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Entrevista Teatro

El veterano de Malvinas que sobrevivió al hundimiento del Belgrano, pasó 41 horas en una balsa sobre aguas heladas y cuenta su vida en el teatro

Rubén Otero es veterano de Malvinas, sobreviviente del hundimiento del ARA General Belgrano y protagonista de la obra de teatro "Seguir a flote", donde cuenta su vida.

Agustina Larrea

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La vida de Rubén Otero parece marcada por los regresos, por las vueltas. Tenía 19 años cuando volvió a la casa de sus padres, en el barrio porteño de Mataderos, después de haber sobrevivido a una de las experiencias más espantosas: había formado parte de la tripulación del ARA General Belgrano, hundido el 2 de mayo de 1982 por las fuerzas británicas durante la Guerra de Malvinas, donde murieron 323 tripulantes. Él se salvó y fue rescatado después de quedar flotando 41 horas en una balsa con algunos de sus compañeros sobre las aguas heladas del sur entre olas gigantes. A esos días de juventud, cuando apenas era un chico que fue obligado a aquella tarea porque le había tocado hacer el servicio militar obligatorio desde finales de 1981, Rubén vuelve también bastante seguido. Primero lo hizo cuando participó de la reconocida obra de teatro Campo minado, dirigida por Lola Arias, de la que fue parte junto a otros veteranos de Malvinas, argentinos e ingleses, y en el último tiempo porque decidió contar su vida arriba del escenario en otra obra teatral que escribió y eligió llamar Seguir a flote

Las vueltas de Rubén también están vinculadas con la música: cuando volvió de la guerra se reencontró con la batería que estuvo siempre en su casa y desde aquellos tiempos no dejó de tocarla. De grande se incorporó a una banda beatle –no fueron pocos los que le señalaron la paradoja de ser veterano de Malvinas y homenajear musicalmente al grupo británico– que se llamó Get Back Trío y ganó un concurso que los llevó a tocar en tierras inglesas.

“Veía que a la gente le interesaba mi historia. Yo en un principio no me había dado cuenta. Qué sé yo, sí, está bien, reconozco que soy un sobreviviente del Belgrano, que pasé la guerra y todo eso, como muchos otros veteranos. Pero después toda mi vida fui una persona normal: tener una banda cualquiera la puede tener. ¿Una banda beatle? Hay un montón de pibes que tocan en bandas beatles. Obras de teatro: ¡también hay un montón de gente que hace obras de teatro como yo hice Campo minado! No le veía muchas cosas raras a la historia. Hasta que me di cuenta después que la gente estaba interesada en esto. Más que nada, por supuesto, por el tema de haberme salvado del hundimiento del Belgrano”, cuenta ante elDiarioAR sobre cómo empezó a pensar en escribir el texto de Seguir a flote, que terminó convirtiéndose en una obra entre el biodrama, el documental y un repaso musical por su vida.

Guerra y memoria

Rubén Otero ingresó al servicio militar obligatorio en octubre de 1981. Como colimba, después de dos meses de instrucción en la Base Naval Puerto Belgrano, en el sur de la provincia de Buenos Aires, fue designado a formar parte del ARA General Belgrano. En 1982, cuando se desata la guerra, el crucero es enviado hacia Ushuaia. Tal como recuerda Otero en Seguir a flote y también en la entrevista, “el 16 de abril zarpa en dirección a Malvinas”.

El 2 de mayo los británicos atacan al Belgrano y comienza lo que para Rubén por muchos años fue una pesadilla. El día, hasta que empezó a escuchar los primeros estruendos, venía con relativa calma: como tenía que tomar una guardia en la proa del buque y estaba en el comedor, salió caminando con tiempo. En el trayecto se cruzó con un compañero que le dijo que en la sala de agua dulce –el lugar que ambos custodiaban– todo estaba tranquilo. Entonces Rubén, que sintió que su barba había crecido y no quería tener problemas con las autoridades, decidió ir a buscar los elementos para afeitarse. Eran las cuatro de la tarde. Segundos después, dos torpedos dieron contra el buque.

“Siento un estruendo como si el crucero hubiese chocado contra una montaña. Se apagan las luces. Busco mi salvavidas y voy hasta la cubierta principal”, relata Otero tal como lo contó en Campo minado y como lo rememora ahora en Seguir a flote, con esas palabras parecidas y siempre estremecedoras que vuelven en cada función. Poco después el Belgrano empezó a inclinarse. Con el piso cubierto de petróleo, consiguió moverse en la oscuridad, salir y lanzarse hasta la balsa de rescate. Desde allí, horas después, vio cómo el buque se convertía en “una burbuja gigante” hasta su hundimiento total.

Uno de los elementos que aparecen en escena en Seguir a flote es una balsa similar a la que te rescató en la guerra. La usás para invitar a quienes se animen del público a subirse con vos. ¿Cómo fue que decidiste incorporarla?

 Me parece muy importante ese momento porque una cosa es decir “pasó esto”, pero yo sé que incluso así es imposible llegar a esa imaginación. Sabía que podía ser un quilombo, pero dije “no importa”: que suba la gente, quiero poder tener una cámara en vivo y mostrarle al público lo que está pasando adentro de la balsa. Me preguntaron cómo fue que se me ocurrió. Y fue porque yo lo viví, ¿me entendés? Pensé que estaría bueno mostrarlo más o menos para que la gente entre un poquito en conciencia de lo que podía llegar a ser eso: un lugar tan chiquito en el medio del mar. Nosotros éramos veintidós personas. Y hay cosas que no las digo. Pero, por ejemplo, nosotros estábamos ahí adentro y en un momento las olas que había hacían que subiera el tipo que tenías enfrente como dos metros y la balsa quedaba inclinada. Cuando bajaba uno, iba yo para arriba. Estábamos siempre tirados contra los flotadores porque en cualquier momento nos dábamos vuelta y nos tirábamos contra el otro lado y se podía dar vuelta la balsa viste. Era todo ese movimiento permanente, un sacudón para acá, un sacudón para allá, todo el tiempo, ¿viste? Pensá que yo iba sentado y tenía dos personas arriba de mis piernas. En un momento que me agarraba la locura de querer moverme, no me podía mover. Entonces tenía que empezar a hacer control mental y pensar como que no tenía piernas, que estaba en mi casa sentado en un sillón muy cómodamente o que no necesitaba mover nada. 

Tanto en Campo minado como en esta obra, estás siempre volviendo a esos momentos tremendos que te tocó vivir. ¿Te preparaste especialmente desde lo anímico para volver una y otra vez a aquellas épocas desde el escenario?

Sí, es un laburo. Es un laburo muy mental. Además muchas veces sé quién está en la sala y vino a verme. Entonces, según quién esté, hay cosas que te pegan de una forma y que te pegan de otra viste. Cuando están mis hermanos, por ejemplo, y yo recuerdo el momento en el que después de todo volví a mi casa, es una emoción muy fuerte. Son momentos donde tenés que hacer el laburo como para no emocionarte y no llegar a quebrarte: tenés que sacar algo de adentro para que no te pueda debilitar. 

Antes hablabas de control mental, digo, ¿en algún momento de este tiempo te analizaste o fuiste a algún tipo de terapia? 

A terapia fui una vez sola. Fue después que falleció mi mamá porque fue un fallecimiento bastante traumático. Ella se enfermó y se quedó acá en casa. Nosotros somos tres hermanos, no la quisimos internar en ningún lado entonces y entonces los tres nos turnábamos para cuidarla. Ahí algo se me desacomodó y fui a terapia cinco o seis meses. Después la terapeuta me dijo que para ella estaba bien, que no hacía falta, que cualquier cosa que la llame. Así que seguí haciendo mi vida normal después. Y nunca más necesité. Por suerte después apareció la propuesta de hacer Campo minado, eso también me ayudó un montón. Porque por más que yo contaba siempre en las escuelas lo que había vivido, hacer una obra como Campo minado y estar en contacto con los ingleses también es una gran ayuda para sanar un montón de cosas. Con Campo minado estuvimos en diecinueve países, treinta y seis ciudades, 193 funciones. Hasta que llegamos hoy a hacer esto ahora. 

Música para sobrevivir

Además de narrar su vida, de mostrar imágenes en la pantalla, de exhibir la bandera con la que lo recibieron al volver de la guerra sus vecinos y su familia en Mataderos, Rubén también canta en la obra, acompañado por el músico Diego Alcántar. Hacen canciones de Sui Generis, interpretan Qué raro todo está (una canción que, mucho antes de conocerse, en 1982 había escrito Sergio Fernández, otro de los músicos de Get Back trío, que falleció en 2021), a veces suena la Marcha de Malvinas, alguna canción de Los Beatles, una versión muy curiosa de La balsa y, por supuesto, el tango Volver

El año pasado se recordaron los 40 años de la guerra y volvió a hablarse de Malvinas, de la soberanía en esas tierras, de la deuda que la democracia no termina de resolver allí. ¿Qué te pasa a vos cuando ocurre esto?

Yo veo muy difícil el tema de resolver rápidamente el tema de la soberanía ¿no? Pienso que en algún momento se va a dar. Pero pienso que más se va a dar y más fácil va a ser el día que seamos un país con una línea de política, de seguridad, de justicia, de un montón de cosas que hagan que los ingleses, los kelpers que están en las islas, quieran ser argentinos. Como pasa hoy en día con una parte de la juventud argentina que por ahí se quiere ir a otro país a vivir a hacerse un futuro, nosotros tenemos que lograr ser un país donde los kelpers quieran vivir, ser argentinos. Mientras tanto, yo lo veo muy difícil porque por la fuerza no se puede lograr. Ya está visto que la fuerza no sirve. 

Hablando puntualmente de los veteranos, ¿cuáles creés que son las deudas que tiene con ellos el país? 

Creo que más que nada lo que habría que hacer es dar contención psicológica y de salud. Eso sería lo principal: llegar a todos los veteranos. Yo no tengo mucho contacto porque no participo en ningún centro. Pero creo que eso es lo que más haría falta para que no siga habiendo ni suicidios ni muertes. Muchos tenemos servicio de salud, pero la salud tendría que ir hacia ellos. Por ser veteranos nomás, porque pueden tener un montón de inconvenientes que hacen que más de uno no pueda salir de su casa o su lugar de residencia.

La cuestión Malvinas se metió por estos días también en la campaña electoral. ¿Cómo vivís vos esto?

Mirá, políticamente yo no creo en nadie la verdad. Creo que siempre fuimos un poquito para atrás. Y no veo por qué motivo si fuimos para atrás como país en muchos aspectos con Malvinas tendría que ir para adelante. Con este tema creo que quizás lo utilizan para un momento de campaña, como utilizan un montón de cosas, y después cuando ganan hacen la que cada uno quiere. O la que les conviene, no sé cómo es la cosa. Así que Malvinas se menciona siempre, pero los veteranos se siguen enfermando, se siguen muriendo, se siguen suicidando y no pasó nada. Entonces no confío mucho.

Al principio mencionabas la palabra sobreviviente. Te suelen invitar a escuelas para contarles a los chicos tu vida. ¿Les decís que sos sobreviviente? ¿Qué es ser sobreviviente para vos?

Sobreviviente es aquel que sobrevive a un hecho trágico digamos ¿no? No sé, pienso en un derrumbe. Un derrumbe de una casa, de un edificio. Y uno sale de ahí con vida porque es un sobreviviente a esa tragedia, a eso que pasó. Bueno, yo soy un sobreviviente al hundimiento del crucero General Belgrano y a todo lo que tuvimos que soportar después del hundimiento 41 horas en una balsa. Yo creo que sobreviviente es toda persona que puede sortear esos problemas en la vida después de haber pasado una tragedia, qué sé yo. Que también es algo que uno no espera. Si yo me tiro en paracaídas no soy un sobreviviente, soy un tipo que hace paracaidismo, y puede pasar que no te abra el paracaídas. 

En tu caso, seguís intentando otras cosas, pero desde un escenario. Y, como contás en la obra, cada tanto vas a navegar con tus amigos. 

Sí, soy timonel y navego en el Río de La Plata con uno de mis amigos que es sobreviviente del Belgrano también, Marcelo Pozo, que tiene un velero. A mí me encanta y por suerte a veces puedo tener unos ratitos para ir al río a navegar. Parece que no, pero la sensación que te da salir a vela es una sensación de libertad y de amplitud. Y ese silencio del agua es muy relajante y me hace muy bien 

Nunca perdiste el vínculo con el agua.

Ojo que lo perdí un poco, eh. 

¿Sí?

Es que ahora con el teatro cada vez puedo ir menos a navegar. Pero ya voy a volver.

AL/MG

La obra de teatro “Seguir a flote”, escrita, protagonizada y dirigida por Rubén Otero, se presenta en el teatro Carlos Carella (Bartolomé Mitre 970, CABA), todos los sábados a las 21 hasta el 4 de noviembre.

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