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Marina Fages: kung fu y tai chi para cantar

Adrián

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(Por Adrián Mouján).- La cantautora Marina Fages, que se presentará el viernes 19 de noviembre en la Ciudad Cultural Konex en el marco del Festival Capital, es cinturón negro de kung fu, deporte que practicó durante toda su juventud y que le sirvió para poder cantar en el escenario y desarrollar su actividad como muralista.

Fages forma parte de una generación de cantautoras junto a Lucy Patané, Paula Maffía y Barbi Recanati que vino a renovar la escena poprockera argentina y también el rubro de las cantautoras con sus álbumes “Madera y Metal” (2011), “Dibujo de rayo” (2015) y “Épica y fantástica” (2019).

También publicó un elogiado álbum a dueto con Lucy Patané, “El poder oculto” y en pandemia editó un álbum audiovisual “Vivo en Piyama”, armó una banda femenina llamada las Epics con la que retomó las actuaciones en vivo.

La cantautora explicó que se inclinó por el kung fu porque siempre le gustaron las artes marciales: “El kung fu tiene formas de animales y todo eso me llamaba la atención, su filosofía. Hice kung fu y tai chi, que son más o menos parecidas pero el kung fu viene de la línea del budismo y el tai chi del taoísmo. El kung fu que hacía es el Choy Li Fut que es el kung fu del sur, que en comparación al norteño tiene golpes más circulares. Tiene puños circulares y patadas circulares, está buenísimo”.

También se reconoce fan de las películas de artes marciales asiáticas: “Me encantaban esas películas, pero empecé porque tenía una cuestión de circulación de la sangre y me decían que sí o sí tenía que hacer deporte porque si no de grande la iba a pasar muy mal y entonces empecé kung fu. Busqué una escuela por el barrio”.

Fages recuerda haber participado en torneos: “Los que organizaba mi escuela y otras entidades. Gané un par de medallas. Cuando íbamos a los torneos encontraba más chicas que practicaban kung fu y competían. En los torneos tenés dos competencias: combate por un lado y por el otro estaba forma. A mí en forma me iba bastante bien, gané dos de oro en mi categoría y en combate una vez gané oro también pero por fair play. Éramos 3 en nuestra categoría y empatábamos siempre, como que nos hacían jugar una con cada una y empatábamos. Hicimos dos o tres vueltas, ya no me acuerdo cuántas eran, y ganó la que menos faltas tenía y yo no tenía. Solo podés pegar en la pechera, de la clavícula a la cintura en el kung fu deportivo”.

“Tuve que elegir, pero en otra vida sería artista marcial”, asegura Fages quien llego a cinturón negro en el tercer nivel y le falta rendir el examen para el cuarto.

Lo aprendido con las artes marciales, asegura, le sirve para cantar en el escenario y para su labor como muralista: “Siento que la mitad de mi formación para el muralismo es haber hecho kung fu. El dominio del cuerpo, la fuerza y la rapidez me sirve muchísimo, entrené el cuerpo de una manera y el equilibrio y la fuerza está ahí. Lo que tiene el mural, o como yo lo vivo, es que es muy físico porque es una pared gigante y tu mente se tiene que expandir a ese plano que es una pared mucho más grande que una hoja de papel. Entonces el cuerpo entero juega un papel muy zarpado ahí con la fuerza, la escalera o el andamio, es súper físico. Y nada, siento que los años que hice kung fu me re sirvieron para el mural”.

En lo que se refiere al canto en el escenario indicó: “Para cualquier deporte tenés que trabajar la respiración porque sistematizás para correr y agarrar un ritmo. Ese ejercicio cardio hace que puedas tener más caudal de aire para aguantar y sostener la nota por más tiempo y también para ampliar la voz. Son todos músculos la garganta y los pulmones, entonces para proyectar la voz el ejercicio de correr es súper copado”.

Fages combinaba la práctica de kung fu con Tai chi y clases de guitarra, aunque aclara: “En ese momento sabía tocar la guitarra, pero no me asumía como música. Hacía canciones y se las pasaba a mis amigos por internet, pero todavía no lo desarrollaba. Me encantaba, pero no creía que podía hacer eso porque me daba mucha vergüenza”.

“Eso es otra cosa -agrega-, el kung fu me ayudó a tener menos vergüenza física. El tema este de hacer formas y mirarte al espejo haciendo las formas, corregir la postura y aprender a controlar tu postura, porque el cuerpo dice cosas, me ayudó a corregir o cómo aparentar que no estaba nerviosa. Es muy loco lo que pasa con la observación de uno mismo y eso me re ayudó, porque me daba muchísima vergüenza tocar en vivo. De hecho, al principio tocaba sentada y de costado en El Tronador, pero ya no tengo esos problemas”.

Sobre el tai chi explicó: “Es como meditación en movimiento. Viene del caos, es como equilibrio, el ying y el yang como energías que se complementan. Tiene eso diferente del kung fu, es más receptivo. El espíritu se equilibra de alguna forma. El kung fu viene del budismo y es como trabajar el espíritu a través del dolor, es un poco así”.

Cuando ya había tomado color profesional su carrera como música, Fages comenzó a salir a correr y practicar running. “Me pasó que descubrí que era intolerante al gluten y estaba siempre cansada. En un momento dejé de comer gluten y al mes y medio tuve un pico de energía re zarpado y no podía dormir, de repente tenía un montón de energía y pasaba un día sin dormir y a la otra noche ya dormía, y así. Entonces tenía que hacer deporte para gastar esa energía y como estuve 6 meses de gira con un dúo en Europa lo más fácil que podía hacer era correr”.

“Me levantaba antes de ir a la ciudad, corría y volvía, y me compré unas zapas. Lo que tiene es que es el deporte más barato del mundo y tenés tus horarios, pero tenés que tener disciplina nada más. A veces cuando vas con otras personas es más fácil, pero a mí me gusta correr sola. Me compré unas zapas y salí a correr, lo único que necesitas es zapatillas buenas”, afirma.

Fages corre por Costanera Sur y por la Reserva Ecológica y prefiere hacerlo sin el celular y no escuchar música. “Hay gente que se ata el celular en el brazo, pero me da paja. Igual tengo un MP3 chiquito. Yo re flasheo cuando corro. A mí me resetea el cerebro salir a correr”.

“Estoy en San Telmo, que es un barrio muy lindo, y tengo la Reserva y la Costanera cerca. Voy a correr ahí y es genial. También están los diques de Puerto Madero. Voy cambiando el recorrido, pero me hace muy bien. Cuando la cuelgo un par de semanas y vuelvo es hermoso”.

“Para empezar a correr hay un método que es muy bueno, que cuando dejo unas semanas no vuelvo de una nunca y está bueno hacer esa movida de correr y caminar al principio, que sea paulatino. Hacía series de un minuto corriendo y dos caminando, a la siguiente dos corriendo y uno caminando y a la siguiente tres corriendo y uno caminando. Está buenísimo eso, ahora ya estoy haciendo 45 minutos o 50 pero cuando corro y vuelvo lo hago de a poquito para no lesionarme”, concluyó.

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