La construcción profundizó su retroceso en agosto: la actividad cayó 6,7% interanual, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). La baja afecta tanto a la obra pública como a los emprendimientos privados y acentúa la fragilidad laboral de un sector históricamente volátil y precarizado.
A pesar de un leve repunte mensual de 1,6% en la serie desestacionalizada, el indicador acumuló en los primeros ocho meses del año una caída del 4,9% respecto al mismo período de 2024. El informe también reveló un desplome en la demanda de insumos clave, lo que anticipa una contracción más profunda en los próximos meses.
Los envíos de asfalto cayeron 26,6% interanual y los de hierro redondo y acero para la construcción, 21,6%. También se desplomaron los despachos de cal (-19,3%), cemento portland (-8,7%) y placas de yeso (-8,5%). La única suba relevante fue en mosaicos graníticos y calcáreos, con un alza de 20,1%, posiblemente asociada a obras menores o refacciones.
Según la encuesta cualitativa que acompaña al ISAC, las empresas que se dedican principalmente a obra pública declararon que el principal factor que limita la actividad es la falta de presupuesto oficial. Un 52,6% de ellas lo mencionó como principal obstáculo, seguido por los atrasos en las certificaciones y pagos. En cambio, las empresas del sector privado apuntaron como principales trabas a la caída de la demanda y los costos financieros.
La contracción de la obra pública tiene consecuencias directas sobre el empleo, especialmente en las provincias, donde la construcción es uno de los principales dinamizadores del trabajo informal o temporario. Aunque el informe no incluye cifras actualizadas sobre empleo registrado, los indicadores indirectos muestran que el parate ya afecta a miles de trabajadores de la construcción, muchos de los cuales dependen de contratos breves, subcontrataciones o changas.
En un contexto de alta inflación y escasa inversión, la caída en la actividad pone en riesgo tanto la continuidad de los proyectos como el sustento de las familias trabajadoras que viven del andamio, el cemento y la obra. Mientras tanto, el Gobierno recorta partidas y prioriza el ajuste fiscal, dejando en pausa obras clave en infraestructura, vivienda y caminos.
Los datos de agosto confirman que el freno en la construcción no es solo un dato macroeconómico, sino una alerta sobre el impacto directo en uno de los sectores más intensivos en empleo del país.
JJD