La pandemia entra en su tercer año batiendo récords de contagios pero con las muertes estabilizadas por las vacunas
La pandemia se dispara, pero no. Se multiplican los contagios por el mundo, especialmente en Europa y EEUU, hasta alcanzar el millón diario, varios países rompen récords de positivos día tras día, pero el número de fallecidos se mantiene relativamente estable en 6.000 por jornada, especialmente allí donde se ha vacunado masivamente. Ómicron, la cepa que parecía que venía a volver a encerrarnos a todos en casa, acabó convirtiéndose en la variante que puede sacarnos de la pandemia, según parece interpretarse de las decisiones políticas que se tomaron esta semana pasada y según empiezan a apuntar muchos expertos con prudencia.
Hace dos años ya que el mundo empezó a girar la cabeza hacia China. Wuhan, una de las tantas ciudades enormes del país asiático que casi nadie conocía ni de oídas, se convertía en el centro de atención. Los noticieros hablaban de un virus de origen incierto que se extendía con rapidez. Desde occidente se observaba con estupefacción, y probablemente cierta incredulidad fuera de los circuitos científicos, cómo el gigante asiático decidía encerrar a millones de personas en sus casas en un intento inútil –esto se sabría después– de contener un patógeno que se esparcía como una mancha de aceite. Pasó un mes, dos, y millones de chinos seguían encerrados. “¿Te imaginas pasarte dos meses metido en casa?”, se preguntaba la gente como quien habla de una película de ciencia ficción.
Pues fueron tres. 99 días en el caso español, específicamente. Durante algunas semanas de la primavera de 2020 se dio la circunstancia inédita de que la práctica totalidad del planeta estaba confinada al mismo tiempo. Hoy, dos años después, todo el mundo sabe qué es Wuhan, qué es el SARS-CoV-2 y probablemente tengamos más nociones de salud pública que nunca. En estos 24 meses el Covid-19 dejó 5,4 millones de muertos en todo el globo y más de 283 millones de contagiados. Y eso con las cifras oficiales; existe un consenso bastante extendido en cuanto a que la estadística está infrarrepresentando el impacto que está teniendo la pandemia.
Hoy, dos años y seis olas después, la evolución del coronavirus dibuja un panorama paradójico y muy desigual. Paradójico en occidente, donde la incidencia está disparada por ómicron pero la mortalidad se mantiene relativamente estable y los gobiernos europeos y norteamericanos empiezan a desescalar de alguna manera, reduciendo la duración de los aislamientos y las cuarentenas en una decisión que tiene tanto de científica como de socioeconómica, según valoran los epidemiólogos: hay que mantener la sociedad funcionando.
Y es desigual en el planeta en su conjunto, con enormes diferencias de impacto según países y continentes, y sobre todo un abismo en cuanto a la vacunación que, ya está aceptado, marca la diferencia en cuanto al impacto más grave del virus.
Los fallecimientos, estables desde octubre
Por primera vez desde que comenzó la pandemia de Covid-19, se registraron más de ocho millones de casos en todo el mundo en tan solo una semana. Eso significa que, de media, se superó el millón de contagios detectados al día, una cifra muy superior a los récords alcanzados en las anteriores olas.
Sin embargo, esta subida fulgurante de los casos no viene acompañada, por ahora, de un aumento en la mortalidad. En todo el mundo se han contabilizado cerca de 43.000 defunciones durante la última semana, una cifra que se mantiene estable desde mediados de octubre y hasta se está reduciendo. Esta cifra de fallecidos es menos de la mitad de la que se registró a finales de enero de este año, cuando se superaron las 100.000 defunciones por coronavirus en el mundo en siete días.
Para interpretar correctamente estas cifras hay que tener en cuenta que solo se muestran los casos que han detectado y las muertes que han registrado las autoridades sanitarias de cada país desde el inicio de la pandemia. Es decir, los datos están muy relacionados con la capacidad de testar a la población de cada Gobierno en cada momento.
Además, es posible que los países que están detectando ahora una subida de casos, registren en las próximas semanas un aumento de la mortalidad. Según el estado de la campaña de vacunación en cada país, junto a otros factores, este crecimiento puede ser mayor o menor.
Los récords de contagios se repiten alrededor del mundo
Con más de 600.000 y casi 400.0000 casos registrados de media al día respectivamente, Europa y Norteamérica son actualmente los focos de la pandemia. En el viejo continente, la incidencia actual es de 950 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días y en el norte del continente americano la incidencia supera los 1.000 casos. Nunca había habido tanta población contagiada a la vez en los dos años que llevamos de pandemia.
Aunque con incidencias menores, la pandemia también alcanzó su récord esta semana en África y Oceanía, donde se registran 43.000 y 12.800 casos de media al día respectivamente. En el continente africano la incidencia ya superó la registrada en verano y en Oceanía los contagios actuales casi triplican el máximo alcanzado este otoño.
Si miramos país por país, hay 28 en todo el mundo donde el récord de casos se registró en las últimas dos semanas. Se trata principalmente de países de Europa, Norteamérica y África, aunque también se cuelan en la lista Australia, Puerto Rico, Vietnam y Laos. En 20 de ellos el día récord fue el último con datos disponibles, lo que significa que la curva de contagios aún no ha tocado techo.
Dinamarca, Irlanda y Reino Unido son los países de más de un millón de habitantes que registran actualmente una mayor incidencia y que es además la mayor de su serie. En el país nórdico se han detectado 3.357 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días y en los dos de las islas británicas se superan los 2.000 casos.
Aún así, la mortalidad por coronavirus en estos países sigue lejos de los récords alcanzados el pasado invierno. Entre 4 y 6 personas de cada 100.000 habitantes están muriendo en un mes por coronavirus, una cifra que en Dinamarca está en aumento.
En estos países, la vacunación está ya en una fase avanzada. En Dinamarca el 78,7% de la población tiene la pauta completa y el 46% recibió también la dosis de refuerzo. En Irlanda el 77,6% lleva las dos dosis y un 41%, la inyección extra. En Reino Unido son el 69,7% los que han recibido la pauta completa y a casi la mitad de la población ya se le ha administrado la tercera.
En esta línea se encuentra España. Con casi el 80% de la población vacunada con dos dosis, este país vivió en los últimos días el impacto de ómicron con niveles de contagios sin precedentes hasta la sexta ola. Si el anterior récord de contagios comunicados en un solo día no alcanzaba los 45.000 en plena tercera ola de coronavirus, esta semana se han llegado a notificar más de 160.000. Sin embargo, el impacto de esas cifras en la mortalidad no tiene nada que ver. Frente a los casi 500 fallecidos diarios que se registraron en el pico de la tercera ola, la media actual es de 55 fallecimientos diarios, diez veces menos, pese a un número mucho mayor de contagios.
La situación es muy diferente por ejemplo, en Rusia, donde la vacunación no ha alcanzado ni a la mitad de la población y solo un 5% de sus habitantes lleva la dosis de refuerzo. Este país registró su récord de contagios a mediados de noviembre, sin ómicron, cuando se detectaron 373 casos por cada 100.000 habitantes. Unas semanas más tarde llegó el récord de mortalidad: 25 muertes por cada 100.000 habitantes en 30 días.
Con más de 50 defunciones por cada 100.000 habitantes en un mes, Trinidad y Tobago es el país con la mayor tasa de mortalidad. Llegó al pico de contagios hace apenas dos semanas y el coronavirus ya está teniendo un efecto grave sobre la mortalidad. En este país solo el 48% de la población recibió la pauta completa de vacunación y el 5%, la dosis de refuerzo.
El patrón se repite en varios países del este de Europa. En Hungría, Eslovaquia, Croacia, Bulgaria y Polonia se están contabilizando más de 30 muertes por cada 100.000 habitantes en 30 días, unas cifras que se han alcanzado poco después de alcanzar el récord de contagios. En estos países menos de dos tercios de la población está vacunada. En Hungría, el país con más vacunados de la zona, son el 62%; en Bulgaria, apenas el un cuarto.
Ómicron es menos grave
Los epidemiólogos coinciden en que la situación actual obedece con carácter general a que ómicron está teniendo un impacto menor sobre la población en términos cualitativos, aunque los cuantitativos están disparados. Es menos grave, explican, aunque aún no se haya conseguido discernir del todo si se debe a que la cepa en sí es menos agresiva aunque más contagiosa o si se debe a que los sistemas inmunitarios están respondiendo mejor debido a la exposición al virus en buena parte de la población, ya sea a través de las vacunas o de infecciones previas. Pero siempre con prudencia.
“Es cierto que todo apunta que ya sea por la vacuna o por la naturaleza del virus parece que ómicron es menos grave que delta, pero cuál es la magnitud de esta menor gravedad y si es capaz de compensar el aumento tan enorme del número de contagios habrá que verlo”, observa Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid.
Porque este es el peligro de ómicron: un porcentaje de hospitalizaciones muy bajo en una cifra de contagiados muy alta, y el pico de esta ola aún está por llegar –al menos en España–, puede provocar la misma saturación hospitalaria que una situación con menos contagiados pero en la que una mayor proporción de ellos acaba ingresado. Y las hospitalizaciones, recuerdan los expertos, llevan un desfase respecto a la incidencia de entre diez días y dos semanas, por lo que hasta que no empiece a bajar la curva no habrá certezas.
Aunque España todavía está en la fase ascendente de la curva de contagios provocada por ómicron, los datos que llegan de otros países como Sudáfrica, donde primero se secuenció esta variante, apuntan a que esta sube igual de rápido que baja. Pero, advierte Mario Fontán, equiparar situaciones para sacar conclusiones sería un error: “No sabemos si esto va a ocurrir en nuestro territorio o qué pasará a futuro, si ómicron mutará o aparecerá una variante nueva, no hay que dejarse llevar por estos datos”.
Artalejo incide en esta idea, señala por ejemplo que allí es verano (y en verano es más fácil hacer vida al aire libre) y en España invierno o que en el país africano se considera al Covid una enfermedad leve y dejaron de aislar a los pacientes. “No sabemos en qué medida ese descenso tan abrupto se debe en parte también a que se esté diagnosticando menos”, apunta, mientras recuerda que esa afirmación se puede extrapolar a todo el planeta.
Esta nueva situación de contagios disparados pero los casos más graves bajo un cierto control ha llevado a algunos expertos a empezar a pensar en un cambio de ciclo con el virus. “Estamos expectantes para transitar hacia una situación nueva, con todas la incertidumbre que supone desconocer el impacto que tendrá en el futuro la COVID persistente o las nuevas variantes, pero a la vez una expectativa positiva en la que avanzamos hacia una posición en la que la COVID se convierta en una gripe”, opina Ildefonso Hernández, exdirector general de Salud Pública.
La propia OMS concede, a través de su director para Emergencias, Mike Ryan, que es probable que la pandemia evolucione a endemia, pero “es improbable que el virus desaparezca del todo”, una posibilidad con la que se jugó en los primeros estadios pero que se ha revelado inviable al menos en el medio plazo.
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