Picardías, ruido político y secretos detrás del “renunciamiento” de Mauricio Macri

Entre los livings repartidos en los parques de la estancia El Rosario, en San Antonio de Areco, Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta charlan relajados y sonrientes. Se los nota amigables, casi íntimos. Es la tercera vez que se ven en las últimas 36 horas: desayunaron el viernes, luego volvieron a estar mano a mano el sábado temprano y por la noche coincidieron, otra vez, en la fiesta de casamiento de María Eugenia Vidal con el empresario Enrique “Quique” Sacco.

Al margen del tono liviano de la conversación en la celebración en Areco -juntada que compartieron, en corro, Hernán Lacunza y Federico Salvai, todos con sus parejas-, en las reuniones previas Macri incomodó a Larreta con una misma afirmación: ante el planteo del jefe de Gobierno, le aseguró que recién en mayo resolvería si sería o no candidato a presidente. Visto hacia atrás, una picardía absoluta: de mínima, cuando el sábado temprano le ratificó que recién haría su anuncio en mayo, Macri ya tenía en su poder un borrador del texto de renunciamiento que luego leyó frente a cámara. Hernán Iglesias Illia, Juleita Herrero y Julián Gallo, además de Fernando De Andreis fueron, según fuentes del PRO, los qu estuvieron detrás del spot.

Larreta tenía, al igual que Patricia Bullrich, la presunción de que finalmente Macri no sería candidato, pero ambos carecían de certezas sobre cuando lo blanquearía. La exministra de Seguridad, que siente que Mauricio envía todo el tiempo señales en su favor, deslizó ante su entorno que en la charla que tuvieron en Cumelén, hace un mes, el expresidente le anticipó que no sería candidato, pero no le precisó cuándo lo anunciaría.

Aviso tardío

El domingo, antes de subir el video de 6 minutos a YouTube y a sus redes, Macri le anticipó la decisión al jefe de Gobierno y a Bullrich. María Eugenia Vidal lo supo unas horas antes: el expresidente se lo contó, dicen, en la medianoche del sábado en medio de la fiesta de casamiento. Los tres precandidatos a presidente del PRO que tienen un cúmulo de diferencias venían haciéndole un planteo uniforme al expresidente: que no podía dilatar indefinidamente la incertidumbre sobre si sería o no candidato. En las tenidas individuales, Macri escuchó de Vidal, Larreta y Bullrich la misma observación: tenía que resolver esa incertidumbre. Ninguno de los tres se animaba a pedirle que se baje, pero le advertían que con su nombre en danza, ninguno se consolidaba y, lo que veían que era peor, crecía Javier Milei y se beneficiaba el gobierno.

“El planteo de los tres era que resuelva lo de su candidatura. Si decidía ser algunos se bajarían y otros verían que hacer. Pero si tenía resuelto no jugar, que lo aclare cuanto antes así se ordenaba”, contó a elDiarioAR un dirigente del PRO, que se vio en estos últimos días con Macri, y que pivotea con los tres precandidatos presidenciales. “Ahora los tres están felices”, graficó.

El mismo planteó explicitó Miguel Angel Pichetto que, en una visita que le hizo en febrero, junto a Ramón Puerta y Juan Carlos Romero, le planteó que no podía dilatar la definición porque eso generaba desorden. “Si sos vos, decilo. Si no sos vos, decilo y empezá a definir como se resuelve la candidatura”, le dijo el ex senador peronista que junto, a Puerta y Romero, le arrimó otra preocupación: la incertidumbre en torno a su candidatura, que se ramificaba en discusiones con otros candidatos, impedía ordenar el armado en las provincias. En aquella ocasión, los peronistas le llevaron encuestas en las que Macri aparecía con chances de ganar.

Macri hace uno de los dos movimientos. Despeja la incógnita sobre su destino personal, pero se reserva, todavía, una bala de plata: la de incidir, con su dedo o su palabra, sobre quién se convertirá en el candidato presidencial. El universo JxC reaccionó, quizá con exceso de agradecimiento, al gesto de Macri porque parece haber hecho una maniobra poco usual: resignar el poder que le daba mantener la amenaza de ser candidato para tratar de que se acomode el scrum macrista.

La segunda bala la tiene, todavía, en el cargador: aunque dijo que apuesta a la resolución vía primarias, Macri puede ser determinante en una interna entre dos o tres candidatos del PRO. Subir y bajar, de un plumazo, a Vidal, que apareció como precandidata porque él la puso en ese lugar. O raspar a Larreta o Bullrich, o jugar abiertamente como hizo en 2015 en la PASO porteña entre Larreta y Gabriela Michetti.

Espejos

Macri se espeja en Cristina Fernández de Kirchner que, aunque luego hizo una adenda parcial sobre las razones de su renunciamiento, en diciembre pasado se bajó de las boletas electorales del 2023. En aquel momento, el macrismo sintió el shock: sin la vice enfrente, sus posibilidades electorales -de por sí, magras- se terminaban de diluir. Macri cuenta, respecto a Cristina, una ventaja objetiva: en su menú de herramientas electorales tiene tres candidatos que miden mejor que él. Todas las cartas que la vice tiene en su baraja valen, en términos de votos, menos que ella.

Así como Macri perdió sustento sin Cristina en el ring, Cristina -a la que le arman un operativo clamor que no termina de ganar músculo- ve limitados sus movimientos con la bajada de Macri que, se sabe, aparecía en el grueso de las encuestas como el mejor candidato para los votantes puros del PRO, pero la peor oferta electoral para una elección general o un balotaje. Simple: en la fantasía de muchos K, un mano a mano Cristina-Macri era visto como una lucha de titanes que la vice podía ganar. Teorías.

“Hace tres meses que JxC no mejora. Está estabilizado en las encuestas, aunque se deteriore el gobierno y se deteriore la economía. Y Mauricio no mejoró tampoco”, apuntó un operador del PRO que sigue el proceso. En el entorno de Bullrich mencionan que antes del último viaje del expresidente a Europa, avisó que a su regreso tomaría una decisión. Pero apenas volvió, se fue a Rosario con Federico Angelini y Carolina Losada y se mostró como un candidato potencial. Sin embargo, en confianza, trasmitió que tenía semi resuelto no competir.

Razones

En JxC cuentan que, semanas atrás, el procurador bonaerense Julio Conte Grand anticipó -luego de una charla con el fundador del PRO- que Macri ya tenía decidido no ser candidato, que estaba molesto con Larreta y que su plan era migrar hacia la política de la FIFA, donde ya tiene un lugar en la fundación pero que apostaba, con apoyo de empresarios y el gobierno qatari, a sumar influencia. También, que su próximo paso será apoyar a Andrés Ibarra en la interna en Boca contra Juan Román Riquelme, donde podría ser candidato a vice. Aquel relato aportaba una dimensión más personal o familiar: que Macri quería salir del ruido local, incluso irse a vivir al exterior.

El efecto sorpresa jugó, además, para vestir su renunciamiento como un mérito y no como una debilidad. Se preserva, además, la influencia para intervenir en la disputa que se viene. El dilema es cuánto le durará su poder de fuego una vez que anunció que no será candidato. ¿O buscará, como Cristina, un operativo clamor? Por lo pronto, lo que logró fue que el ancho universo de JxC elogie su grandeza y su determinación que, en general, es lo que la enorme mayoría de la dirigencia del PRO, y sobre todo de la UCR, quería: que Macri salga del ring.

Derivadas

En los próximos días debería ocurrir algo que Macri espera: que Larreta baje a los candidatos que quedan en la carrera por la jefatura de gobierno para dejar como único postulante a Jorge Macri. El expresidente cree, y en eso es irreductible, que el PRO no puede hacer ningún movimiento que ponga en riesgo la continuidad de ese espacio en CABA. Cualquier coqueteo con Martín Lousteau es, para Macri, una herejía. Por eso, de arranque, quiere que Larreta saque a los demás candidatos del PRO que se mueven en parelalo al primo Jorge. La semana pasada, lo hizo Emmanuel Ferrario, pero quedan en pie, todavía, Fernán Quirós y Soledad Acuña. “Antes de Semana Santa, eso debería estar ordenado”, dicen cerca de Macri.

PI