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Entrevista

Moira Millán, referente de la marcha de Mujeres Indígenas: “Buscamos desintegrar el sistema para construir una matriz que abrace la vida y no la muerte”

Moira Millán: “Buscamos desintegrar el sistema para construir una matriz civilizatoria que abrace la vida y no la muerte”.

Guido Piotrkowski

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Desde el 14 de marzo, un centenar de mujeres agrupadas en el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, caminan desde distintos puntos del país para confluir en Buenos Aires el sábado 22 de mayo. En cada pueblo donde se detuvieron, armaron asambleas, ceremonias, talleres culturales, y conferencias de prensa para divulgar las razones de esta travesía que busca visibilizar sus problemáticas bajo la consigna “Basta de terricidio”.  

El término que acuñaron para sintetizar y definir su lucha se podría resumir en “todas las formas de asesinar que encontró el sistema”. O, como detalla Moira Millán, referente del movimiento: “Si nos limitamos a hablar de ecocidio, de genocidio, faltaría la perspectiva del ecosistema espiritual, la conciencia de que existen dentro de los ecosistemas tangibles fuerzas elementales, espirituales, y energías que constituyen la vida, y esas fuerzas están siendo agredidas. No es solo una palabra, sino que es un concepto que queremos convertir en categoría penal”.  Así, buscan que sea considerado un crimen de lesa naturaleza, lesa humanidad, y que los terricidas sean juzgados y condenados. 

Millán, una de las caras más visibles de este movimiento, escribió una novela y filmó un documental, da conferencias y seminarios para universidades de todo el mundo. Salvo en nuestro país, puntualiza. Dice que no la convocan por racismo, y que si lo hacen, no le quieren pagar. No le gusta el término lideresa, aclara le tocó ser weychafe, que significa guerrera, quien sueña las acciones de lucha, y recibe información de la estrategia. “Pero no es la concepción de guerra belicista que tiene el winka (blanco), es la autodefensa, porque el weychafe aparece sólo cuando la lucha es necesaria. Hoy me toca ser portadora de esa fuerza, pero mañana no llego a estar y no va cambiar nada, porque esa fuerza se posará en otra persona. Lo importante es que ese espíritu no desaparezca”. 

Vive en la lof mapuche Pillan Mahuiza, en Corcovado, a cien kilómetros se Esquel, Chubut. “Vengo de una Patagonia rebelde, creativa y autónoma en muchos sentidos. Los pueblos se organizan: construyen casas, resuelven sistemas hídricos, plantan arboles, sanan animales, atienden heridos, apagan incendios. Pero el sistema mella en nuestra autoestima, nos quieren inocular el miedo. No permite que veamos la dimensión de poder que tenemos y la capacidad de transformación de nuestras vidas, y nos hace dependientes de ese sistema burocrático y corrupto. Y al no tener dimensión de lo que se logra en unidad, organización y lucha, creemos que la resignación es el único camino. Y no es verdad”. 

Millán comenzó la caminata junto a sus compañeras en la Patagonia, pero poco después tuvo que viajar a Salta para apoyar a sus compañeras ante denuncias de discriminación. Los tramos largos se hacen en autos o en colectivo, pero en Salta no las dejaron subir al micro. En Chaco tampoco las querían alojar en los hoteles de Saenz Peña. Millán denuncia que en el norte, estas situaciones se dan continuamente. “El hecho de que muchas hermanas no sean hispanohablantes complejiza la situación. No hay acceso a la justicia, porque no hay peritos. Una hermana que vive una situación de segregacionismo racista podría denunciarlo, pero al no hablar el idioma colonizador castellano, y el estado negarse a un perito traductor, no tiene quien le asista. Así que el estado termina asumiendo una política segragacionista. Argentina viola el tratado de derecho lingüístico”. 

Ahora está en Buenos Aires, coordinando los últimos tramos de la caminata que debería terminar mañana con un acto en el Congreso (NdlR: no se sabe si se suspenderá por las últimas medidas restrictivas por la pandemia). La primera travesía la realizó en soledad en el año 2013. Partió desde Ushuaia y caminó todo el país. Tardó dos años en recorrerlo. Ese fue el germen de lo que vendría después, que llevó a la construcción del Movimiento de Mujeres indígenas por el Buen Vivir. En 2015 se organizó la primera caminata y en 2018 la segunda. 

¿Cuáles son los principales reclamos de la caminata?

Contra el chineo, contra los feminicidios indígenas, contra la contaminación, la depredación de nuestros territorios. Vamos a solicitar la creación de las defensorías territoriales indígenas, compuesta exclusivamente por mujeres indígenas. Que se modifiquen los programas de atención de la emergencia alimentaria nutricional en las comunidades, donde les niñes se están muriendo de hambre. Queremos propuestas de carácter educativo ya que prácticamente ningún niñe ni adolescente ha podido continuar con la educación porque no hay internet ni luz eléctrica en las comunidades, y no se ha pensado ningún plan de contingencia educativa. También planteamos propuestas de carácter sanitario y políticas de salud, como la liberación de la medicina ancestral, perseguida y reprimida. Hay que pensar en cómo llevar adelante los protocolos sanitarios con participación de los pueblos indígenas para que se ajusten a la realidad, porque es absurdo pedir permiso por Internet, cuando ni siquiera tenemos.  

¿Cuáles son los mayores problemas en las comunidades, aquellos que afectan directamente a las mujeres?

El tema transversal es el patriarcado: el machismo patriarcal genera muchos síntomas de debilitamiento y agresión hacia las mujeres. Por otro lado, el cambio climático. Las principales cuerpas que padecen sus estragos son la mujeres indígenas, porque no tienen agua. Las wichis del Chaco salteño se levantan a las cuatro de la mañana para llenar un balde porque los terratenientes sojeros tienen el control del agua y solo lo liberan a la comunidad a la madrugada. Hacen una cola larguísima y con eso bañan a sus hijos, hacen la comida, se higienizan. La falta de agua es estructural en su vida. Hay mujeres jóvenes con problemas de salud y envejecidas prematuramente. En la comunidad mbyá guaraní de Misiones caminan tres kilómetros para lavar ropa, porque el arroyo está alambrado por una empresa forestal y la seguridad privada le tira con armas de fuego a les niñes que se van a bañar. ¡Y el chineo! ¿¡Cómo puede ser que  existe el chineo?! Una práctica colonial de elegir niñas de entre 8 y 10 años y violarlas. Esos criollos poderosos creen que están siendo parte del rito iniciático de esas niñas que terminan muertas, que se suicidan. ¡Les arruinan la vida! Y el aparato judicial no condena estas practicas porque dicen que son practicas culturales. 

¿Cómo ven los hombres de las comunidades esta organización de mujeres? 

Los hombres que están de acuerdo son las excepciones. Temen que salga a la luz la violencia de género intracomunitaria, la pedofilia, los abusos, la corrupción. Las mujeres tenemos una tendencia a ser cuidadoras, protectoras y conciliadoras, generamos unidad. Ha sido mucho mas fácil organizar las 36 naciones indígenas en un movimiento de centenares de mujeres que en unidad y consenso decidimos nuestro caminar, que organizar a todos los pueblos indígenas donde hay hombres que se van disputando el poder y la representatividad. Nuestros hombres están completamente atravesados por la colonización. No le disputamos el poder ni al patriarcado ni al sistema, no lo queremos porque ese concepto de poder es ajeno a los pueblos indígenas. Queremos reestablecer el orden armónico, de reciprocidad y amorosidad con la tierra y entre los pueblos. Buscamos desintegrar el sistema para construir una matriz civilizatoria que abrace la vida y no la muerte. 

¿Qué rol juega el Inai (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas)

Ninguno. 

¿Pero representan a los pueblos indígenas, o no?

-El concepto de representación es un concepto winka  heredado del estado colonizador. El ejercicio de representación indígena se lo da la tierra. Nos representamos a través de nuestros espacios ceremoniales, que han sido arrebatados por el latifundio. La agenda de Estado está en deuda y difícilmente pueda salir del Estado. Sale de las bases, de los pueblos indígenas, pero lamentablemente nunca logran ser emplazadas. Y la agenda de Gobierno siempre tienen un indígena de turno, sea el macrismo o el kirchnerismo. No son representantes de los pueblos indígenas, son representantes de esos partidos gobernantes. 

No hay nadie que se siente representado en las comunidades entonces? En algún punto esos mundos se deben encontrar para articular políticas…

No, es que son dos mundos completamente diferentes. Nunca van a poder a encontrarse, y el Estado va tener que asumir que tiene que interlocutar con las 36 naciones indígenas, porque no se podría nombrar un representante para todas. Tenemos que discutir políticas, no la representación. Nosotras vamos a establecer diálogos, la democracia de los pueblos indígenas preexistentes siempre fue horizontal, participativa y directa. La categoría representativa la trajeron los estados coloniales.  

La pandemia viene de la mano de la crisis medioambiental. ¿Cómo se resuelve en medio de una puja económica donde predomina un modelo extractivista?

El escenario pandémico deja expuesto el nivel de vulnerabilidad sistémica contra la vida en el planeta que ha provocado la matriz civilizatoria imperante. Es cierto que el Covid enferma y puede ser letal, pero lo es sobre todo en los cuerpos que están siendo debilitados por la forma de vida antinatural que se ha construido. El problema no es la nueva normalidad, el problema es que la normalidad sea estar completamente abstraído de la relación con la tierra. Mientras esta matriz civilizatoria, antropocéntrica, materialista, individualista, racista, misógina, patriarcal, continúe sin ser interpelada, se multiplicarán en distintos tipos de pandemia. El problema no es el virus, sino que fue inoculado cuando todas las condiciones para ser letal estaban dadas. La relación con el cambio climático y el colapso ambiental es directa. Si el escenario global fuera otro, de respeto y armonía con la naturaleza, los virus de este tipo no se expandirían ni serían tan terribles. Los gobiernos de las repúblicas coloniales no lo van a poder resolver. Tiene que haber un ejercicio directo de todos los pueblos para generar otro modelo de vida, una nueva matriz civilizatoria. No creo mucho en el reciclaje de los estados nación como se están dando. Creo que tienen que ser revoluciones profundas.

GP

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