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TEATRO

Las Bacantes de Eurípides devenidas bingueras clandestinas, con mucho humor

Las bingueras de Eurípides, una versión libre de Las Bacantes.

Moira Soto

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En pleno Almagro, en una sala con nombre más que pertinente, Ítaca (isla natal de Ulises), los sábados al atardecer, el público que asiste a la representación de Las Bingueras de Eurípides no para de reírse ante el desarrollo trepidante de esta versión libre, sí, pero que guarda fidelidad esencial al original: encontrando equivalencias, espejándose a su modo en aquella creación del genial autor, tan sensible a las desdichas de las victimas de la sociedad, de la política. Entre las cuales ciertamente figuraban las mujeres, grandes protagonistas de sus piezas (Medea, Ifigenia, Antígona, Hécuba…).

No es la primera vez que se reescribe este clásico, el único de la Antigua Grecia que toma como protagonista a Dionisio (Dioniso, Dionisios, según las traducciones), dios de las viñas, el éxtasis y también del teatro, arte que se originó a partir de las celebraciones justamente llamadas dionisíacas: “Una gran pieza sobre el teatro, sobre la naturaleza de la ilusión teatral”, escribió a propósito de Las Bacantes Michel Raoul-Dans en la página web de Le Théâtre du Soleil, febrero de 2017. “La principal cuestión que trata ha devenido central en la actualidad: la identidad. De la naturaleza, de edad, de sexo, de situación social, de origen. Dionisio es el dios de la diferencia, de la metamorfosis, de la confusión, de lo salvaje. Enfrenta el mundo de la razón, del contrato, de los territorios (…). Dionisio es el Otro, el que barre fronteras entre lo humano y lo divino, entre lo humano y lo bestial. Una invitación a pensar…”.

En la versión que se está dando en Almagro, bajo la brillante dirección de Francisco Civit –un puestista que se distingue por la coherencia y significación de sus elecciones– se han efectuado ligeros cambios en el texto referidos a los localismos del original, cuya autora es gaditana de corazón. Así como se han modificado la música y el canto propios de Andalucía, por ritmos compuestos por Civit y Juan Pablo Maicas (autor asimismo de los arreglos), contando con la colaboración de integrantes del elenco que, a su vez, canta y se mueve siguiendo las oportunas coreografías de Silvina Duna, bajo las cambiantes luces de Facundo Estol.

Una compañía de niñas desatadas

La autora de Las Bingueras…, Ana López Segovia, es licenciada en filología hispánica, actriz, cantante, directora de teatro, formada en canto. Ha trabajado con La Zaranda, entre otros grupos de teatro. También ha actuado en películas, series de TV. Afincada en Cádiz desde los 11, muy joven, estando en la universidad en los ’90, fundó La Caramba Teatro. Y ya en este siglo, se reunió con las actrices Alejandra López, Teresa Quintero y Rocío Segovia para conformar Las Niñas de Cádiz. Un nombre que remite a bailarinas y cantantes del Imperio Romano, Puellas Gaditanae, artistas populares, irreverentes, provocadoras y libres. Una declaración de principios que se concretó en espectáculos como Cabaré a la gaditana (2017), Lysístrata (2028), El viento salvaje –inspirada en Fedra y Medea– (2020) y la obra actualmente en cartel en el teatro Ítaca. Siempre con suceso creciente de público y de crítica en toda España, amén de recibir varios premios. Las salerosas Niñas suelen contar con los aportes de José Troncoso y Fernando Cueto, identificados con el ideario de la compañía. Para ellas es natural apelar a recursos de la cultura popular y de la considerada alta cultura. Aunque se toman muy en serio su trabajo artístico en todos los rubros, y el humor está habitualmente presente en las obras que presentan.

“Todo el año es carnaval, y por tanto, siempre podemos subvertir valores, cuestionarlos, tomar en solfa el poder, el clero, la monarquía y lo que haga falta”, ha declarado Ana López Segovia, que maneja con facilidad la rima porque desde chica aprendió a versificar. Reconoce que, en sus creaciones como dramaturga, primero está la intuición, luego el método el orden, sin descuidar jamás la formación y la lectura. 

Un espíritu travieso y desculpabilizador

Sobre el escenario del Ítaca actúan, circulan, hacen música, bailan –en algunos casos se desdoblan–, 16 intérpretes sin que se produzca la menor confusión de roles, sin que la narrativa deje de fluir con ritmo incesante. Las/os espectadoras/es con más roce respecto de Eurípides pueden encontrar parentescos entre Servando, el policía más indulgente, y Tiresias; o entre Suarzeneguer y Penteo (o Cadmo, si prefieren). Y sin duda, entre Mercedes, la mujer reprimida por su hijo controlador, con Ágave, tía de Dionisio. Y quienes no hayan frecuentado en su vida la tragedia griega, igualmente han de seguir con simpatía e interés las historias de estas mujeres de barrio, con sus vestidos estampados, sus manualidades y esos típicos chistes sexualizados con los números del bingo clandestino que van saliendo. Todas con alguna frustración a cuestas, que gracias a esta Dionisia fuera de la norma, tirando a andrógina –en primera instancia, se presenta como Dionisio, ella también en busca de ser reconocida–, que las convoca para encuentros amistosos, solidarios, liberadores. Sobre todo, desculpabilizadores y estimulantes. Sin vino pero dándose alegremente con el tradicional licor de anís.

“Lo que contamos tiene que ver con Las Bacantes, solo que traídas al siglo XXI”, dice la autora. “Hablamos del espacio íntimo entre mujeres, como aquellas fiestas en que ellas se reunían a solas y los hombres no sabían qué estaban haciendo. Frente a este mundo dionisíaco, sensual, relajado, de cachondeo, está el otro mundo, apolíneo, representado por el policía, tan ligado al rol masculino de autoridad, inflexibilidad”.

Aunque detrás del texto se puede advertir la erudición de la autora, no hay exhibicionismo ni pedantería en su escritura. Ella no quiere demostrar nada, mucho menos alardear. Cualquier persona puede entender en su medida esta obra, disfrutarla, salir con esa saludable gratificación que procura la buena comedia jocosa. Y con suerte y vientos favorables, quizás quiera ir a Google, buscar a Eurípides, leer acerca de sus Bacantes. E incluso esta misma persona, bien puede que quiera repetir, volver por más Bingueras, más risas y menos machismo dominador y misógino.

El espíritu jodón del texto es exaltado con inteligencia por la decantada puesta en escena, por el entusiasta rendimiento de todo el elenco. El espectáculo brinda momentos tan desopilantes como cuando Dionisia les administra las pastillitas, depositándolas en la lengua de cada una en un guiño a la comunión que reciben los fieles cristianos. Pero el summun llega cuando Dori se topa con un desconocido en pleno tornado, ella cargando con sus compras de alimentos. Y el viento los arrebata, “nos centrifugamos juntos”, relatará ella después; vuelan los calzones y las vituallas en el paroxismo. Un hallazgo hilarante de erotismo y fantasía, coqueteando con el realismo mágico gracias a las superlativas actuaciones –sin desmerecer el resto del numeroso y meritorio elenco– de Mariana Ortiz Lozada y Roberto Monzo. 

Las Bingueras de Eurípides, los sábados a las 18 en Ítaca, Humahuaca 4027

MS/MG

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