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Mil lianas

De listas, nómadas, memoria trans y amores que arrasan

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Cambiar libro repetido, tres paltas, enchufe, tinta negra (sí, uso lapiceras de pluma: no me juzguen), certificación, viernes: ¡Mil Lianas! Estoy, como varios de ustedes, sospecho, inundada de listas por estos días. De lo que hay que hacer –ese dedito irreversible que siempre marca que algo falta–, de lo que pasó y de lo que vendrá.

Los medios que más me gustan hicieron sus listados con las mejores películas, series y libros de 2020, llegan todo tipo de anuncios por mail, en las redes se multiplican los ránkings

Para aliviar, aunque sea por un rato, esa idea de naufragio inminente, junto links en documentos de mi computadora o anoto cosas que me perdí o no tuve tiempo de ver (y así me quedo sin tinta, ouch) en libretas y todo tipo de papelitos.

Y ahí están las listas interminables, que parecieran combinar a la perfección con enero, ese mes medio borrador del año en el que todo parece posible; estas semanas que vivimos como una pasadita por boxes para arrancar mejor armados lo que viene (después, qué importa del después).

Habrá que animarse a dar el primer paso, como quien se mete al agua de a poco (“acá hace frío, pero adentro está divina”, insisten los entusiastas del chapuzón a toda hora), arrancar por algún lado, probar con una primera cosa para poder tacharla de la lista y que después vengan más. 

O, como dice Fito Páez en Al lado del camino, para seguir con las imágenes marítimas: “Entonces navegar se hace preciso/en barcos que se estrellen en la nada”.

Como cada semana, dejo por acá algunas opciones para intentar aunque sea.

1. Feel Good. La serie británica, producida y coescrita por la comediante canadiense Mae Martin, es una de las ficciones que más se repiten en los ránkings que recuperan lo mejor de 2020. No llegué a verla en su momento y en estos días de repasos en medio del aluvión me pareció una pequeña gema perdida en el inabarcable catálogo de Netflix.

Como si se propusiera ir en contra de su propio título, la comedia cuenta una historia de amor bastante arrasadora de dos chicas que en pocos momentos de la serie se sienten verdaderamente bien. Salvo cuando están juntas. 

Mae es una suerte de standapera (la propia Martin) y George (Charlotte Ritchie, tal vez la ubicás de ese clásico británico de época del mundo de las parteras y las monjas que es Call the Midwife o, en adorable español, ¡Llama a la comadrona!) es una maestra que nunca había estado con otra mujer. 

En el primer capítulo –son seis y muy cortos– se conocen, se besan, se mudan juntas. Esa intensidad, que no está exenta de dudas, fragilidad, desconfianza, secretos y preguntas, como todo amor, las va a arrastrar por zonas encantadoras donde nada parece muy firme.

Con algo del espíritu de la australiana Please Like Me, con una generación similar a la de Industry (de la que hablamos por acá), con algo del tinte de la multipremiada Fleabag, Feel Good funciona entre momentos verdaderamente graciosos y amargos.

Un asterisco: la madre de Mae está interpretada por la ex Friends (aunque lo de ex está por verse, para esa sitcom que pareciera que siempre está volviendo), Lisa Kudrow.

Los seis episodios de Feel Good , con realización del Channel 4 británico, están disponibles en la plataforma de Netflix.En diciembre se anunció que habrá segunda temporada durante 2021.

2. Nomadland. Otra de las perlas del año que pasó, que ganó varios premios y va por más en tiempos inusuales para los festivales y para el cine en general, pandemia medianteNomadland es un largometraje protagonizado por Frances McDormand, con la dirección de la cineasta Chloé Zhao, que nació  en China y vive en Estados Unidos desde su juventud. 

Cuenta la historia de Fern, una mujer que de alguna manera quedó afuera de todo lo que conocía. Su historia es la de un derrumbe: enviudó, la empresa para la que trabajaba cerró, su pueblo, sin esa fábrica proveedora de todo, terminó siendo una especie de lugar fantasma, con casas abandonadas y una población que debió irse.

A partir de ese auténtico grado cero, Fern decide vender casi todo y emprender un viaje en una especie de van para probarse en el camino como nómada. Va a tener empleos precarios para subsistir, va a enfrentarse a fríos crueles, va a conocer a otros como ella que adoptaron al nomadismo como forma de vida (algunos de los personajes que aparecen lo son en la vida real). 

Despojada de todo –en pocos gestos McDormand logra magistralmente interpretar esa inquietud–, la protagonista va a recorrer las rutas y, pese a las adversidades, va a mantenerse en tránsito, con todo lo que eso implica, en una película tan cruda como emotiva.

Aunque en la Argentina Nomadland no tuvo su estreno todavía (por ahora solamente está disponible en los pasillos más oscuros que ofrece internet), se espera que para febrero llegue a verse de alguna manera oficial, por la proximidad con la entrega de los premios Oscar, donde seguramente el enorme trabajo de la actriz y de la directora serán reconocidos.

3. La Lugones en casa. Con el aire acondicionado a temperatura antártica y una programación siempre sorprendente, la Sala Leopoldo Lugones, en el décimo piso del Teatro San Martín, solía ser uno de los refugios más atractivos para protegerse del inclemente verano porteño a puro cine. 

Sin posibilidad de visitarla por las restricciones pandémicas, pero con una propuesta igual de refrescante que en otras temporadas, la mítica sala de los cinéfilos locales ofrece por estos días una programación online que reúne clásicos y “modernos” del cine argentino.

En estas semanas (conviene revisar siempre los días y horarios por acá) se exhibirá la imperdible La mujer de los perros, dirigida por Laura Citarella y Verónica Llinás y estrenada en 2015 en la mismísima Lugones. 

El largometraje, protagonizado por la propia Llinás (otra mujer en los márgenes aquí, conurbana, intrigante, casi punk) y una decena de perros, muestra a una suerte de sobreviviente misteriosa, que casi no habla. O lo hace, a su modo, con todo el cuerpo y especialmente con los ojos.

Los perros, tan protagonistas de la película como ella, la acompañan en sus días de deambular por descampados, por lugares llenos de desechos, por un viaje tierra adentro.

En el mismo ciclo se podrá ver otra de las películas argentinas más interesantes de los últimos años, Los labios (2010) de Iván Fund y Santiago Loza.

4. Archivo de la memoria trans. “Hay algo del verano que tiene que ver con mostrar el cuerpo. Y ese mostrar el cuerpo también es revolucionario”. Lo dice Julieta Ruiz, una de las entrevistadas en la pieza audiovisual Deseo llegar, estrenada a fin de año por el Archivo de la Memoria Trans (AMT) y el Centro Cultural Kirchner.

Con los testimonios de la propia Julieta, de La Mari Popi y de Mónica Lager, tal como señalan las personas a cargo de la realización, Deseo llegar propone un recorrido intergeneracional por diferentes contextos políticos, sociales y culturales a fin de rememorar y graficar cómo fue el pasado para la comunidad trans y cómo se aprende a desear”.

En este caso, a partir de un relato sumamente conmovedor, el foco está puesto en las fiestas de fin de año y el comienzo del verano.

El cortometraje se puede ver en el canal de YouTube del CCK y es parte de las numerosas actividades que lleva adelante el AMT, una iniciativa que nació con el fin de reunir y rescatar un acervo documental sobre la historia de vida de la comunidad trans argentina

Lo hacen a través de diferentes muestras en centros culturales y museos y en los últimos días lanzaron un libro que se puede comprar desde la cuenta de Instagram del archivo.

¡Hasta la próxima!

AL

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