Los movimientos en el peronismo

Massa no saca los pies del plato

“Demuestra que no necesita el cargo partidario para que los suyos lo reconozcan como jefe”. Punto y seguido. “La idea de Massa es mostrar una foto nueva que contraste con la foto del PJ”. Con esas frases, el Frente Renovador comunicó los principales ejes del relanzamiento partidario que Sergio Massa puso en marcha hace una semana. Llamativamente, fue el mismo día que el congreso del peronismo. Llamativamente, eligió ponerse como contracara de ese peronismo donde hoy tiene un rol protagónico Axel Kicillof. Una invitación abierta a pensar mal.

Detrás de esas consignas mediáticas, hay una necesidad del espacio que conduce Sergio Massa de tener mayor centralidad, de recuperar también ese lugar clave de quien fue ministro de Economía durante más de un año de un gobierno en retirada, y el último candidato a presidente al que el peronismo debió abrazar. Algo así como tener una voz más potente en la mesa de decisiones.

Dos congresos en un mes (el provincial y el nacional), reuniones con intendentes (aliados y no tanto), encuentros con gobernadores y sindicalistas, no hacen más que mostrar a un Massa inquieto y movedizo, a pesar de su silencio público.  

Sin las luces que da el comando de la gestión, Massa se las rebusca para estar. Después de las tensiones con Axel Kicillof (¿terminaron ahí?), finalmente el lunes de la semana pasada se reunió con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el dirigente hoy con más visibilidad dentro de la oposición a Javier Milei. La cumbre fue en las oficinas de la avenida del Libertador, el búnker massista pos campaña. Después del ruido que se generó entre ambos por los lugares que el bonaerense le destinaba al Frente Renovador, ambos se volvieron a encontrar a solas. Fue una reunión que duró cerca de tres horas. Los dos dirán que está todo bien y que se hablan y ven una vez por semana. También comparten el grupo de WhatsApp provincial, en el que además están los diputados bonaerenses, incluido Máximo Kirchner

Más allá de las peleas internas y los intentos por diferenciarse, a la tropa de Massa le queda claro un mensaje: que no saca los pies del plato de Unión de la Patria. Solo muestra destellos de diferenciación para encontrar un lugar en el llano.

Fuera del Grupo Bapro, dicen cerca suyo por propia decisión, Malena Galmarini es quien estuvo detrás de la renovación partidaria. Ese paso al costado de la ex titular de Aysa fue una de las evidencias de las disputas internas con Kicillof, que nacieron con la designación del titular de la Cámara de diputados provincial, Alejando Dichiara, cercano a Martín Insaurralde (y por tanto concesión a Máximo Kirchner), y continuaron en cargos menores. En el massismo creen que quedaron presos de la disputa del gobernador y La Cámpora y que el lugar para Malena era una manera de Kicillof de demostrarle a Máximo que él también acordaba por su lado, sin imposiciones de nadie. Lo cierto es que Malena no asumirá ningún lugar provincial, al menos eso dicen sus allegados. “Está super metida en el partido, se encargó del armado logístico y comunicacional”, agregan.

Ese congreso, como el del PJ, respondió a la formalidad. Estaban todos los plazos de autoridades vencidos, y tenían que hacerlo, sí o sí. La fecha ya la habían puesto hacía tiempo. Pensaron en cambiarla para no pasar tan inadvertidos frente a la turbulencia peronista de Ferro, pero las agendas no daban. Se venía el fin de semana largo y después el propio Massa tenía que viajar.

“Cada uno ordenó lo suyo”, explican cerca del ex candidato presidencial y aclaran que si bien hay diferencias, no hay fisuras en Unión por la Patria. El bloque de diputados nacionales, donde conviven todas las tribus internas, está consolidado a la hora de votar. “Una cosa es ratificar identidad, otra es irse, Massa no está pensando en eso”, refuerzan.

La marca partidaria incluso cambió de logo. De esas toscas letras FR pasó ahora a ser un círculo celeste, con un punto en el medio. “Punto de encuentro”, le dicen. Algo de eso sugirió el propio Massa cuando en las declaraciones que trascendieron del congreso partidario ensayó una invitación: “No sobra nadie pero faltan muchos que piensan como nosotros”. Por ahora le sigue hablando a la política.

Los integrantes de su círculo leen en sus movimientos intentos por fortalecer la alianza con el peronismo. Lo ven hoy lejos de romper con el kirchnerismo y más lejos aún de volver a ser protagonista de ese centro político que lo ubicó a él, desde el 2013 al 2019, intentando saltar la grieta. “Es un lugar que ya no lo ocupamos nosotros, no se puede volver”, aporta un dirigente, con nostalgia. Otro, más massista que Massa, dice que el escenario se va a polarizar y que la foto de 2023, con el electorado dividido en tercios, ya adquirió tono sepia. Por ahora se conforman con ser parte de la mesa de decisión del rearmado de un espacio del que ya no pueden salir.

MV/MG