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analisis

Aún falta conocer la opinión de Cristina

Cristina Kirchner, vicepresidenta de la Nación, el jueves en Tegucigalpa

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El ministro Guzmán hizo un pantallazo razonable sobre el acuerdo con el Fondo Monetario. No parece haber escondido lo central y dio algunas precisiones: el sendero de reducción de déficit, que implicará un esfuerzo extra de ajuste en las cuentas fiscales, casi un punto más de lo previsto para este año. También habló de una reducción gradual de los niveles de emisión, con 0 asistencia del Central al Tesoro en 2024, en el contexto de una iniciativa más difusa de baja de la inflación que contempla tasas de interés positivas y el ancla de expectativas en cuanto a precios y salarios.

Guzmán aludió además a un período de gracia de cuatro años para devolver los desembolsos que irá haciendo el Fondo para amortizar los pagos del stand by que tomó Mauricio Macri. Y dijo que habrá auditorías trimestrales, como en todo acuerdo con el FMI. Un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional tiene costos, por suavizados que hayan sido. Néstor Kirchner buscó desembarazarse de esos costos cuando saldó la deuda en 2005. Antes quiso siempre tener lejos al organismo: alguna vez le dijo al entonces director Horst Köhler: “Espero verlo poco. Cuando un deudor ve poco a su acreedor quiere decir que las cosas marchan bien”.

El ministro Guzmán respondió con solvencia las preguntas de los periodistas convocados al auditorio del Palacio de Hacienda. Con una salvedad: no pudo decir si el acuerdo contaba con el aval de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Ante la pregunta puntual se limitó a responder: “Nosotros enviaremos el programa al Congreso y tanto la Cámara de diputados como el Senado definirán su apoyo o sus decisiones en relación a lo que estamos presentando”.

Guzmán parece haber dado una muestra de realismo al afirmar que el acuerdo es el mejor que se podía lograr y reconocer que las negociaciones habían sido durísimas.  

El establishment económico y algunas voces más amigables de la oposición han empezado a dar una buena recepción al anuncio del acuerdo con el Fondo Monetario. Hay elogios al presidente desde los sectores moderados del Frente de Todos que él mismo representa, pero aún se desconoce la opinión de la vicepresidenta, la palabra que todos los agentes económicos esperan.

Cristina Kirchner cuestionó el miércoles desde Honduras las políticas de ajuste de los organismos financieros internacionales y apuntó a la influencia de los Estados Unidos, principal accionista del FMI y a cuyo gobierno fue a pedir apoyo la semana pasada Santiago Cafiero. Ignoramos si hubo una gestión de la Casa Blanca para que el Tesoro norteamericano flexibilice las exigencias a la Argentina en el Fondo Monetario, como demandó el canciller a pedido del Presidente. Se sabrá en las próximas horas.

Además del discurso de la ex presidenta en Honduras, el anuncio de Guzmán fue precedido por un coro de opiniones de sectores que se referencian en ella. Todas estas voces parecieron desaconsejar un acuerdo con el FMI. Y advertido que un no acuerdo podía ser tolerado por la Argentina. Hasta el momento de publicación de este texto, no había habido pronunciamientos en ese sector. Tampoco de la vicepresidenta.

Fernández juega el resto de su gobierno al éxito de este entendimiento. Dirigentes de la oposición han dicho hace algunas horas en privado que no ven impedimentos a que el acuerdo con el Fondo consiga apoyo de Juntos por el Cambio en el Congreso, desafío al que se comprometió el Presidente, bajo el lógica de que se trataría de un acuerdo razonable si fue suscripto por el organismo. Un razonamiento al menos cuestionable, a juzgar por los resultados del que suscribió en 2018. Cuando el entendimiento se cierre, ese apoyo no parece que vaya a faltar.

El principal reto de Fernández será obtener el respaldo homogéneo en su propia coalición.

WC

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