría el margen de avance del oficialismo sobre lo institucional, lo que afectó de manera significativa a las variables económicas y financieras fue la manera en que el oficialismo procesó ese resultado y el panorama incierto que se abriría luego de la elección, dado el nivel de conflicto que se percibe al interior de la coalición gobernante”, completa el economista. Su colega Marina Dal Poggetto, de Eco Go, opina que el contexto económico posPASO acortó los tiempos para cerrar el acuerdo con el FMI antes de marzo próximo, cuando caen vencimientos de deuda impagables. En un banco extranjero, analizan en privado: “No se pudo generar certidumbre sobre las política económicas después de las elecciones. Lo que se hizo en 60 días fue dañino, pero todavía uno puede pensar que es temporario”.

AR

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