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El rompecabezas económico de Larreta: la reunión con Cavallo, la lucha contra los monopolios y la identificación con Frondizi

Horacio Rodríguez Larreta

Diego Genoud

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Horacio Rodriguez Larreta volvía del viaje a Estados Unidos que hizo tras la victoria de Juntos en las PASO y se cruzó con Domingo Cavallo en el avión que lo traía de regreso a Buenos Aires. Viejo conocido suyo y parte de la misma epopeya durante la década del noventa, el jefe de gobierno porteño saludó con amabilidad al ex ministro de Economía de Carlos Menem y Fernando De la Rúa. Más que eso, quedaron en conversar. El encuentro se concretó hace algunas semanas en un lugar discreto, según cuentan fuentes de íntima confianza de Larreta. Es probable que haya sido la casa del propio Cavallo porque el padre de la Convertibilidad no suele mostrarse demasiado en público. 

En 1993, cuando volvió a la Argentina después de hacer una maestría en Harvard, Larreta se sumó al gobierno de Menem como subsecretario de Inversiones del Ministerio de Economía de Cavallo. Dos años después, asumió como gerente general de la Anses. El reencuentro, una vida después, coincidió con otro momento en el que el país enfrenta un escenario de endeudamiento, falta de dólares y alta inflación. Larreta se fue conforme con el intercambio y le contó a su entorno que había visto al economista muy “lúcido” e incluso lo había notado “autocrítico”. No puede más que sorprender. Considerado por Javier Milei como “el mejor ministro de Economía de la historia argentina”, la figura de Cavallo gana adeptos a 20 años del estallido de la Convertibilidad y hasta funciona como prenda de unidad entre referentes de la oposición que a priori no se llevan nada bien, como el jefe de gobierno y el candidato de Avanza Libertad. 

Cuando el Círculo Rojo se pregunta con insistencia qué pasará el 15 de noviembre, el sucesor de Mauricio Macri en la Ciudad plantea la necesidad de un plan de estabilización y se declara partidario del shock. Dice que en la historia reciente hubo dos experiencias para tener en cuenta. La primera fue la del Plan Austral de Juan Vital Sourrouille, la segunda fue la Convertibilidad de Cavallo. Larreta se define como antigradualista y dice que lo primero que hay que hacer es estabilizar la moneda. Pero, al mismo tiempo, busca diferenciarse del fracaso de Macri, admite que el tarifazo fue un disparate y se para en las antípodas del espejismo amarillo de la lluvia de inversiones. Al contrario, avisa que no habrá resultados en el corto plazo. “Hay que prepararse para uno o dos años en los que no va a entrar ni un solo dólar. Recuperar la confianza va a llevar tiempo”, dicen a su alrededor. 

Larreta no solo escucha voces como las de Cavallo sino que consulta a economistas de distintas tradiciones que, sin embargo, confluyen siempre en su apoyo a Juntos. En el viaje a Estados Unidos, lo acompañó también Gabriel Martino, el financista que fue presidente del HSBC, solía animar las reuniones de Macri en la residencia de Olivos y hoy es uno de sus contactos más estrechos. En la sede de Uspallata afirman que el jefe de gobierno se puso a estudiar hace bastante tiempo y mencionan al historiador Pablo Gerchunoff como uno de sus referencias. Se conocen desde hace tiempo y la pasión por Racing Club es la coartada perfecta. Lo mismo pasa con otro apasionado hincha de la Academia, Carlos Melconian, al que sin embargo no todos ubican tan cerca de Larreta. Hoy el jefe de gobierno escucha más a Hernán Lacunza, dialoga mucho con Rogelio Frigerio y tiene también entre sus contactos habituales a Alfonso Prat Gay y a su ex número 2 en Economía, Pedro Lacoste. De Federico Sturzennegger, uno de sus grandes amigos que se inmoló en el altar de Macri, hoy afirma está distanciado.

Pese a que entre sus asesores no sobresalen los referentes de la heterodoxia, Larreta sorprendió en los últimos 10 días con dos definiciones que incluso generaron malestar en sus socios de Juntos: planteó que es necesario “ir sobre los monopolios” para que haya una verdadera competencia y se manifestó “conceptualmente” a favor de gravar la vivienda ociosa en la Ciudad. Como si adaptara su discurso a la platea que lo escucha, las declaraciones del jefe de gobierno se dieron en una entrevista con María O’ Donnell en Radio Urbana y en otra con Ernesto Tenembaum en Radio Con vos. Obsesivos de cuidar al máximo cada detalle, en el entorno de Larreta buscan acotar el impacto y difunden los cortes que realizó Ejes de Comunicación, la auditora que es propiedad de Guillermo Seita, consultor y amigo de HRL. En el primer caso, Larreta apuntó a los monopolios después de hablar de la emisión monetaria y antes de poner de relieve la falta de inversión que acota la oferta. En el segundo, dijo que es muy difícil definir qué es vivienda ociosa y, según se deduce de sus palabras, lo que “conceptualmente” está bien resulta después impracticable.

Larreta pretende ensayar un difícil equilibrio. Fue parte del gobierno de Macri y propuso a muchos de sus amigos para que ocuparan cargos destacados en el gabinete del ingeniero -Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, entre ellos- pero necesita desmarcarse para venderse como algo distinto. Se define como desarrollista por tradición familiar, aunque al mismo tiempo busca darle todas las garantías al sector privado a tono con la línea del PRO. Pero, cuando mira los índices de pobreza y desigualdad, advierte que no hay margen para seguir ajustando abajo. “Horacio se siente muy identificado con Frondizi y no solo por la familia. Dice que fue uno de los últimos que impulsó un plan de desarrollo, tenía un equipo y también los ultraliberales lo tildaban de comunista”, dice a elDiarioAR una de las personas que más lo conoce. 

Volumen político

Ya lanzado a la campaña nacional, a la espera de la confirmación de los resultados de las PASO, Larreta comenzó a moverse con intensidad de cara a su plan presidencial. De lunes a jueves, se concentra en la gestión porteña y, de viernes a domingo, recorre las provincias. El próximo fin de semana estará en La Pampa y Chubut, dos distritos claves de cara a la pelea en el Senado. Es una carrera contra reloj y nadie sabe cómo serán los próximos dos años. En el establishment crece la ansiedad de los que dan por agotado el ciclo de los Fernández y le piden definiciones económicas para salir de la crisis, mientras el acuerdo con el Fondo se demora y la presión devaluatoria vuelve a crecer. De todas maneras, son muchos los que coinciden: la que manda es la política.

Larreta disfruta la comodidad del opositor que recibe el trato edulcorado de los medios de comunicación pero tiene una disputa solapada con Macri hacia 2023. Dice que si se apura a quedar como único jefe conspira contra la unidad de la oposición y baja los decibles de cualquier cortocircuito interno. Sin embargo, los que lo alientan desde afuera le piden algo similar a lo que hace tiempo le reclamaban los propios a Alberto Fernández: que sume volumen político. Larreta se mueve todavía con su equipo municipal. Como muestra, recuerdan que viajó a Estados Unidos con Fernando Straface, el funcionario multirubro que fue jefe de campaña en Capital y ostenta también el cargo de Secretario de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Ciudad.

Tal vez para desactivar esas presiones, el jefe de gobierno porteño ya avisó en Uspallata que, después del 14 de noviembre, comenzará a armar su equipo nacional. Para ese desafío, hoy solo aparecen con mayor espalda y experiencia Diego Santilli y Cristian Ritondo, además de María Eugenia Vidal, que tiene también sus propias aspiraciones. Su hermano, Augusto Rodríguez Larreta, ya trabaja en la campaña nacional. 

Larreta incentivó en las últimas semanas los contactos con Emilio Monzó. El lunes 18 de octubre se reunieron en el restaurant “Dandy” y, el martes de la semana pasada, el ex presidente de la Cámara de Diputados se sumó a una de las recorridas en la provincia de Buenos Aires: acompañó a Larreta en su visita a Junín, donde también estuvo Jorge Macri.

Casi todos de estrecho vínculo con el “hermano del alma” Nicolás Caputo y más allá de sus diferencias, el grupo de Santilli, Ritondo, Monzó y Frigerio se formó en el peronismo y quiere dejar atrás a Macri para pasar a liderar el PRO. Larreta va por más y quiere sumar a una figura que se alejó del macrismo en 2016: Edgardo Cenzón, el ex ministro de Espacio Público de Macri en la Ciudad y de Infraestructura de Vidal en la provincia. Hoy dedicado a los negocios en el sector privado, al lado de Larreta afirman que considera a Cenzón un dirigente de lo más valioso y le pide que cultive la relación con el establishment. En abril de 2020, el diario Perfil dio a conocer una de las reuniones que tuvieron en Uspallata. El contacto persiste y es fluido, aunque quienes conocen a Cenzón afirman que no será fácil que abandone el perfil bajo para volver a arriesgar en política. 

Larreta también apuesta a sumar a parte del peronismo de cara al sueño eterno de sumar al 70% del sistema político a un esquema de gobierno, algo de lo que él mismo contó en su discurso ante los CEOs de IDEA y que lleva el sello del creativo Seita. Fuera de Juntos, a Larreta le interesan dos figuras: el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti y el candidato errante de la provincia de Buenos Aires, Florencio Randazzo. Con los dos, dicen a su alrededor, mantiene los puentes abiertos. Falta una eternidad y nada puede anticiparse, pero Larreta se dice aferrado a una certeza. Si cumple su sueño presidencial, necesitará un apoyo político formidable para llevar adelante un plan económico como el que, según cree, hace falta para sacar a la Argentina de la crisis.

DG/WC

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