Elogio del postizo, espectros en Chile

0

“Pienso tan solo en convocar a mi pasado, o tal vez en remodelar el pasado, o en inventarlo, o en hacer todo a la vez, pues me interesa tan solo tener un pasado, una serie de imágenes que sean o que sustituyan el caos en que me muevo ahora”. 

Lo leo en el relato Los gemelos que forma parte de Nostalgia, un libro colosal del escritor rumano Mircea Cărtărescu que Impedimenta acaba de editar en Argentina. Ya vamos a volver a la trampa del título, a eso de la nostalgia, pero por ahora esto: me habían advertido que leer a Cărtărescu era toda una experiencia y sin embargo no salgo del impacto. De hecho creo que se quedaron cortos. Así que aviso de entrada que escribo en estado de éxtasis. Porque a pura fascinación, a puro lenguaje retorcido, estirado, vuelto en sí, esta lectura me está sacando del tedio de los días, del cansancio y del sueño (el más universal de los estados: quien esté libre de sueño, que tire la primera piedra y nos despierte a los demás), del loop de levantarme-caminar–ducharme–comer–escribir y así. 

Saco de la cuenta el relato El ruletista que abre el libro porque es tan singular que directamente se parece a un mazazo, a un estallido del lenguaje después de haber perdido la conciencia, a una galaxia en sí (de hecho hay una edición que lo ofrece en solitario, por separado del resto de Nostalgia). Y trato de pensar por qué me atrae tanto, por qué a cada rato se me hace necesario volver a este autor, mientras las pilas de lecturas se acumulan como torres que muevo por toda la casa o en el Kindle abarrotado, casi sin aire; por qué insiste tanto en mí. Entonces se arma un espejo, como ocurre casi siempre con el encantamiento, cuando se cuela por alguna rendija el deseo: ir a la insistencia del otro para posarse en la propia.

Lo que aparece en las historias de Cărtărescu casi siempre es una vuelta al pasado, una idea particular de la nostalgia, que no es llorona o melancólica, o, en todo caso, que no se queda en la vereda –válida sí, pero también simplona– de extrañar algo que ya no existe o de querer que vuelva tal como fue. Rememorar, para él, produce una energía activa, indispensable: escribir es convocar al pasado y reescribirlo cada vez, moverse entre esas imágenes que sean o que sustituyan el caos, como dice el protagonista de Los gemelos; es abrazar lo postizo, lo vicario, la suplencia, eso que ocupa por un rato el lugar de lo imposible. Es la utopía. Como si viniera a subrayar una tensión literaria, un gesto vital: si no hay pasado, que no haya nada y al mismo tiempo con eso solo no se puede, sin eso no alcanza.

Me quedo un rato ahí, hasta que el mismo movimiento me lleva al reverso, a otro sistema, a otro tiempo que también me fascina y sobre el que también insisto: el de las películas que exhiben, por algún problema físico o por un fenómeno inexplicable, a protagonistas que quedan atrapados en un presente que se repite día tras día. Personas sin memoria del pasado o con uno que tienen que refrendar cada vez, como en Groundhog Day (de paso: Hechizo del tiempo me parece un título hermoso) o 50 First Dates (está en Netflix traducida como Como si fuera la primera vez). Aunque sea torpe, aunque venga enmarañado, aunque esté ensamblado a las apuradas, los personajes que interpretan Bill Murray (suspiro: una de las caras más adorables y elocuentes del cine) y Drew Barrymore (aplaudo: una actriz increíble, una de las mejores celebridades instagrameras) necesitan de sus pasados. Para volver, para detectar algo que les suena conocido, para poder romper el hechizo que los deja en una repetición asfixiante.

Como los personajes de Cărtărescu o como él mismo (por suerte en sus textos cuánto es biográfico o vivencial no viene al caso), cuando vuelven a eso que conocen o reconocen. O cada vez que alguien camina por las calles de una Bucarest desteñida, la ciudad suplente, la de la memoria, la reconstruida entre ruinas, la más verdadera, la que produce un big bang: el nacimiento y en el mismo acto el estallido de un mundo (de paso: el libro El ojo castaño de nuestro amor, también con edición reciente y local, trae un texto precioso que se llama justamente Mi Bucarest y recuerda las casas derruidas, los árboles de un verde increíblemente desvaído, del color de la alucinación). Las palabras marcan entonces un regreso –adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos: el pulso de los que recordamos, el pulso de los que escribimos– y todo es posible.

Se quedan con una nueva edición de Mil lianas donde lo que predomina es el pasado. O una vuelta a lo que vuelve, una insistencia sobre lo que insiste.

1. Avenida 10 de Julio, de Nona Fernández Silanes. Un recuerdo puede diluirse con el tiempo y dejar solo la sensación, la idea, el concepto. Un recuerdo puede borrarse a punta de calmantes, ansiolíticos, antidepresivos, somníferos, terapias, exceso de trabajo, mucha vida social y ocupaciones, pero hay cosas que se anclan en la memoria y que permanecen ahí, esperando que uno tenga el valor suficiente para bucear en ellas”. Eso dice Greta, una de las protagonistas de Avenida 10 de Julio (Eterna Cadencia, 2022). Es una mujer arrasada que pasa sus días en esa calle chilena –el paralelo porteño: nuestra querida Warnes– buscando repuestos para reconstruir un vehículo trágico, imposible: el colectivo escolar que protagonizó un accidente espantoso mientras llevaba a varios niños, incluida la hija de Greta, que murió en el acto.

En paralelo está Juan, un periodista harto de su rutina, un tipo hastiado por un peso sobre sus espaldas que no termina de dilucidar. Un día, después de seguir ese paso a paso sofocante de cada mañana, detiene su auto en medio del tránsito, se recuesta entre bocinazos y protestas y decide renunciar a todo para recluirse en la casa de su infancia. También arrasado, mientras su barrio va mutando porque están demoliendo varias construcciones, Juan empieza a evocar algunas memorias, tironeadas por un recorte de diario que encuentra. La hoja avejentada le muestra a un grupo de estudiantes secundarios durante una toma del colegio en 1985. Allí está él, allí está Greta.

Contado en fragmentos, desde la visión de uno y de otro, con un ritmo encantador y una prosa punzante, el notable libro de la escritora chilena Nona Fernández Silanes va a ir armando varios rompecabezas. En principio, el del vínculo entre ellos: eso que los unió, eso que les pasó, eso que les dolió. Pero también el de la memoria pública, el de la historia de un país, el de las heridas, el de las injusticias, el de eso que subyace, más allá de lo que cada uno pueda recordar y con una percepción: no quedan más que sustituciones, pedacitos que ocupan el vacío que dejan otros, repuestos como los que busca Greta con desesperación.

La novela, un texto lúcido y a la vez perturbador, salió originalmente en Chile en 2006 y volvió a editarse este año allí. En la reciente edición Argentina, país al que llega al público por primera vez, la autora eligió sumarle un epílogo en el que desanda varias capas alrededor de Avenida 10 de Julio, de esa fecha en la historia chilena, de su resonancia en la literatura y en la historia reciente. El hilo, en este nuevo recorrido, vuelve una vez más hacia lo que queda por debajo: de ese universo de espectros del pasado que recorre la novela hasta los jóvenes que en 2019 saltan el molinete del subterráneo en Chile, desperezan a un gigante y producen una explosión.

Nona Fernández Silanes nació en Santiago de Chile en 1971. Es actriz y escritora. Publicó diversos libros entre los que se destacan la novela Mapocho (en Chile salió en 2002, Eterna Cadencia la publicó aquí en 2019) y Space Invaders (Eterna Cadencia, 2014). Entre numerosas distinciones, la autora recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la Feria del Libro de Guadalajara por su libro La dimensión desconocida.

La novela Avenida 10 de Julio, de Nona Fernández Silanes, salió en la Argentina por la editorial Eterna Cadencia. Por acá, una entrevista con la autora a propósito de este relanzamiento.

2. Las virtudes. No hay términos medios, sólo crudeza. En pocos planos se puede intuir que Joseph (Stephen Graham) es un hombre roto, un trabajador rodeado de pura precariedad. En pocos planos, además, se confirma: se va a quedar casi solo en el mundo cuando le toque despedir a su hijo de nueve años (el chico se va a vivir lejos, con la ex de Joseph y su nueva pareja). Este temblor anticipa un derrumbe más grande: sin nada que lo termine de atar a la vida que lleva –un trabajo que desprecia, una casa lúgubre, entre noches entregado al alcohol y las drogas–, decide irse de Liverpool y volver a Irlanda, su tierra de origen, su pasado.

Algo de su niñez insiste en él, pero se trata de una memoria infantil tan insoportable que apenas le vuelve en forma de flashes. Hasta que llega a la casa de su hermana Anna, a quien no ve desde hace años porque ambos fueron criados en instituciones de los servicios sociales del país que se hicieron cargo de su tutela cuando eran niños y empieza una especie de nueva vida, junto a ella, su esposo Michael y la hermana de él, Dinah. Será justamente a partir de su vínculo con esta joven, una chica también rota, que el protagonista podrá encontrar alguna pista para desentrañar eso que le duele, eso que no puede nombrar.

Ante el lanzamiento de la miniserie en 2019, varios elogiaron Las virtudes por los climas que logra, entre el realismo y el relato arrollador. El director Shane Meadows (el hombre, entre otros, detrás de This Is England) contó que él mismo fue víctima de abusos durante su infancia y que recién a partir de sus 40 años pudo empezar a pensar en algunos bloqueos que sufría. Durísima y muy bien actuada por todo el elenco, los cuatro episodios de la serie podrán verse a lo largo de septiembre por la pantalla de la señal de cable Europa Europa.

Dos apostillas para cerrar. Sobre el protagonista: el actor británico Stephen Graham es un favorito de esta casa. Si suelen circular por los pasillos non sanctos de internet, no se pierdan la miniserie Time de 2021. Ahí interpreta a un carcelero con una historia descomunal. También está en el policial Line of Duty (hablamos varias veces de esta serie, pero siguiendo el tono de esta entrega, insistimos), disponible hasta la quinta temporada en Netflix y HBO, y en Peaky Blinders.

La segunda cosa: la música de Las virtudes, con una potencia increíble, la aporta PJ Harvey. La canción de apertura se suma a la banda sonora de Mil lianas.

La miniserie Las virtudes se puede ver por la señal de cable Europa Europa. También integra el catálogo de Filmin, para quienes tengan acceso a esa plataforma española.

3. Lady Di, de Ed Perkins. De Lady Di se vio casi todo. Elegida por los medios, perseguida también, amada por el público y a la vez acosada sin respiro, Diana Spencer fue una de las personalidades del siglo XX de la que seguramente más imágenes se tengan. Sin embargo, siempre aparece algo más porque cada vez que se vuelve a una figura tan particular brotan los replanteos, las nuevas miradas. Con esa intención, la semana en la que se cumplen 25 años de su muerte, llega a los cines argentinos el documental Lady Di (el título original es The Princess), del director británico Ed Perkins.

Con producción de HBO (dedos cruzados para que pronto llegue a las plataformas también) y lanzado en la última edición del Festival de Sundance, el largometraje elige un camino curioso: recorrer momentos cruciales de la vida de la protagonista a partir de una sucesión de imágenes de archivo de televisión y de audios radiales, sin explicaciones, sin voz en off, sin expertos mirando o hablando a cámara. El resultado es atractivo y, por momentos inquietante, como conté en esta nota para elDiarioAR. Desde su llegada a la realeza británica y las especulaciones que se hicieron sobre su figura, hasta los momentos de mayor tensión y, finalmente, su muerte trágica, todo aparece tal como se vio en los medios y todo toma un nuevo color visto desde el presente.

“Quería hacer algo más envolvente y no mediado, construido únicamente a partir de archivos contemporáneos de la época, las mismas imágenes por las que la gente ‘conocía’ a Diana. Sin entrevistas. Nada de reflexiones retrospectivas. Mi esperanza era que, al hacerlo, pudiéramos llegar a algo más profundo, con mayor claridad emocional y honestidad sobre aquellos acontecimientos y el extraño poder que tuvieron, y siguen teniendo, en tantas personas”, explica el propio Perkins en un texto que se difundió para acompañar el estreno.

El documental Lady Di (The Princess) llegó a algunas salas de cine en la ciudad de Buenos Aires, Avellaneda, Luján, Merlo, Pilar, Mendoza, Neuquén y Rosario. Más información de la película, por acá. Además, una selección de películas, series y documentales disponibles en distintas plataformas de streaming que abordan la figura de Lady Di en este enlace.

Banda sonora. Por estos días se anunció un notición: en noviembre Bob Dylan va a publicar un nuevo libro. Se llama The Philosophy of Modern Song, o sea, La filosofía de la canción moderna y va a tomar como puntapié a más de 60 canciones que por distintos motivos lo hacen reflexionar sobre la música y la composición. Según adelantó la editorial que va a lanzarlo, el libro traerá breves ensayos con el tono “misterioso, conmovedor, profundo” que lo caracteriza y los textos estarán dedicados a temas y artistas muy diversos: de Elvis Presley a Elvis Costello, pasando por The Clash y Nina Simone.

Por supuesto que ya empezó a circular el listado de todas las canciones comentadas por el músico en The Philosophy of Modern Song y alguien las reunió en Spotify. Se puede escuchar por acá.

Algunas de ellas también pasan a nuestra lista compartida de Mil lianas. Contenta y ansiosa por tener el libro pronto en mis manos, también sumé canciones de Dylan para celebrar.

Posdata: Gracias a todos y todas por sus mensajes después de la entrega pasada. Elijo creer que fue el espíritu de Nora Ephron que los llevó a escribirme con tanta complicidad y cariño. (Ya que estamos, a propósito de la salida en español de su libro No me acuerdo de nada por el sello Libros del Asteroide, por acá armé una especie de guía por su trabajo y las plataformas que tienen disponibles algunas de sus películas).

¡Hasta la próxima!

Mil lianas también se puede leer como newsletter. Para recibirlo por correo electrónico cada viernes pueden suscribirse por acá.

AL