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De cuando Justin Timberlake estuvo preso y una serie paró la pelota

Portada Mil lianas

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A contramano de lo que decíamos en la última entrega de Mil Lianas, donde celebrábamos la reincidencia como una actividad vital, esta semana vamos a reivindicar lo inesperado. Y con lo inesperado me refiero a ese momento en que escritores, guionistas, actores, directores y demás eligen salirse –aunque sea un ratito: vale todo– del perímetro de las expectativas que proyectan los demás sobre sus tareas. Sobre todo cuando lo hacen con muy pocos elementos.

A ver si puedo explicarlo mejor, arranquemos.

1. La vuelta de Rue y Jules. Pasó que me puse al día con algunas series y películas que tenía en una lista (también hablamos hace un tiempito de esa ñoñería por acá) y, entre otras cosas que les voy a contar más adelante, vi los dos capítulos de Euphoria que se estrenaron por HBO entre diciembre y enero.

El destino de esa serie, que había llegado a las pantallas en 2019 con Zendaya y Hunter Schafer como protagonistas (las adorables Rue y Jules) era un misterio: como ocurrió con muchas producciones audiovisuales, pandemia mediante no se sabía qué iba a pasar, cuándo íbamos a poder volver a meternos en ese mundo de adolescentes, miedos, adicciones, romances, sexo y preguntas

Entonces llegaron estos dos episodios especiales, que lejos del mundo de las fiestas, las peleas escolares o los desencuentros entre protagonistas, se corren de ese estilo frenético, de la euforia del título, y se centran cada uno en los relatos de Rue y Jules sobre todo lo que les tocó vivir hasta ahora.

En ese parar la pelota –una suerte de anti-euforia, aunque el espíritu de la serie se subraye todavía más en este movimiento reflexivo, como si Euphoria hubiera decidido mirarse un rato el ombligo– los realizadores y las protagonistas nos regalaron dos perlas minimalistas (los diálogos son brillantes, la edición y hasta el sonido se lucen) y una lección: a veces es saludable salirse del camino previsible. O al menos frenar un rato en una estación de servicio a estirar las piernas de la creatividad

Las demás lianas de esta entrega van por la línea de cierto desvío también. Por acá suena Babasonicos –si sabrán sobre correrse de lo esperable ellos, que de eso hicieron una religión o una hipérbole, que es un poco lo mismo– y Adrián Dárgelos justo canta “atrévete a lo poco claro, atrévete a querer lo raro”. Creer o reventar.

2. Palmer. Eddie Palmer es un hombre joven que sale de la cárcel y, sin muchas oportunidades ni una idea clara de qué hacer con su vida (antes de ir a prisión había sido una especie de promesa del fútbol americano, pero ya no queda nada de esa época de gloria), recala en la casa de su abuela, en el pequeño pueblo donde creció y lo conocen todos.

Con esa premisa bastante simple y a la vez transitada –alguien que tiene que reinsertarse, dilucidar su nueva realidad, aprender una lección y volver a empezar– el director Fisher Stevens (también actor, entre sus últimas incursiones lo vimos en la imperdible serie Succession) y sobre todo el protagonista Justin Timberlake probaron y consiguieron algo distinto. 

Porque Timberlake, lejos de los gestos arrebatados (ay, ese plomazo llamado Red social, donde todavía se le veían las costuras de la estrella del pop que “prueba” con la actuación) compone un personaje ajustado: en sus ojos y a partir de pocos gestos vemos la amargura del tiempo que pasó tras las rejas y su incertidumbre sobre qué hacer con todo eso

La historia lo hará cruzarse con su vecino Sam, un niño que sigue los vaivenes de una madre inviable y es víctima de bullying por parte de sus compañeros de la primaria (con crueldad, lo atacan porque a él le gustan las princesas, es dulce, se pone hebillas en el pelo, usa ropa de colores estridentes, se aleja de cualquier arquetipo). De este cruce inesperado, surgirá un vínculo también impredecible y alejado de cualquier lugar común.

Palmer se puede ver por la plataforma Apple TV.

3. Correrías de un infiel. 3. Correrías de un infiel. “Bueno, eso es también una frontera. Una línea que une al mismo tiempo que separa. Un límite que se da sólo para ser franqueado”. Con esas pocas palabras, el narrador de Correrías de un infiel habla del camino que está recorriendo, pero también de la propia forma de este libro audaz y a su manera desviado.

Escrito por Osvaldo Baigorria y publicado originalmente en 2005, Correrías de un infiel volvió a finales de 2020 para traspasar otra vez los bordes, de la mano de la editorial Blatt & Ríos.

Hay un viaje para conocer un poco más sobre Manuel Baigorria, el militar unitario que llegó a vivir entre los indios ranqueles a comienzos del 1800 y a ser considerado un cacique por ellos, también pariente improbable del narrador.

A partir de esa búsqueda, se establece entre ellos un permanente juego de espejos, de cruces, de observaciones que rondan por la historia argentina, el amor, el erotismo, los cuerpos, la biografía. Una escritura atrapante y, por supuesto, inclasificable.

4. Nunca, rara vez, a veces, siempre. Empezó la temporada alta de nominaciones a premios internacionales en un año exótico para el cine, con pocas proyecciones en salas y mucho estreno por streaming. Uno de los títulos que más está sonando por estas horas es Nomadland (hablamos de esa película por acá), que ya aparece como candidata para los Golden Globes y probablemente vaya por más. 

Otro largometraje que resuena, aunque en un espacio más reducido, es Nunca, rara vez, a veces, siempre, que ya pasó por Sundance y el Festival de Berlín y ahora compite con siete nominaciones para el Independent Spirit Awards 2021.

Si no la vieron, la temporada de alfombras virtuales, stand up con delay y traducciones estrambóticas es una buena excusa. Se trata de un trabajo demoledor de dos actrices jóvenes (Sidney Flanigan y Talia Ryder) y de la directora Eliza Hittman.

Nunca, rara vez, a veces, siempre es la historia del viaje que emprende una joven de 17 años con su prima al enterarse de su embarazo no deseado. Quiere abortar, en principio, pero para hacerlo en Pensilvania, donde vive, necesita el permiso de sus padres. Entonces juntan dinero y salen para Nueva York con lo puesto.

Algo de ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?, la novela de Lorrie Moore, sobrevuela a lo largo de toda la película, además de la complicidad entre las adolescentes y una austeridad dolorosa sin golpes bajos.

Nunca, rara vez, a veces, siempre está disponible en Flow y en Apple TV.

¡Hasta la próxima!

AL

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