“Te empiezan a respetar cuando tenés capacidad de daño. Si delante tenés a dos bebés y uno está llorando, ¿a quién levantás?”, deslizó uno de los emisarios del gobernador catamarqueño, Raúl Jalil, unas horas antes de dinamitar la sesión opositora que el titular de la bancada peronista, José Mayans, estaba preparando para el jueves. No hubo manera: la rebelión de los gobernadores llegó a su punto de mayor tensión y el peronismo ya no logra moverse como un todo en el Congreso. La ruptura está a la vuelta de la esquina y, tras largas jornadas de negociaciones subterráneas, más de un cristinista empezó a gritar: “Que se vayan”.
Mayans viene queriendo impulsar una última sesión con la vieja composición del Senado hace un par de semanas. La excusa era darle sanción a la reforma de la ley de DNU, que limita la facultad del presidente a emitir decretos sin control del Congreso, pero el objetivo real era otro: darle un último tortazo al Gobierno antes de que comenzara la era del oficialismo en la Cámara alta.
El jefe del peronismo en el Senado especulaba con poder sumar el apoyo de varios senadores díscolos que están por abandonar el Congreso -como Pablo Blanco, Guadalupe Tagliaferri o Martín Lousteau- e, incluso, con el de la propia Victoria Villarruel. El formoseño tiene algo que Villarruel necesita y no duda en recordárselo cada vez que se ven: el número para designar al secretario administrativo del Senado. El lugar quedó vacante hace medio año, luego de que Emilio Viramonte Olmos pegara el portazo furioso con Villarruel, y la vice lo quiere para sí.
Villarruel necesita de Mayans, con quien sabe que tiene mayores chances de negociar que con su propio espacio. Especialmente luego de que Patricia Bullrich desembarque oficialmente y pretenda, como aventuran en el bloque libertario, hacerse con todos los lugares del Senado. En el Gobierno lo saben, y es por eso que están intentando negociar con la vice vía Ezequiel Atauche, quien fue desplazado por Bullrich de la jefatura del bloque y está a la espera de que la ministra cometa su primera equivocación.
Atauche busca convencer a Villarruel de que se puede votar al secretario administrativo en la sesión del 28 de noviembre cuando juren los senadores electos. Será la misma sesión en la que el peronismo buscará impugnar la jura de la rionegrina Lorena Villaverde, denunciada por tener vínculos con “Fred” Machado, y en la que La Libertad Avanza buscará cobrarse su venganza haciendo lo mismo con el chaqueño Jorge Capitanich y el rionegrino Martín Soria. Una guerra campal que el peronismo no sabe, aún, cómo terminará.
Capitanich está furioso con Soria, que fue el impulsor de la estrategia de impugnar a Villaverde (con quien compitió en las elecciones), y con Mayans por cómo terminó saliendo el plan de querer echar a la senadora libertaria. Llamó por teléfono a un senador peronista y, a los gritos, se quejó de que podría quedar afuera del Senado por culpa de una estrategia mal diseñada.
Rebelión de gobernadores
El problema de Mayans, sin embargo, comenzó cuando se dio cuenta de que los que no estaban confirmados para la sesión del jueves no eran los radicales, sino los propios peronistas. La rebelión surge dentro del corazón mismo del interbloque de Unión por la Patria, por parte de cuatro senadores que rompieron a principio de año para armar su propio bloque. Son el puntano Fernando Salino, el catamarqueño Guillermo Andrada, la jujeña Carolina Moisés y el riojano Fernando Rejal.
El enojo de los cuatro senadores es de larga data y siempre por el mismo motivo: la resistencia a la conducción de Cristina Fernández de Kirchner. Ya en junio se habían distanciado del bloque que conducía Mayans, aunque no habían roto con el interbloque. Tras la derrota electoral de Fuerza Patria, sin embargo, el escenario cambió.
El principal impulsor de la ruptura es el gobernador de Catamarca, Jalil, quien ya adelantó que acompañará las reformas de Javier Milei. El catamarqueño viene amenazando con llevarse a sus diputados y a su senador de los bloques peronistas con el objetivo de armar un gran interbloque con otros gobernadores. El salteño Gustavo Sáenz es otro de los impulsores de este armado, y viene manteniendo conversaciones con el misionero Hugo Passalqcua y el santiagueño Gerardo Zamora.
La principal operadora de Jalil en el Senado es la jujeña Moisés, quien dialoga seguido con la salteña Flavia Royón, la senadora electa que responde a Saénz. Moisés está furiosa con la conducción cristinista, a quien acusa de haber sido responsable de la ruptura y derrota del peronismo en Jujuy. La provincia está intervenida desde los tiempos del Frente de Todos, y la jujeña acusa a La Cámpora de haber querido expulsar a su padre, el referente peronista Julio Moisés, del PJ.
Los senadores díscolos habían sido invitados a la reunión del consejo del PJ que había organizado Mayans el martes -la primera desde la derrota-, pero no fue ninguno. Un gesto en el marco de la interna. Al finalizar la cumbre, sin embargo, Mayans anunció que se unificaría el interbloque de UxP y que pasaría a llamarse bloque “Justicialista”. Se refería a los dos bloques kirchneristas - Unidad Ciudadana y Frente Nacional y Popular- que se habían dividido artificialmente hace unos años solo con el objetivo de conseguir una silla más en el Consejo de la Magistratura.
El anuncio cayó pésimo en Convicción Federal, que lo tomó como una afrenta personal. “Siguen declarando 'unidad' sin convocar a nadie. Siguen imponiendo sin consensuar ni una idea”, se quejó Moisés, a través de sus redes sociales. Como respuesta, 24 horas después, el bloque decidió retacearle el quórum a Mayans: no los habían convocado, no se habían sentado a negociar, entonces no habría sesión.
En el kirchnerismo, sin embargo, denuncian que el motivo de la rebelión es por lugares. Acusan a Convicción de querer una silla en la Auditoría General de la Nación (AGN) y que por eso presionan con romper. “Se quejan de la conducción de Cristina pero no les molestó cuando esa conducción los puso como candidatos. ¿Son solo 4 y quieren un lugar en la AGN?”, se quejó una senadora cercana a la ex presidenta.
La línea de CFK es sostener la unidad de los bloques, por lo que Mayans continúa trabajando para llegar a un acuerdo. Pero día a día cada vez hay más senadores cristinistas que observan irritados las maniobras de Jalil y Moisés y mascullan: “Que se rompa y blanqueamos de una vez dónde está parado cada uno”.
MCM/CRM