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Muertes por calor, infecciones o tiempo extremo: ningún país es inmune a los daños en la salud del cambio climático

Una mujer se protege del sol intenso

Raúl Rejón

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Ningún país está a salvo, por rico que sea. Todos padecen los daños sobre la salud de la crisis climática, ya sea por el exceso de calor, las olas de frío o la expansión de enfermedades que provoca la alteración del clima causada por las actividades humanas, como evidencia el quinto informe Countdown de la revista The Lancet publicado el 2 de diciembre.

La advertencia se basa en la revisión de 120 investigadores y ofrece datos globales casi apabullantes: aumentaron un 54% las muertes por calor en personas mayores desde el año 2000. 296.000 personas fallecieron por estas causas en 2018. Los casos de dengue crecieron un 15%. También los de malaria y los causados por bacterias vibrio como el cólera en algunas partes del mundo.

Todos estos patógenos encuentran ahora mejores condiciones para propagarse. La superficie de la Tierra que soporta sequía excesiva se duplicó. Las lluvias torrenciales, los huracanes y los grandes incendios obligaron a los países a poner en marcha dispositivos específicos para amortiguar su impacto sobre la salud. Y a mayores recursos, mejores dispositivos. Los países empobrecidos padecen cinco veces más pérdidas que los ricos por episodios meteorológicos extremos.

“El cambio climático amenaza la salud global cada vez más y sobrecargará los sistemas sanitarios que no están preparados” concluye el informe, que revisa más de 40 indicadores en cientos de países de todo tipo de rentas.

“Las condiciones creadas por el cambio climático son cada vez más propicias para la transmisión de enfermedades infecciosas”. Así explica el trabajo de estos científicos de más de 30 instituciones cómo está aumentando el riesgo para las personas y la distribución de patologías transmitidas mediante los insectos, la comida y el agua. El documento menciona diversos vectores, pero entre los más destacados está el mosquito Aedes albopictus, el mosquito tigre. Su picadura es capaz de inocular los patógenos del dengue, el zika o el chikungunya.

“Las amenazas a la salud humana se están multiplicando e intensificando debido al cambio climático y, a no ser que cambiemos de rumbo, nuestros sistemas sanitarios corren el riesgo de verse desbordados en el futuro”, comenta Ian Hamilton, el director del estudio.

Una pésima inversión económica

Lo que viene a decir este análisis es que casi todo fue a peor desde que se iniciaron estas revisiones hace cinco años, al firmarse el Acuerdo de París contra el cambio climático en 2015. “Describimos un mundo cada vez más cálido que afecta a la salud humana directa e indirectamente”.

Y para no limitarse al área sanitaria (o ambiental), The Lancet expone diversos impactos que el daño a la salud conlleva en las economías de los países. “El alto coste en vidas y sufrimiento está asociado a efectos sobre los resultados económicos”, advierte. 302.000 millones de horas de capacidad de trabajo se esfumaron en 2019 por estos motivos.

El incremento constante de las temperaturas globales (sin ir más lejos a principios de diciembre se supo que 2020 será seguro uno de los tres años más cálidos registrados) perjudica al sector agrario y con ello a la seguridad alimentaria de las personas. El calor ascendente junto al aumento de los episodios extremos de lluvia o granizo hicieron declinar la productividad de los cultivos principales. El trigo y el maíz, por ejemplo, maduran antes. Demasiado pronto, de hecho, por lo que estas plantas crecen durante menos tiempo que el promedio entre 1980 y 2010. 

Si se monetizara la carga de la mortalidad por exceso de calor en el mundo, el cálculo pasaría de ser el 0,23% del producto interior bruto mundial en el año 2000 al 0,37% en 2018. Los peor parados son los estados europeos, cuyos costes por este impacto sobre la salud de sus ciudadanos equivalieron a los ingresos medios de 11 millones de europeos y el 1,2% del PIB continental. El cambio climático se reveló como una pésima inversión.

RR

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