Cambio climático: los ricos producen muchos más gases de efecto invernadero que los pobres.
Las consecuencias de la crisis climática, como las sequías, los incendios o las inundaciones, ya se hacen sentir en todo el mundo. Para frenar la catástrofe, muchos países -entre ellos Alemania- se comprometieron a frenar el calentamiento global muy por debajo de los dos grados centígrados. Para alcanzar este objetivo, en las próximas décadas sólo podrá liberarse a la atmósfera una cantidad limitada de CO2, el gas de efecto invernadero más nocivo.
Si se aplicara un principio fundamental de justicia, esto significaría que, en términos puramente matemáticos, cada persona dispondría de unas tres toneladas anuales de CO2 hasta mediados de siglo, según explica el investigador Hans Joachim Schellnhuber, del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam. Sin embargo, los alemanes están muy lejos de eso. Se calcula que por término medio, cada persona produce entre ocho y diez toneladas anuales.
Muchos millonarios llegan a producir más de 100 toneladas de CO2 al año, y los superricos miles de toneladas per cápita. La mayoría de los ricos protagonistas del reportaje “El cambio climático y los ricos” no muestran ninguna voluntad de limitar su comportamiento perjudicial para el clima. Uno vuela en jet privado, otro conduce por puro hobby un auto deportivo devorador de gasolina.
Por ello, el reconocido científico Schellnhuber pide la introducción de un límite individual de CO2 y por el comercio privado de derechos de CO2. “Cada persona emite tres toneladas de CO2 al año. Si necesitás más, tenés que comprarlo a otros que consumen menos”, sugiere Schellnhuber. Sin embargo, el ministro alemán de Economía y Protección del Clima, Robert Habeck, del partido Alianza 90/Los Verdes, rechaza la propuesta.
Nuevo fondo climático da esperanza a países en desarrollo
Esta semana se celebra la COP28, un año después de la última cumbre de Egipto, donde en un clima de tensión los líderes mundiales habían acordado establecer un fondo destinado a los países pobres, en concepto de las consecuencias del daño causado por cambio climpatico. Fue un paso histórico, ya que los países ricos asumieron la responsabilidad de su contaminación de carbono. Pero, para muchos países, las medidas para reducir las emisiones fueron insuficientes.
“Conseguimos un acuerdo sobre el nuevo fondo”, dijo Marjo Nummelin, la negociadora climática de Finlandia, “pero pensamos que no puede haber otra COP donde no haya un progreso real en la agenda de mitigación (climática)”. De hecho, el futuro de este fondo es incierto, poque los países tienen que acordar quién va a pagar, quién vá a recibir el dinero, cuánto se va a transferir y en qué circunstancias. En Bonn comenzaron las negociaciones al respecto.
Responsabilidad histórica por el cambio climático
Evaluar la vulnerabilidad de los países candidatos para acceder a la financiación y decidir qué países tendrían que contribuir al fondo, fue el centro de la discordia. Las naciones desarrolladas quieren contribuciones de los estados del Golfo, ricos en petróleo, y de China, que a pesar de ser la segunda economía más grande del mundo, después de Estados Unidos, está categorizada como país en desarrollo.
Aunque China emite más dióxido de carbono que cualquier otro país, Estados Unidos sigue siendo el mayor emisor histórico. Desde la Revolución Industrial en el siglo XIX, emitió a la atmósfera casi el doble de CO2 que China. “Cuando se trata de obligaciones legales y morales, ésta recae en los países ricos debido a su responsabilidad histórica”, dijo Singh, de Climate Action Network International.
La recomendación del comité de transición presentada a los delegados de la COP28 no exige un compromiso de los países industrializados para contribuir al fondo, sino que los insta a contribuir y alienta a las naciones en desarrollo a hacer lo mismo.
Objetivos financieros para un nuevo fondo
A pesar del acuerdo sobre un fondo, no se fijó un objetivo claro: Emiratos Árabes Unidos y Alemania anunciaron que aportarían, cada uno, 92 millones de euros. Las naciones en desarrollo esperan lograr miles de millones. Según la London School of Economics, las pérdidas y daños en los países en desarrollo podrían alcanzar un total de entre 290 y 580 mil millones de dólares anuales hasta 2030.
Hay cierta desconfianza hacia este fondo, porque ya en 2009, las naciones industrializadas acordaron movilizar 100 mil millones de dólares anuales hasta 2020 y no se logró hasta 2023. Preety Bhandari, asesor principal del Programa Climático Global del Instituto de Recursos Mundiales, cree que “tenemos que intentarlo. No podemos rendirnos sólo porque no ha habido un progreso adecuado. Si el tema no se pone sobre la mesa, si nos rendimos desde el principio, entonces toda la batalla está perdida”.
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