La contradicción de Almodóvar, vivir en un bolero

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Hay algunos gestos de Pedro Almodóvar en la introducción a su reciente libro El último sueño (Reservoir Books, 2023) que me atraen. Voy con el primero. Al comienzo del texto el cineasta comenta que muchas veces le ofrecieron que escribiera su autobiografía y que siempre se negó. También revela que le consultaron si le parecía bien que la escribiera otro y tampoco se enganchó con la idea de volverse personaje, de que se hable de su persona. Por último, dice que nunca registró sus días en un diario porque a lo largo de su vida no fue capaz de sostener ese tipo de escritura. Pero apenas una línea después cuenta que este libro de relatos (“yo llamo relato a todo, no distingo de géneros”, advierte) es lo más parecido que puede haber a su autobiografía. Plantado entonces desde el contrasentido y no desde la certeza, confiesa: “Este libro supone mi primera contradicción”.

“Con todo, creo que el lector acabará obteniendo la máxima información de mí como cineasta, como fabulador (como escritor), y del modo en que mi vida hace que una cosa y las otras se mezclen”, señala. Y unos pocos párrafos más adelante también revela que en realidad hay algunas historias de El último sueño que sí pueden leerse como un diario, porque fueron escritas con ese pulso, “sin un ápice de distancia”. “Capturas de mi propia vida en el instante en que la estaba viviendo”, dice, como los relatos sobre la muerte de su madre (el más hermoso, que además le da título al libro) o el de una visita a Chavela Vargas. Me quedo ahí, entonces, en la paradoja como un motor, como una llave, como un crujido potente. En tiempos que demandan certezas las 24 horas, que apuestan a las verdades solemnes o a las escrituras rígidas como murallas, Almodóvar –sí, Almodóvar, después de veintipico de películas gloriosas y más de cuatro décadas dedicadas a reescribir la historia del cine mundial– prefiere rasgar, patinar, exponer una fractura ya expuesta.

Un segundo gesto que anoté también porque me encantó. En alguna parte señala que los relatos incluidos en El último sueño se pueden pensar como complementos de sus trabajos en el cine, tanto de las películas que ya hizo como de las que se vendrán. “Todos ellos son textos de iniciación (no doy por terminada todavía esa etapa)”, apunta de inmediato y otra vez ofrece una puerta contra todas las asertividades y saberes del mundo. En su mirada, que ya asumió como contradictoria, no hay sino iniciación, tránsito, pasaje. En su universo de desamores, de ataques de nervios, de desgarros, de sexo, de pies que no paran de moverse, escribir (filmar) siempre es volver y volver siempre es volver a empezar. “En este nuevo siglo me convierto en alguien más sombrío, más austero y más melancólico, con menos certezas, más inseguro y con más miedo: y es ahí donde encuentro mi inspiración”, remata.

El último gesto que rescato es el que me suena como una invitación. Después de mencionar que su nacimiento como cineasta se da “en plena explosión de lo posmoderno: las ideas vienen de cualquier lugar: todos los estilos y épocas conviven (...) tampoco existía el mercado, solo las ganas de vivir y hacer cosas” esboza que lo suyo es pura aleación. No hay un saber uniforme ni formación cerrada. O si la hay es inestable, pura en su condición de mezcla, profana. “Ahora puedo decir que esos fueron los tres lugares donde me formé: los patios manchegos donde las mujeres hacían encaje de bolillos, cantaban y criticaban a todo el pueblo; la explosiva y libérrima noche madrileña del 77 al 90, y la tenebrosa educación religiosa que recibí de los salesianos en los primeros sesenta. Todo ello se halla concentrado en este volumen, junto con algunas cosas más: el Deseo no solo como productor de mis películas, sino como locura, epifanía y ley a la que hay que someterse, como si fuéramos protagonistas de la letra de un bolero”, concluye. Pero lejos de terminar, con ese movimiento convida. A la lectura, a los relatos, a la contradicción, a las películas, al estado de iniciación infinita, a vivir en un bolero. A asumir, sin jurisprudencia posible, ni parlamentos, ni abogados, ni expertos, la ley menos normativa de todas: la del vaivén del deseo. 

Pongo de fondo a Chavela Vargas y los dejo sin más con una nueva edición de Mil lianas.

1. Había una vez un pájaro, de Alejandra Costamagna. En un viaje misterioso a solas con  su padre por paisajes que no parecen del todo los propios, una nena enumera los perros que se van cruzando. Mansos, peligrosos, con los dientes afilados o callejeros, los animales se parecen a un cable a tierra, a lo poco que puede contar mientras se multiplican los secretos familiares, lo que se dice a medias, los cuchicheos. Es 1975 y la protagonista transita entre la dictadura chilena y la oscuridad predictatorial argentina, entre el recuerdo de lo que fue su familia y las esquirlas de lo que queda.

Esa es la atmósfera del primero de los tres cuentos que integran Había una vez un pájaro (Editorial Cuneta, 2013 y 2023) de la escritora chilena Alejandra Costamagna y también el filo que bordea todo el libro. Es que, como zarpazos de la memoria, los tres relatos se inscriben, con potencia y delicadeza, entre un país arrasado por la atrocidad y el silencio y todo lo que no se dice puertas adentro. A partir de la mirada de una niña que empieza a dejar de serlo, se construye entonces un entramado notable hecho de cicatrices, de asperezas, de quiebres.

Había una vez un pájaro salió en Chile por primera vez en 2013 por Editorial Cuneta y desde entonces se viene reeditando con frecuencia. A diez años de su salida, ahora llega a la Argentina también por ese sello.

Había una vez un pájaro, de Alejandra Costamagna, salió por la editorial Cuneta.

2. Tiranos Temblad, especial 2022. Llegó ese momento incierto y esperadísimo del año: ¡llegó una nueva entrega de Tiranos Temblad! Por estos días subieron al canal de YouTube el ya mítico resumen de acontecimientos uruguayos que, en esta ocasión, relata sucesos que tuvieron lugar durante 2022. 

Construido, como siempre, en base a videos realizados en ese país o desde otros puntos del planeta donde se hace referencia a Uruguay por el motivo que sea, vuelven a regalarnos imágenes delirantes, tiernas y muy graciosas. Este año se destacan, entre otras cosas, algunas aves que no reciben con amabilidad a los turistas, distintos caniches, la ola de calor y los avistamientos de ovnis que nunca faltan. Otra vez, como en viejas ediciones, hay una buena y diversa cantidad de postulantes a crack.

El resumen con los acontecimientos uruguayos más destacados de 2022 de Tiranos Temblad se puede ver por acá.

3. Feria del Libro. Arrancó la Feria del Libro y las palabras inaugurales, a cargo del escritor Martín Kohan, resuenan, tironean certezas, proponen preguntas e invitan, como casi todas sus lúcidas intervenciones en el ámbito público, a la lectura. Tal vez por esto, una de las zonas que más me interesó de todo lo que planteó –irreductible, por otra parte, y alejado de las estridencias, por suerte– fue un mapa de textos que asumió “con huecos” y destinado, sin más, a “abrir una conversación” (“las conversaciones de por sí no tienen por qué ser plácidas, armoniosas, edulcoradas ni orientadas por un afán de consenso”, agregó enseguida).

Si se lo perdieron, por acá pueden ver el video (les marqué el momento en el que empieza su discurso durante la larguísima ceremonia, de nada). Pero, si tienen un rato y casi como una forma de enarbolar una resistencia, de armar una bandera efímera con eso que dijo y con cómo lo dijo, los invito a leer las palabras de Martín Kohan en este enlace.

Las palabras de Martín Kohan durante la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires 2023 se pueden leer por acá.

Banda sonora. Desde hace semanas miro subyugada las fotos que sube el fotógrafo y director de videoclips Ezequiel Muñoz a su cuenta de Instagram, en especial las de músicos y bandas argentinas de finales de los ‘90. Sube de todo, pero miro y repaso especialmente las imágenes que él mismo tomó a los integrantes de grupos como Peligrosos Gorriones, Suárez, Illya Kuryaki, Babasónicos y A-Tirador Láser. Todas esas capturas de una época y de una ciudad evanescente me sirvieron como excusa para volver a escucharlos y sumar algunas de sus canciones a nuestra lista compartida. Ya que estamos: Muñoz también comparte en su perfil fotos increíbles que muestran ese final de década, de siglo, de milenio en Buenos Aires, no se las pierdan. Pueden leer más sobre Ezequiel Muñoz y su trabajo en este artículo de Sucesos de Moda, una publicación digital divina a cargo de Victoria Lescano que, en sus propias palabras “venera los estilos del pasado, la investigación sobre moda y los nuevos modismos”.

Algo más: hablamos arriba de Chile y se me ocurrió reunir algunas canciones de artistas contemporáneos de ese país que me gustan mucho. Van a encontrarse, entre otros, con temas de Gepe, Javiera Mena, Dënver, Nano Stern, Javiera Parra, Álex Anwandter y más.

Bonus track. Otra de la Feria del Libro de Buenos Aires. En estos días la novela Una música, de Hernán Ronsino, ganó el Premio de la Crítica que otorgan los organizadores. Se trata de una distinción a cargo de un grupo de periodistas, académicos y escritores que eligen al mejor libro argentino del año que pasó. Me tocó participar de la votación y, más allá de que la palabra crítica es por lo pronto excesiva para lo que hago y conflictiva en general, fue una alegría que más allá del nombre del premio haya ganado esa publicación, que comentamos con mucho entusiasmo por acá y también por acá. Un poco más sobre Una música por aquí y valga este reconocimiento como una invitación a leerlo.

Bonus track II. La escritora Liliana Heker, admirada y destacada en más de una ocasión en este lugar, fue distinguida en la Legislatura esta semana como Personalidad Destacada de la Cultura. Buenos Aires me fascina, me enoja, me apasiona, me expulsa, me acurruca. Hasta que pienso que somos contemporáneos de personas como Liliana Heker, que podemos cruzarla un día de estos en la esquina de esta ciudad, que la tenemos acá nomás escribiendo o yendo a nadar o caminando por estas calles; que podemos leer sus libros, que podemos escuchar a Liliana, que podemos celebrarla y homenajearla y reírnos con ella y que entonces somos, al final del día, bastante privilegiados por todo eso.

¡Hasta la próxima!

AL

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