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EL RIM 11 DE TUPUNGATO

Violencia en el regimiento: al suicidio de un soldado se suma la denuncia de una joven por maltrato

Paolo Pino Quinteros ingresó al Regimiento de Tupungato en abril de este año

Celeste del Bianco

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El suicidio de Paolo Alexander Pino Quintero, un soldado de 19 años que estudiaba en el  Regimiento de Infantería de Montaña (RIM) N° 11 de Tupungato, Mendoza, puso el foco sobre supuestas situaciones de maltrato y humillaciones en ese espacio del Ejército Nacional. La familia del chico hizo una denuncia penal por “instigación al suicidio” por el hostigamiento que recibió desde abril de este año cuando comenzó la carrera. Según relata su abogado, era obligado a cargar con una piedra y obligado a comer del piso. Desde el Ejército iniciaron una investigación militar interna para determinar si se cometieron faltas de disciplina. Además, una sargento primera hizo una denuncia ante la Oficina de Género de la institución por violencia de género laboral en ese mismo lugar. 

En abril de este año, Paolo Pino Quintero ingresó como voluntario en el RIM 11 para convertirse en soldado. Meses después, el 4 de octubre se quitó la vida mientras estaba en su casa durante un franco. Su mamá denunció que la decisión del joven es consecuencia de los padecimientos que sufrió durante su formación militar en Tupungato. “Él mismo le enviaba mensajes a su madre contando lo que pasaba, hay mucha prueba ahí”, le contó el abogado Daniel Gustavo Álvarez a elDiarioAR. “Le hacían cargar una piedra de  60 kg en su espalda y con eso tenía que transitar las actividades diarias. Como ningún compañero quería estar con él porque tenían miedo a las represalias, le pusieron de compañero una piedra.  Para internalizar esta situación, Paolo le puso nombre y la llamó Rocky. Eso sucedió a partir de los primeros meses de preparación, antes de ser ordenado como soldado. Está en los mensajes”, agregó el letrado. Desde el Ejército sostienen que parte de la rutina es hacer ejercicios con piedras.

Fuentes militares le confirmaron a este diario que realizan una investigación interna para determinar si hubo violación a las normas de disciplina. Sin embargo, resaltaron que no existe ninguna denuncia hacia las autoridades del Ejército, más allá de la causa por el esclarecimiento del suicidio. Paralelamente a la investigación penal, la Ley Militar ordena una auditoría sobre los personas involucradas que puede terminar en una destitución, como sucedió en el caso del soldado Matías Chirino que murió en Corrientes después de un “bautismo”. En ese caso, el Ministerio de Defensa destituyó a nueve integrantes del Ejército, que perdieron todos los beneficios que le daba la fuerza.

La familia también denunció que, por momentos, Paolo tenía que comer en el piso y que dormía en el baño. “Le daban un plato de comida y tenía que correr con un solo pie de una punta a la otra de la cuadra. Sí se caía comida, tenía que comerla del piso, como un perrito. El tema del lugar para dormir fue admitido por el segundo jefe del Regimiento, el mayor Roberto Armando Grosso. La madre se lo hizo saber en su momento. Ubicaron al soldado Miranda, que es un soldado antiguo, que tenía mando sobre Paolo y efectivamente lo estaba haciendo dormir en el baño sin asignarle cama. Hay cosas que están probadas”, detalló el abogado.

La causa está caratulada como posible instigación al suicidio y es investigada por el fiscal de Homicidios de Mendoza, Facundo Garnica. Para estos días se esperan los resultados del análisis del teléfono celular y las redes sociales del joven, además de la declaración de un testigo de identidad reservada que también estuvo en el RIM 11 durante estos meses. Garnica también se puso en contacto con el auditor del Ejército para solicitarle las actuaciones internas. Según anticipó el abogado de la familia Quinteros, el joven también sufrió violencia verbal por su aspecto físico y por una dificultad motriz en el brazo que le impedía hacer algunos ejercicios como fuerza de brazo.

Otra denuncia por violencia de género

Esta no es la primera denuncia que recibe el RIM 11. En agosto, la sargento primera Hebe Gabriela Aguilera se presentó ante la Oficina de Género del Ejército para denunciar a su superior en Protocolo y Ceremonial, Ítalo Ramón Cattaneo. Según detalló la mujer, en noviembre del año pasado el hombre la acusó de manera infundada ante otros superiores y fue trasladada a una oficina dentro del mismo regimiento. “La mandaron a trabajar en condiciones insalubres y eso repercutió en su salud. La mandaron a un lugar de dos metros por dos metros, un edificio de machimbre dentro de otro edificio sin calefacción, agua ni baño. Con el tiempo, explotó a nivel salud y emocional. Sus propios compañeros se sumaron a las burlas. El mismo médico del Ejército constató que tenía un trastorno de ansiedad e hipotiroidismo, todo provocado por esta situación, le contó a elDiarioAR la abogada María Florencia Fiadino. 

“En vez de protegerla, la castigaron”, agregó la letrada. “Ella piensa que van a tomar represalias en su contra. La movieron de lugar (dentro del RIM) y Cattaneo sigue ahí. Cuando se cruzan, es constante el maltrato. Se vivió con el otro chico que llegó a la drástica decisión de quitarse la vida porque nadie actuó en su momento. Ellos no saben cómo puede repercutir en los demás la actitud que tienen, eso depende de los mecanismos de cada uno para sobrellevar la situación. Eso no lo ven, actúan ciegos. Hay gente que no está capacitada emocionalmente para recibir esos maltratos de manera permanente”, agregó Fiadino. 

Al no tener respuesta por parte del área de Género del Ejército, la mujer hizo una presentación ante el Ministerio de Defensa para pedir medidas de protección. 

CDB/MG

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