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Ecoansiedad: cómo el temor a una catástrofe ambiental repercute en la salud mental

El término “ecoansiedad” se utiliza para hacer referencia al temor constante que ciertas personas sienten ante la posibilidad de un cataclismo ambiental

Gabriel Tuñez

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“El 3 de julio fue el día más caluroso de la historia”, “Científicos alertaron que el Océano Ártico podría quedarse sin hielo entre 2030 y 2050”, “Más de la mitad de los lagos del planeta perdió agua por culpa del calentamiento global y el consumo humano”, “Advierten que algunas enfermedades que habían estado atrapadas en el hielo desde tiempos prehistóricos revivieron a causa del cambio climático”. El deterioro del medio ambiente motivado por las consecuencia del calentamiento global no solo repercute negativamente en la salud física de las personas, sino también en la mental, bajo un cuadro que los especialistas denominan “ecoansiedad”, un término que comenzaron a acuñar en la década del 90 pero que se escucha de forma más frecuente a partir de la aparición de la pandemia de Covid-19.

La Organización Panamericana de Salud (OPS) sitúa al cambio climático como la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI, a raíz del impacto directo que tiene en las poblaciones las olas de calor, sequías, tormentas, enfermedades respiratorias, desnutrición, inseguridad alimentaria y del agua; y desplazamientos forzados. Justamente el término “ecoansiedad” se utiliza para hacer referencia al temor constante que ciertas personas sienten ante la posibilidad de un cataclismo ambiental. Angustia emocional, ansiedad, depresión, duelo y, eventualmente, tendencias suicidas son algunos de los cuadros que pueden comprenderse dentro de la ecoansiedad, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), presentado a mediados de 2022 con motivo de la Conferencia de Estocolmo+50, celebrada en la capital sueca.

Dévora Kestel, directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, advirtió en aquel momento que el impacto del cambio climático “está agravando la situación ya de por sí sumamente complicada en que se encuentran la salud mental y los servicios de salud mental a nivel mundial. Casi mil millones de personas viven con trastornos mentales pero, en los países de ingreso bajo y mediano, tres de cada cuatro personas no tienen acceso a los servicios necesarios”, declaró a la prensa internacional. Por ese motivo, aconsejó aumentar el apoyo en materia de salud mental y psicosocial en el marco de las medidas de reducción del riesgo de desastres y relacionadas con el clima. De esa manera, sostuvo, “los países podrán hacer más para ayudar a proteger a las personas que corren mayor riesgo”.

“Mi hijo, de 10 años, tiene pesadillas con el cambio climático”, contó Agustina a elDiarioAR. Los “malos pensamientos”, como le llama el niño, comenzaron después de una charla que una investigadora científica que trabaja en la Antártida dio a las y los alumnos en la escuela a la que concurre su hijo. Allí habló sobre el derretimiento del hielo y las consecuencias a futuro que traería esa situación para la humanidad.

Algo similar comentó a elDiarioAR Ezequiel, padre de una niña de 11 años, quien no quiso ver, como parte de una tarea escolar, el capítulo “Agua dulce”, parte del documental de Netflix “Nuestro planeta”, porque allí se habla de la sequía y la disminución de recursos hídricos en la Tierra. “Me dijo que le da miedo lo que pueda venir”, indicó el padre.

Este tipo de temores no solo afectan a niños, niñas y adolescentes, sino que también alcanzan a jóvenes y adultos. 

Durante la pandemia comencé a ver que mis alumnos empezaban a desesperarse cuando tocábamos temas ambientales. Los más resilientes dicen: ‘No voy a tener hijos porque vamos a dejarle esta descendencia a este planeta espantoso’.

lrene Wais Bióloga

Durante la pandemia comencé a ver que mis alumnos empezaban a desesperarse cuando tocábamos temas ambientales. La verdad es que es una situación difícil. Lo que veo con los pibes es que los más resilientes dicen: ‘No voy a tener hijos porque vamos a dejarle esta descendencia a este planeta espantoso’. Y a los que son menos resilientes los veo vulnerables”, expresó a elDiarioAR lrene Wais, bióloga, ecóloga y docente en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Wais también integra la Red Argentina de Investigadores e Investigadoras en Salud (RAIIS) junto a la psicóloga Marisa López, que aborda problemáticas como la ecoansiedad desde un encuadre mental. López comentó a elDiarioAR que más allá de las preocupaciones y tensiones que surgen alrededor del agravamiento del cambio climático, también resulta necesario, en algunos casos, “bajar el tono” porque cuando se habla de ecoansiedad, dijo, no solo se hace referencia a una situación de catástrofe planetaria, sino también a cualquier otra problemática cuyo contexto pueda ser el hogar, la escuela o la familia. “El concepto de ecoansiedad es interesantísimo para el plano climático, pero también me parece que tiene que ver con ampliarlo a las relaciones humanas. Independientemente de bajar toda la información respecto al tema planetario y que la naturaleza tiene sus derechos, debemos ser agentes replicadores de empatía y de contención. ser un abrigo para el otro”, sostuvo.

Operadores en crisis

López comenzó a investigar hace varios años aspectos psicológicos que derivan en crisis suicidas. Para enfrentar situaciones de ese tipo conformó un grupo de “operadores en crisis”, integrado por unos 50 profesionales que desde sus distintas especialidades aborda cuestiones de salud desde un enfoque social y que se abre a la comunidad para atender distintas problemáticas, entre ellas la ecoansiedad. El equipo de “operadores en crisis” procura contener y ser empático desde un aspecto interdisciplinario e intersectorial. “A partir de allí empezamos a transitar el concepto de ecoansiedad como aquellas situaciones que experimenta el ser humano en su contexto”, indicó.

Para Wais, por su parte, que una persona se encuentre “todo el tiempo escuchando noticias” acerca de situaciones catastróficas como inundaciones, sequías y otros fenómenos climáticos de gravedad derivan en una situación de crisis y una potencial tendencia al suicidio. “Hay posibilidad de actuar y todos tenemos que aportar nuestro granito de arena más allá de lo que hagan las autoridades para mejorar la situación ambiental del planeta. Que sepamos qué hacer para manejar este concepto de ecoansiedad en los sistemas de salud, educativos y también en los medios de comunicación”, destacó.

En ese sentido, Wais señaló que la ecoansiedad tiene características específicas que la diferencian de otra situación de ansiedad, porque detrás de la ecoansiedad hay un temor racional a causa de fenómenos reales que efectivamente ocurren, que ya son visibles y dignos de preocupación.

López, en tanto, destacó como un hecho positivo que en 2022 el Gobierno nacional pusiera en funcionamiento el Dispositivo de Orientación y Apoyo en la Urgencia de Salud Mental, al que se accede llamando al 0800-999-0091, cuya atención está a cargo de profesionales y que funciona las 24 horas de los 365 días del año.

El Dispositivo proporciona orientación, información, orientación, contención, apoyo psicosocial, por ejemplo, en situaciones de ecoansiedad. Si la situación lo requiere, los profesionales podrán disponer una derivación a la Red Local de Salud Mental, según la jurisdicción desde donde se haya efectuado el llamado.

GT/MG

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