Pagano vs. Vila: la pelea por el caso Spagnuolo que agitó el fantasma de la SIDE

La presentación de Guillermo Francos en la Cámara de Diputados para dar su informe de gestión terminó derivando en un capítulo inesperado: un discurso explosivo de Marcela Pagano que pareció más un alegato judicial que una intervención parlamentaria. La periodista devenida diputada leyó un pliego de doce preguntas directas contra el jefe de Gabinete, pero con un blanco nítido: José Luis Vila, actual secretario de Estrategia Nacional y viejo conocedor del mundo de la inteligencia.
Pagano quiso que Francos confirmara si Vila había estado involucrado en la muerte del fiscal Alberto Nisman, si fue operador de Oscar Parrilli en la extinta Agencia Federal de Inteligencia (AFI), si denunció a la exnúmero 2 del organismo en tiempos de Mauricio Maci, Silvia Majdalani, si se enfrentó con el Señor 5 de entonces, Gustavo Arribas, y si tuvo alguna relación con la filtración de los audios de Diego Spagnuolo, el exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), hoy caído en desgracia. Fue una intervención cargada de insinuaciones, con la mira puesta en un funcionario que, hasta ese momento, había logrado mantener bajo perfil.
Francos intentó contener el vendaval con un discurso de defensa cerrada. Admitió que Vila había pasado por la inteligencia en el pasado y recordó que lo conoció en Washington, donde fue destinado como agregado. Lo definió como “uno de los especialistas más importantes que tiene la Argentina en inteligencia” y aseguró que su incorporación obedecía únicamente a su capacidad. Sobre las acusaciones de Pagano, fue categórico: “No puedo decirle que sí tuvo o no tuvo intervención en la muerte del fiscal Nisman”, deslizó, al tiempo que reafirmó que lo convocó por su experiencia y honorabilidad.
“Soy absolutamente consciente de quiénes son los funcionarios que trabajan en mi dependencia. Conozco perfectamente su honorabilidad y nunca nadie me ha hecho un cuestionamiento sobre ellos”, insistió el jefe de Gabinete. Ante la persistencia de la diputada, buscó clausurar la discusión: “Le pediría que me lo pase por escrito e iniciaremos los sumarios correspondientes”. Con esa fórmula, Francos buscó proyectar una imagen de control y cerrar la puerta a las sospechas, aunque el choque dejó expuesta la incomodidad del oficialismo.

¿Quién es José Luis Vila?
La figura de Vila, sin embargo, despierta recelos desde hace décadas. Radical de formación y aliado histórico de Enrique “Coti” Nosiglia, trabajó para seis presidentes de distinto signo político, desde Alfonsín hasta Macri. Durante más de una década se desempeñó en organismos internacionales en Naciones Unidas y la OEA, siempre vinculado a la agenda de terrorismo y defensa. Su nombre irrumpió en la superficie en 2018, cuando apareció un explosivo en su domicilio con un cartel que lo acusaba de “ladrón”. La justicia descubrió luego que el atentado había sido organizado por espías de la AFI macrista en alianza con narcotraficantes. Vila se presentó como querellante y apuntó contra la conducción de la agencia de entonces: Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.
En 2021, durante una entrevista con Diego Genoud para elDiarioAR, Vila explicó con crudeza el trasfondo de esas disputas. “¿Cómo se roba en inteligencia? Se roba inventando enemigos”, dijo el exdirector general de análisis de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) al referirse a los fondos reservados de la inteligencia. “Si vos decís que vas a poner 100 mil dólares en la Triple Frontera, no te controla nadie. El único control era mi red de oficiales desplegados”. En esa oportunidad, también evocó su enfrentamiento con Antonio “Jaime” Stiuso durante el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner: “Stiuso fue un Aldo Rico en algún sentido. Se levanta, desafía y le quiere imponer su agenda a Cristina. Fue un levantamiento desde dentro del Estado. Un episodio que para mí fue una segunda Semana Santa”.

En el universo libertario el nombre de Vila también pesa. Santiago Caputo, el principal asesor de Milei, lo reconoció públicamente como uno de los arquitectos de la ambiciosa reforma de la SIDE en esta gestión. “Fue fundamental el aporte de José Luis Vila en el rediseño de la inteligencia”, afirmó en julio de 2024 ante la consulta de TN, durante su única intervención pública en un año y medio, al justificar cómo el Gobierno había encarado la reestructuración de un sistema que definió como “una cloaca de los últimos treinta años”.
Aunque Vila —que llegó a la Secretaría de Estrategia Nacional tras la asunción de Francos al frente de la Jefatura de Gabinete, en junio del año pasado— nunca ocupó cargos de exposición, su perfil quedó asociado a esa ingeniería discreta que reconfiguró la inteligencia bajo el mileísmo. Justamente por eso, que Pagano lo señalara en plena sesión tuvo un efecto doble: cuestionó a un especialista de larga trayectoria y, al mismo tiempo, golpeó de manera indirecta al corazón del “triángulo de hierro”.
La paradoja de Pagano
La paradoja es que las mismas acusaciones que Pagano lanzó contra Vila se replican contra ella misma. Desde que estalló el escándalo de los audios de Spagnuolo, en La Libertad Avanza crecieron las voces que la señalan a ella y a su pareja, Franco Bindi, como responsables de la filtración. Bindi, abogado y empresario de medios con contactos en Comodoro Py y en el ecosistema mediático kirchnerista, es visto por los libertarios como un operador con “marca registrada”.
No es la primera vez que Pagano aparece bajo sospecha: meses atrás ya había sido apuntada por la filtración de otra grabación, en ese caso contra Martín Menem. Su reacción fue redoblar la apuesta: rompió con el bloque libertario, armó su propia bancada —“Coherencia”— junto al puntano Carlos D’Alessandro, Gerardo González y Lourdes Arrieta, y desde ese lugar agitó un discurso que buscó proyectar las sombras de la SIDE sobre Vila.

En Balcarce 50 la orden fue despegar a los Milei del caso Spagnuolo. A lo largo de esta semana, funcionarios sugirieron que Karina Milei estaba enfrentada con él, negaron cualquier aval presidencial a su gestión y remarcaron su “desaparición” tras el escándalo. La Justicia, sin embargo, lo localizó y le secuestró el celular, lo que mantiene la tensión en alza: no se sabe cuántos audios más pueden aparecer y a quiénes pueden comprometer. En ese sentido, tampoco hay consenso sobre quién expuso a Spagnuolo: ¿fue un tiro interno, una operación de inteligencia o un juego doble entre la política y los servicios?
El episodio en el Congreso dejó al descubierto esa grieta. Vila, un funcionario habituado a moverse en la discreción del espionaje, terminó convertido en protagonista involuntario de un duelo político. Pagano, por su parte, se reposicionó como vocera de un sector díscolo que apuesta a debilitar al oficialismo aun a costa de exponer secretos sensibles. Lo que en otros tiempos se habría resuelto en la penumbra de un expediente secreto hoy se ventila a viva voz en la Cámara de Diputados. Y marca un precedente incómodo: en la Argentina de Milei, hasta los servicios de inteligencia se convirtieron en material de disputa electoral.
PL/MG
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