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El fondo buitre Greylock pidió el concurso de acreedores para evitar su quiebra

Desde Rusia hasta la Argentina, sin olvidar Brasil y Grecia, Greylock se benefició reestructurando deuda de países emergentes

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Greylock Capital Associates le pidió a la Justicia de Nueva York que proteja sus activos para evitar que sus acreedores se queden con la empresa después de que los inversores del fondo buitre retiraran masivamente su dinero. La razón del retiro son los tres años consecutivo de pérdidas que tuvo el fondo de inversión propiedad de Hans Humes.

El inicio del proceso de Chapter 11, como se conoce al pedido de concurso preventivo de acreedores para evitar la quiebra en la ley estadounidense, le permitirá a Greylock iniciar un proceso de reestructuración de su deuda y dar por concluido el alquiler de sus costosas oficinas en la Avenida Madison de Nueva York, según aseguró David Steltzer, el gerente financiero de la institución, en su pedido a la Justicia.

Después de tres años consecutivos de pérdidas, el dinero que maneja el fondo para sus inversiones, conocidos en la jerga como AUM por las siglas inglesas assets under management, cayeron de US$ 450 millones a US$ 100 millones, aseguró Steltzer en su presentación. Greylock, que tenía 21 empleados hace tres años, tiene ahora apenas nueve ejecutivos, dijo el gerente financiero en su pedido de protección de activos 21-22063. En la misma presentación ante el juez, Steltzer asegura que Greylock fue fundado en 2004, aún cuando en su página web asegura que inició sus actividades en 1997.

Sea cuando fuese el verdadero inicio de sus actividades, lo cierto es que el presidente de Greylock negoció en seis oportunidades distintas reestructuraciones de la deuda soberana de la Argentina. Desde 1991 a la fecha, Humes en persona, o virtualmente como fue la última vez, se sentó a hablar mano a mano con Daniel Marx, Roberto Lavagna, Amado Boudou, Hernán Lorenzino y Martín Guzmán, según detalla la página web del fondo especializado en invertir en deudas de países de emergentes como Ecuador, México, Brasil y una decena de países africanos.

Greylock actuó siempre como un clásico fondo buitre. Aunque muchos de ellos prefieren autodenominarse como fondos especializados en activos en dificultades (distresed assets), son fondos que están a la espera de que el valor de la deuda de un país supere el 10% en su rendimiento en el mercado secundario. En ese momento, los fondos de pensión y las aseguradoras se ven obligados, por sus estatutos internos, a desprenderse de sus bonos comprados al precio nominal, siempre inferiores a 9%, y es ahí cuando aparecen los fondos de alto rendimiento (high yield ). Estos fondos tampoco pueden mantener esos bonos cuando caen por debajo de los 50 centavos de su valor o incluso a valores ridículos como los 25 centavos por cada 100 centavos nominales a los que se llegaron a negociar los bonos de Argentina en abril del año pasado. Es en ese momento cuando las deudas caen por debajo de los 80 centavos. Ahí aparecen los fondos buitres (Vulture funds) como Greylock para hacerse de esos activos y obtener ganancias de hasta 100% cuando se reestructuran las deudas soberanas.

Los problemas de Greylock comenzaron luego de una seguidilla de éxitos en canjes de deuda de países afectados por severas crisis, en especial la reestructuración de la deuda de Grecia, que recibió un histórico salvataje del Fondo Monetario Internacional para evitar que su crisis golpeara a Europa. Especialista en apostar contra estos países para luego tomar ganancias siderales en sus canjes de deuda, Greylock tuvo un pésimo 2020 ya que las reestructuraciones de las deudas de Ecuador, Líbano, y especialmente la de Argentina, no fueron beneficiosas para los fondos buitres por la fortaleza en la negociación de esos países soberanos. La deuda Argentina, por ejemplo, que fue renegociada dándole a los acreedores como Humes nuevos papeles por un valor estimado en 54 centavos, jamás llegó a cotizar en ese valor en el mercado secundario. Los papeles de Argentina se negocian actualmente entre 30 y 50 centavos.

Humes disfrutaba de sus giras a los países con los que renegociaba sus deudas. Durante las horas diurnas, era un aguerrido defensor de sus intereses en reuniones formales con funcionarios. Ahora, por primera vez se sentará del otro lado de la mesa a negociar una deuda que no es una deuda más, sino la suya. Humes no respondió emails ni llamados requiriendo comentarios.

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