Saneamiento de la cuenca

¿Tortugas acuáticas y navegación turística en el Riachuelo? Los avances y deudas a 15 años de un fallo histórico

El Riachuelo conserva, en el ideario general, uno de los peores recuerdos en materia de gestión del medio ambiente. Basura, desechos industriales, olor nauseabundo y barcos abandonados son algunas de las imágenes que arrojaba la zona. Si bien los vecinos de la zona aseguran que “sigue siendo un río contaminado” y que el impacto de su saneamiento en los barrios es todavía es “escueto”, desde el histórico fallo “Mendoza” que dictó la Corte Suprema de Justicia en 2008, la historia comenzó a cambiar. 

ElDiarioAR participó de una jornada de navegación desde el muelle de ACUMAR, ubicado al lado del Puente Bosh, hasta la desembocadura del Riachuelo en el Río de la Plata. A lo largo del recorrido puede constatarse que las obras de saneamiento dieron como resultado la recuperación de su paisaje natural: peces, juncos, tortugas acuáticas y una gran variedad de aves. Antes de fin de año, un tramo podrá utilizarse para la navegación con fines turísticos.

El histórico fallo “Mendoza”

En 2008 un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación obligó a la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) ―que había sido creada a través de un decreto presidencial firmado por el ex presidente Néstor Kirchner en 2006― a realizar un programa con los objetivos de mejorar la calidad de vida de la población de la cuenca, recomponer el ambiente en todos sus componentes y prevenir daños.

“En ese momento se empezó a trabajar en el primer Plan de Saneamiento Ambiental, que después se fue modificando”, apunta Antolín Magallanes, director general de Gestión Política y Social de ACUMAR.

El proceso de saneamiento

Una de las principales tareas del saneamiento es la “limpieza del espejo de agua”, que se lleva adelante a través de barreras flotantes que contienen los residuos sobrenadantes. En función del caudal del río, los vientos, las mareas y el terreno, los residuos fluyen por el agua hasta ser interceptados por estas barreras. Además, se emplean catamaranes para recolectar los objetos más pequeños que quedan en el agua.

Otras medidas que se llevaron a cabo durante este proceso fueron la erradicación de grandes basurales, algunos de hasta 10 o 12 hectáreas, y el control industrial. ACUMAR se encargó de realizar el empadronamiento de un total de 1400 empresas. Luego, se determinó cuáles eran contaminantes y cuáles no. “Estábamos en 800 empresas que eran agentes contaminantes y ahora estamos en 500, pero no todas son lo mismo. Hay 20 que son las más grandes aportantes y sobre esas está puesto el foco. Todas tienen su plan de reconversión y todas están cumpliendo”, resume Magallanes.

Un punto a destacar es que el año pasado el ex Mercado de Hacienda dejó de volcar residuos orgánicos. Fabio Márquez, director de la Comisión de Participación Social de ACUMAR, cuenta que “el año que viene entrará en funcionamiento el parque industrial curtidor en Lanús para el tratamiento de las decenas de curtiembres que están en la cuenca”.

Magallanes también menciona la importancia que tuvo la ampliación de la red cloacal por parte de Aysa. Cuando empezó el proceso de saneamiento había un 20% de capacidad y hoy en día es de un 60%. “El objetivo es llegar a un 80 o un 85%. Se estima que se alcanzará dentro de 5 años”. Los desechos cloacales representan el 70% de la contaminación del agua. El restante 30% es industrial y otros residuos.

En algunas zonas del Riachuelo, sobre todo en la llamada Vuelta de Badaracco, aún se pueden ver montículos de arena que recuerdan los 84 barcos que estaban varados y abandonados y que ACUMAR se encargó de desguazar y quitar, al igual que 100 automóviles.

El plan también contempla la limpieza de las márgenes del río. Del lado de la Ciudad de Buenos Aires esa tarea es realizada por una empresa privada contratada por el GCBA. Del lado de la provincia de Buenos Aires, lo limpian cooperativas. Ahora en los bordes crecen juncos y flores acuáticas que antes no se veían.

A su vez, hace poco se incorporaron los llamados “guardianes ambientales”, que salen en duplas compuestas por un inspector y una persona vinculada a la prevención y que recorren la cuenca todos los días.

“Todos estos procesos hacen que el río no tenga más ese olor a huevo podrido histórico y que el espejo de agua esté más limpio. Además, un ambiente tan contaminado podía traer consecuencias en la salud como migrañas permanentes, problemas respiratorios, de piel, etc.”, advierte Magallanes. 

Cambios en el paisaje, flora y fauna

Hoy en día existen 150 variedades de peces en toda la cuenca, que ingresan, cada vez en mayor cantidad, con la sudestada desde el Río de la Plata. También es común ver garzas, tortugas de agua, gallaretas y sapos. “Eso da cuenta de la mejora de la calidad acuática. De a poco el río va recuperando su paisaje original”, asegura Márquez.

Magallanes describe que ahora mucha gente va a tomar mate, entrenar y correr en la rivera. “Este año Pompeya y Barracas festejaron su aniversario del barrio al lado del Riachuelo, algo que no había pasado nunca”.

Las mejoras también provocaron la desaparición de la niebla, una característica del Riachuelo que sirvió de inspiración para tangos y cuadros del artista plástico Quinquela Martín. “La niebla es un fenómeno atmosférico. Cuando se conjuga con un fenómeno de contaminación ambiental aéreo, genera esos frentes muy espesos de niebla. Este año tuvimos un frente de niebla fuerte, natural, y la gente en La Boca sacaba fotos como si fuera una novedad”, afirma Magallanes.

La posibilidad de la navegación

Tras un pedido del ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, la justicia federal habilitó, después de doce años, la circulación de embarcaciones turísticas en un tramo corto del Riachuelo.

Por ahora son 300 metros que formarán parte de un circuito que irá desde Tigre hasta Quilmes. Esto permitirá que, antes de fin de año, comience a haber un movimiento fluvial con fines turísticos con desembarcos en un muelle que se construirá al lado del transbordador Nicolás Avellaneda, entre La Boca e Isla Maciel.

Márquez sostiene que, en la medida que continúe el saneamiento, se podrá avanzar aguas arriba e ir recuperando más navegabilidad. “Imaginamos que pueda ser con lanchas colectivas sostenibles, con motores eléctricos, y que algún día puedas tomarte una lancha en Pompeya y terminar en La Boca, Barracas, o Puerto Madero, como una alternativa de transporte. Esto sería darle una utilidad al río en la cual nos revinculemos con él de un modo práctico”, agrega.

Aspectos pendientes

Más allá de los significativos avances, para Márquez aún resta mejorar la calidad de los espacios urbanos; implementar más infraestructura; realizar intervenciones para recuperar biodiversidad, tanto en el curso principal como en los arroyos; proteger y activar los humedales; y mejorar la conectividad de sistemas cloacales y la provisión de agua potable.

“Es un espacio de 5 millones de habitantes en el área metropolitana de Buenos Aires con déficit de infraestructura y mucha inequidad socioeconómica. La cuenca puede ser un testimonio de cómo equilibrar esas situaciones. Esto requerirá de tiempo y de mucha participación social”, concluye.

Dentro de los objetivos de ACUMAR, se encuentra el reordenamiento del territorio. Para eso, algunos barrios fueron relocalizados, como “El Pueblito”, y otros fueron reurbanizados, como una zona de la villa 21-24.

“También estamos mudando la zona del Meandro de Brian. Es la parte más compleja porque es la famosa zona de quema de CABA, entonces el terreno se elevó a medida que se iba llenando de basura”, apunta Magallanes. 

Las voces de los vecinos y vecinas

Para Diana Aiva, directora del comedor comunitario Casa Usina de Sueños, las obras de saneamiento tuvieron un impacto beneficioso para los vecinos y vecinas de la Villa 21-24 ya que muchos pudieron mudarse a otros predios cercanos al lugar de pertenencia. “Salvo los primeros que tuvieron que irse a Castañares, porque no se pudo hacer otra cosa”, puntualiza.

“Después de muchos años se pudieron concretar placitas y espacios de recreación. El camino es bien espacioso y está cementado. Muchos pudieron cambiar radicalmente su forma de vida. Aunque las edificaciones no son lo que esperábamos, es mejor a como estaban viviendo antes”, señala. Remarca que “falta muchísimo”, y reclama que a muchos vecinos del Camino de Sirga aún no se les adjudicaron departamentos“.

En ese sentido, describe que muchas personas se encontraban viviendo en casas precarias con diversos problemas de salud. “El plomo en sangre estuvo siempre en el barrio, más en esa zona”.

Y agrega: “aunque está penado, algunas empresas siguen tirando algunos residuos al Riachuelo y eso hace que, de vez en cuando, sintamos un olor nauseabundo o tengamos cerca de nuestras casas la basura que se genera en otros lados”.

Por su parte, Nelson Santacruz, también vecino de la Villa 21-24, coincide con Diana respecto a los avances de las obras y destaca que no haya más barcos hundidos, basura flotante, ni  sobrenadantes de nafta, petróleo o aceite. Sin embargo, sostiene que “sigue siendo un río contaminado”. Además, advierte que el impacto de las obras en los barrios todavía es “escueto” y cuenta que, por ejemplo, en Villa Inflamable los vecinos tienen muchas dificultades para acceder al agua potable.

Nelson afirma que aún quedan 1700 familias por relocalizar. “Esto significa que están sufriendo la contaminación del aire, con afecciones respiratorias, y también microbasurales, la presencia de ratas y espacios donde se acumula agua, lo que trae aparejado la proliferación del mosquito del dengue. Somos el barrio popular que más casos tuvo el verano pasado”, dice. 

Santacruz considera “clave” la organización de la comunidad que luchó y marchó tanto en los Tribunales, como en la calle y en los pasillos del barrio. “Sin la insistencia del territorio, esto no hubiese existido. La política pública que vamos consiguiendo como barrio es a partir de la lucha organizada del cuerpo de delegados de la 21-24, los vecinos y vecinas y la fundación Temas”, enumera.

Qué dicen las organizaciones ambientalistas

Giselle Munno Dithurbide es responsable de asuntos legales de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), una de las cinco organizaciones que integran el cuerpo colegiado encargado de realizar un seguimiento del cumplimiento y la ejecución del fallo Mendoza. 

La especialista destaca las tareas de limpieza que se realizaron en los márgenes del río y en el espejo de agua. Además, resaltó el avance que se produjo en materia de obras de red de agua potable, desagües pluviales y saneamiento cloacal. “Una de las obras más importantes de esta categoría es el Sistema Riachuelo de Aysa, que se inauguró hace poco”. 

Luego se refirió a los informes trimestrales que se realizan para medir la calidad del agua y del aire y remarcó que reflejan varias deficiencias. “En estos puntos hay que hacer una mejora importante”, aseveró.

En materia de relocalizaciones, la abogada señaló que hasta la fecha se avanzó en un 35%. Es decir, que hay un 65% que se encuentra pendiente. “Lo que se avanzó fue con soluciones habitacionales para las viviendas que estaban ubicadas en el Camino de Sirga”, detalló. 

Una de las críticas más fuertes es sobre el régimen de vertidos industriales. “Nosotros señalamos la necesidad de acelerar los planes de reconversión industrial de aproximadamente 600 agentes contaminantes. Hay algunos que están en esta situación hace muchísimos años, lo cual es un indicador de que hay que ser más rigurosos en que estos planes se inicien, se ejecuten y se finalicen”.

La abogada señaló que otra deuda pendiente es la designación de un Defensor del Pueblo, un puesto que se encuentra vacante hace 14 años, y que sería “clave” para el seguimiento de la ejecución de esta sentencia.

Por último, enfatizó que hay que continuar trabajando en el saneamiento de los basurales a cielo abierto y que desde ACUMAR se debe fortalecer la gestión y protección de las áreas protegidas y reservas naturales y seguir las recomendaciones legales y técnicas que dan instituciones académicas y otros organismos.

AIC/DTC