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CINE

Yenia, flor de abuela adoptiva que se merecía este film de su nieta

La adolescente Yenia encuentra refugio en la Segunda Guerra.

Moira Soto

25 de julio de 2025 11:40 h

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“Acá aparecés vos, Yenia”, dice la voz de la narradora en off en el transcurrir de Un mundo recobrado. “Te nombré mi abuela y me seguiste el juego”. Esa voz está hablando de una niñita nacida en el exilio, en Ginebra, Suiza, 1979, de madre y padre militantes exiliados durante de dictadura. “Allá me dicen que la Argentina es mi casa, pero yo no la conozco”.

Aquella chica, Laura Bondarovsky, hoy guionista y directora reconocida (Panzas, 1999; Checocachai, 2003) decide contar la historia de Yenia Dumnova “para que no desaparezca”, y comienza a hacerlo con imágenes peregrinas para una cinta local (en coproducción con Uruguay): un trineo entre montañas nevadas que lleva a una mujer a punto de parir. La cámara entra en un bosque de árboles pelados, se escuchan latidos en el invierno ruso de 1920. ¿El corazón de Yenia que será criada por mujeres, que perderá a su mejor amiga durante la guerra y que caerá súbitamente enamorada a los 22 en un subte de Moscú?.

Verónica Gerez en el rol de la  directora, entre archivos.

Desde los primeros tramos, la cineasta se sincera sobre cuál debería ser su enfoque: ¿idealizar a Yenia o humanizarla en su complejidad?, ¿fiarse de una memoria que siempre será imprecisa?, ¿cómo llenar los inevitables baches de la vida novelesca de un personaje excesivo, tan extremo hasta su mismo final? La opción finalmente elegida: moverse entre el documental, la ficcionalización de eventos probables, subrayar la coyuntura histórica que enmarca importantes capítulos de la andadura de Yenia, la artista, la intrépida, la idealista, la flechada que traspasa fronteras desde Moscú hacia Montevideo, siempre sabiendo adaptarse, integrarse a cada lugar nuevo al que llega.

Afiche de Un Mundo Recobrado.

Como una detective en un clásico film policial, LB va abrochando fotos y nombres en la pared para encarar la reconstrucción, armar el rompecabezas reemplazando con lo que le dicta su intuición las piezas faltantes para ir dándole cohesión, redondeando un retrato. Fascinante, sin duda, pero que preserva secretos, zonas enigmáticas. Ya lo dice el primer testimonio de Mauricio Rosencof, escritor y poeta, el mismo que estuviera 11 años bajo tierra cerca de Pepe Mujica, pero sin verse, sin libros, reinventando el Morse con los nudillos (como recordó en el reciente sepelio del expresidente): “Yenia fue en este país leyenda antes de haber llegado”. Es decir, se sabía previamente del fulminante flechazo que la uniría para siempre con Mario Jaunarena, en ese momento taquígrafo del embajador del Uruguay. Él de 23; ella, estudiante de Bellas Artes, de 22, se han casado en Moscú a las dos semanas de conocerse.

Laura Bondarovsky, que ya ha avisado en off que va a hacer esta película, va moviendo su caleidoscopio, ensamblando con fluidez testimonios con imágenes documentales en blanco y negro naturalmente desgastadas, con escenas reconstruidas e incluso acaso improbables como la que sucede en una dependencia policial cuando alguien del personal pide por un familiar de Yenia y Verónica Gerez, la actriz que interpreta a la directora, se presenta: “Soy yo”. La nieta por elección enjugando sus lágrimas en fechas en las que ya está haciendo cine, pero quizás todavía no tiene proyectada esta película que estamos mirando, donde Yenia se aproxima y se evade en las descripciones de los que la conocieron. “Tan alta, tan rubia, con ese encanto y ese acento…”.

Nieve cerca de Moscú, un trineo, un nacimiento inminente

En Montevideo y en otra lengua tan diferente, ella se vincula con el teatro, diseña escenografías y vestuarios, afiches como el que crea para el espectáculo estrenado a mediados de 1968 en El Galpón, bajo la dirección de César Campodónico: Libertad, Libertad, con su propia mano impresa en rojo; al año siguiente, para el mismo teatro independiente, hace el cartel de Fuenteovejuna, un montaje de Antonio Larreta. Yenia, la artista, también colaboró con el prestigioso semanario Marcha dibujando notables ilustraciones que se pueden ver de refilón en Un mundo recobrado.

Una presencia casi constante, la expresiva y bien templada voz en off de la gran actriz Laura Paredes resulta un procedimiento relevante que sostiene y enriquece la narrativa en on. Una muy acertada decisión haber sumado esa voz que transmite las dudas, los cuestionamientos, los hallazgos y, lógicamente, los estados emocionales de Laura Bondarevsky. Voz que alternadamente es una suerte de diario de preproducción y rodaje; le habla a la abuela elegida o se dirige directamente al/la espectador/a. Mientras que, como quedó dicho, la realizadora elige a la talentosa intérprete de cine y teatro Verónica Gerez para que le ponga el cuerpo y el alma en el proceso de búsqueda, en alguna escena que se recrea. Otras actrices encarnan a Yenia Dumnova en significativas situaciones de una vida de disidente soviética que mantiene sus ideales, capaz de jugarse a todo o nada, que no excluye la escritura de un libro de memorias, Contrapunto de recuerdos. Santiago-Montevideo-Moscú, de 1991.

Afiche diseñado por Yenia Dunmova para un estreno, Montevideo,1968

Personaje de absoluta excepción, testigo y participante de dos décadas -los 60, los 70- donde, en este cono sur, se apostaba con fuerte empeño por ideas socialistas, con diferentes enfoques en cada caso. Yenia, que se ve obligada a escapar sola de Montevideo, recala ilusionada en el Chile gobernado por Salvador Allende, pero la espera un terrible desenlace. LB elige mostrarla, cuando comienza el bombardeo de la Casa de la Moneda, escuchando consternada fragmentos de las últimas palabras del presidente antes de suicidarse. Palabras que fueron grabadas por dos trabajadores de Radio Magallanes, cuyas copias distribuyeron en forma clandestina: “Solo me cabe decirle a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Puesto en este trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo (…) ¡Viva Chile! Estas son mis últimas palabras con la certeza de que mi sacrificio no será en vano y que se castigarán la felonía y la traición”. En plena desesperación, Yenia hace frente con firmeza a un allanamiento. Y así, después del golpe en el Uruguay, huyendo de la brutal dictadura de Pinochet, le toca marcharse con Mario a Suiza, donde se cruzará con la niñita que se le impone como nieta y que en estos días la comparte con el público en el cine Cacophonia en un recomendable film que cuenta con excelentes prestaciones en fotografía, música, edición.

Un film en pos de un personaje más grande que la vida.

Años más tarde, Yenia vuelve con Mario a Montevideo, se instala en esa ciudad que ama. Pero llegado el caso, se niega a ser juguete pasivo del destino, esa potencia que no solo griegos y romanos consideraban superior a la voluntad humana. Del lado del libre albedrío, de la libertad que pregonaba aquel afiche en el teatro El Galpón, ella no se resigna, prefiere anticiparse, toma una valiente decisión que considera que es la correcta, la que corresponde.

“Un mundo recobrado” se proyecta hoy a las 21, y los domingos 3 y 10 de agosto en el Cine Arte Cacophonia, avenida Roque Sáenz Peña 1150

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