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MaMagazine, una revista española para hablar de los claroscuros de la maternidad

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Victoria Gabaldón, creadora de Mamagazine.

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Debajo de la madre que pasa la noche en vela dando de mamar a su bebé, que se despierta cada día para hacerle el desayuno a sus hijos y llevarlos al colegio, que limpia una y otra vez el zumo derramado sobre la mesa de la cocina, sobre el suelo, sobre el sofá, debajo de la madre que encuentra migas de pan y galletas en cada pequeño rincón de la casa —detrás del radiador, en la sillita de paseo, en los cojines de la cama—, hay otra yo que grita de desesperación y deseo. Es precario el equilibrio que sostiene a esa madre —que somos todas las madres del mundo— en la soledad de su casa cuando mece a sus hijos en los brazos y no hay nada más allá de ese presente tan pequeño, tan cotidiano. De vez en cuando, esa otra yo aparece en forma de dolor, de presión en el pecho, de costra en la piel o de un profundo asco hacia la vida. Y una se pregunta: ¿esto solo me pasa a mí?

Algo así debió pasársele por la cabeza a Victoria Gabaldón cuando comenzó a fantasear con la idea de crear un cuarto propio para las madres. “Con mis dos maternidades sentí mucha frustración. Sentí que estaba muy sola en esto, aunque estuviera rodeada de gente”. Gabaldón había trabajado en el mundo de la publicidad, primero, y en el discográfico, después, y ambos resultaron incompatibles con la crianza de sus dos hijos: Julieta, de 11 años, y Darío, de 6. Toda una vida queriendo escribir, y la maternidad le había dado la idea y la fuerza necesaria para creer que podía hacerlo. Así nació en 2019 MaMagazine, una página web sobre la maternidad desde una perspectiva cultural que, después de dos años de andadura digital y un crowdfunding, ha dado el salto al papel.

Cuando le pregunté a Victoria acerca de lo cotidiano y lo pequeño detrás de su proyecto, me contó que MaMagazine, en un inicio, fue su trabajo no pagado mientras dedicaba horas a otros trabajos remunerados. “Esta revista está forjada en muchos cafés de Madrid, con muchas horas de Zoom a cuestas y siendo el salón de mi casa, también, mi despacho. Siendo mi cocina el almacén”.

En la web, hay un espacio dedicado a la maternidad y la creación donde Victoria entrevista a escritoras y artistas. He leído todas esas entrevistas de arriba abajo, las leo desde que se estrenó la revista y es que hay algo que me recuerda a cuando yo comencé con La tribu, mi proyecto personal sobre literatura feminista: una mujer que cansada de estar sola decide abrir su cuarto propio a otras mujeres que, tan solas como ella detrás de una ventana digital, encuentran entre esas paredes de bytes un espacio donde sentirse acompañadas.

Hay una pregunta que se repite en esas entrevistas: “¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre y después?”. El yo pre maternal y el yo actual abriéndose paso a través de la página, intentando llenar esos vacíos de frustración y deseo. Merece la pena leerlas, leer las voces honestas de todas estas creadoras que han visto escindidas sus identidades. En una entrevista, la escritora y traductora Blanca Gago confiesa que, cuando se quedó embarazada de su hija mayor, se metió de lleno en la crianza. Tuvo dos hijos muy seguidos y enterró la escritura, la traducción, y la literatura, todo aquello que era una parte tan importante de ella.

“Durante cuatro o cinco años, viví en la nebulosa de la crianza intensiva, las noches sin dormir, el día a día con dos niños pequeños y un trabajo a media jornada. Apenas podía concentrarme, no tenía ese espacio mental que requiere la escritura, la creación. Sin embargo, eso cambió con el tiempo: cuando mis hijos crecieron y pude organizarme y dormir mejor, otorgué un nuevo espacio a la escritura, la traducción, la reflexión… Ahí afloró toda la fuerza creativa que se había gestado esos años, y empecé a trabajar con un entusiasmo nuevo y maravilloso”.

Los claroscuros

Se habla poco de los claroscuros de la maternidad, de esa feroz soledad que viven las madres intentando salir adelante con sus criaturas en un mundo que las cuestiona y las hace dudar constantemente. Pero se habla menos todavía de la potencia creativa de la maternidad. Tanto Victoria como Blanca gestaron sus proyectos más personales y satisfactorios después de ser madres. Y es algo que se repite en muchas creadoras. En otra entrevista, la escritora Pilar Quintana confiesa que la maternidad le ha dado hondura y conocimiento. “Me ha hecho entenderme y conocer aspectos de mí que solo pude explorar porque soy madre”.

En el primer número de la revista en papel, hay una entrevista a la escritora y editora Iria Marañón que sorprende por su sensibilidad y naturalidad. Dos mujeres que se encuentran para hablar sobre la maternidad pero, sobre todo, sobre ellas mismas y su papel como hijas. Victoria perdió a su padre en 2019 y su madre estaba en tratamiento por un linfoma y un día que estaba en la puerta del colegio esperando a sus hijos se encontró con Iria, que llevaba a sus hijas al mismo colegio.

Victoria cuenta en la entrevista que estaba muerta de miedo, tenía ataques de ansiedad que la hacían tener un terrible dolor en el pecho tan fuerte que necesitaba irse corriendo a casa y respirar. Pero no podía, sus hijas estaban a punto de salir y, entonces, se acercó Iria a preguntarle cómo estaba y, cuando Victoria le contó lo que le pasaba, Iria le contó parte de su historia personal: en pleno puerperio, con una bebé de 11 días y una hija de 3 años, perdió a su madre. Pocos días después, murió la madre de Victoria y ella no podía dejar de recordar las palabras y la historia de Iria, que fueron “como un sincero abrazo, como si Iria me hubiese cubierto la espalda con una manta de espeso terciopelo oscuro”.

Cuenta Elena Ferrante en su último libro, En los márgenes, que la lectura de un libro de Adriana Cavarero le dio la clave para armar la trama y la relación entre esas dos amigas de su tetralogía La amiga estupenda. Leyendo a Cavarero se dio cuenta del carácter narrativo de las amistades femeninas. Algo así ocurre con MaMagazine. Es un sincero abrazo, funciona como un mecanismo de reciprocidad: la otra conoce tu historia, y a su vez, puede contarte la suya. Y así, detrás de la madre que madruga para escribir unas horas antes de que sus hijos abran los ojos, hay otra madre que leerá ese texto y se sentirá menos sola.

CGDLC

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