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El juicio por el intento de asesinato a CFK

“Me gritaban ‘copito, quisiste matar a Cristina, gato’”: habló Nicolás Carrizo, tras ser liberado en el juicio por el intento de asesinato

Nicolás Carrizo fue acusado por sus mensajes en redes tras el atentado. Dijo que conocía a Sabag Montiel y a Brenda Uliarte solo por haberles vendido insumos para algodón de azúcar y negó haber participado en la planificación del ataque.

Juan José Domínguez

25 de agosto de 2025 16:33 h

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Por el apodo, por los chats, por las fotos, por la narrativa. Por todo eso, Nicolás Gabriel Carrizo fue durante casi tres años uno de los cuatro acusados por el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner. Detenido desde septiembre de 2022, se lo señalaba como el presunto “jefe de la banda de los copitos”, y se lo investigaba como parte del círculo que habría planificado el ataque. El miércoles de la semana pasada recuperó la libertad, tras un giro clave: la fiscal Gabriela Baigún y los abogados de la querella que representa a la expresidenta pidieron su absolución.

“Tengo miedo. Cada vez que salgo, estoy muy atento a todo”, contó Carrizo en una entrevista que le concedió al programa del periodista especializado en temas judiciales Sergio Farella, que se transmite en Radio Con Vos los domingos. El juicio sigue abierto, pero la acusación en su contra se desinfló hasta desaparecer. En cambio, la fiscalía pidió 15 años de prisión para Fernando Sabag Montiel —quien gatilló el arma a centímetros del rostro de la exmandataria— y 14 años para su expareja y cómplice, Brenda Uliarte. Ambos continúan detenidos. El tercer imputado, Gabriel Nicolás Carrizo, alias “el jefe de los copitos”, ya no lo está.

“Una joda que me salió carísima”

Carrizo estuvo detenido dos años y once meses. Ya excarcelado, cuando habló con el programa de Farella, no tardó en mencionar la ironía cruel que lo llevó a la cárcel. “Yo jodía con que había participado [del atentado]. Quería hacer enojar a unos amigos kirchneristas. Después me reía. Esa joda me salió cara”, dijo.

Durante la instrucción de la causa, el peso de la acusación en su contra estuvo sostenido principalmente por una serie de mensajes de WhatsApp, enviados los días posteriores al ataque, en los que Carrizo aseguraba haber estado involucrado en el intento de magnicidio. “Recién intentamos matar a Cristina”, escribió en uno de ellos. Según declaró más tarde, se trataba de mensajes en tono de broma, enviados a amigos cercanos con la intención de provocar una reacción.

Su abogado defensor, Gastón Marano, explicó a elDiarioAR: “Desde el primer día sostuve que Carrizo no tuvo absolutamente ninguna participación en el atentado, ni en la planificación ni en el suministro de un arma. Los mensajes que lo complicaban se dieron en el contexto de una broma privada. Eso es lo que finalmente reconoció tanto la fiscalía como la querella”.

Marano aseguró que Carrizo estuvo detenido “pura y exclusivamente por lo que había conversado en privado en redes sociales”. Y agregó que, si bien el juicio todavía está en curso, la absolución parece inminente: “Faltan los alegatos finales de las defensas (empiezan esta semana), pero el tribunal debería pronunciarse en menos de un mes”.

“Adentro son más kirchneristas que otra cosa”

Durante el reportaje radial, Carrizo narró su paso por prisión: fue alojado en una celda individual, bajo custodia especial, en el penal de Marcos Paz. Ese encierro, dijo, lo marcó profundamente.

“El ingreso fue terrible. Te desnudan, te filman, te revisan todo. Después te gritan: ‘Eh, copito, ¿quisiste matar a Cristina?’, ‘Eh, gato’. Cuando pasaba por los pasillos del complejo, se escuchaban esos gritos de lejos”, recordó. “Tuve custodia por miedo a represalias. Adentro son más kirchneristas que otra cosa”.

Carrizo relató también un episodio puntual con un celador que, según dijo, lo hostigaba por su supuesta vinculación con el intento de magnicidio. “Me golpeaba la puerta, me tiraba agua, me decía: ‘Cuando estés en pabellón común, te la vas a tener que bancar’”. Por ese motivo, pidió ser trasladado.

A pesar de no haber sufrido agresiones físicas, Carrizo confesó haber tenido miedo por su vida durante toda su detención. “El encierro te afecta psicológicamente. No necesitás estar en población para que te haga mal”, explicó.

“Jamás planifiqué nada, jamás quise hacerle daño a nadie”, dijo Carrizo aseguró que no tuvo relación estrecha ni con Sabag Montiel ni con Brenda Uliarte, más allá del vínculo comercial que los unía por la venta ambulante de algodón de azúcar. “A Uliarte la conocí porque cayó a una fiesta en mi casa. A Sabag, igual. Después vinieron con la excusa de un saco perdido. Ahí empezaron a vender copitos y yo les vendía la materia prima. Nada más”, dijo.

Consultado sobre si en algún momento alguno de ellos le comentó un plan para atacar a Cristina Fernández de Kirchner, respondió con énfasis: “Jamás. Jamás me mencionaron nada. Me enteré por la tele. Fue un golpe verlos detenidos. No lo podía creer”.

Para Carrizo, el origen del atentado puede estar vinculado a una dinámica enfermiza entre la pareja. “Él quería demostrarle que era valiente. Ella lo humillaba. Le decía que tenía el miembro chico, que no era como El Presto (el influencer antikirchnerista). Yo creo que él quiso hacerse famoso para impresionarla”, aventuró.

También contó que, incluso detenido, Sabag Montiel lo acusó de haberlo “entregado”. Según Carrizo, cuando se cruzaron en el juicio, Sabag le dijo que él era “un pagado por Cristina” y que lo había “complicado a propósito”. “Un personaje. Está completamente desconectado de la realidad”, opinó.

Las disculpas y el arrepentimiento

Casi al final de la entrevista, Carrizo dijo algo inesperado: “Si Cristina leyó mis mensajes, me da vergüenza. No pienso eso que dije. Jodía con amigos [...] Pero si la ofendí, le pido disculpas. De verdad”.

Reconoció que “fue una joda cruel, un invento para hacer enojar”. También que nunca imaginó que esos chats privados pudieran llegar tan lejos. “Se hizo un quilombo. Algunos mensajes se malinterpretaron. Otros no tenían nada que ver con el atentado. Pero ahí quedaron. Me arrastraron. Me arrepiento”, dijo.

Hoy, Carrizo camina por la calle “con un ángel al lado”, como dice él. Teme ser reconocido. Se muestra agradecido con su abogado y esperanzado con el veredicto. Pero no deja de mirar por encima del hombro.

“Quisiera caminar tranquilo, pero no puedo. Estoy siempre atento. Es como si no pudiera salir del todo de la cárcel”.

JJD

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