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José Luis Vila: “Con Macri se espió a la propia tropa, a los políticos de su propio partido, como un dueño de estancia”

José Luis Vila, ex funcionario del ministerio de Defensa.

Diego Genoud

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Desde que volvió la democracia, José Luis Vila trabajó en tareas de Defensa e Inteligencia para seis presidentes de la República: Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Mauricio Macri. Liceísta y militante radical, Vila estuvo siempre ligado al ex ministro del Interior de Alfonsín, Enrique “Coti” Nosiglia. Vivió 13 años en el exterior como representante argentino ante distintos organismos y durante la gestión de Oscar Aguad asumió como subsecretario de Asuntos Internacionales del ministerio de Defensa. Siempre mantuvo el perfil bajo propio de su tarea hasta que, hace casi tres años, su nombre se convirtió en noticia. Fue cuando un explosivo apareció en la puerta de un domicilio en el que había vivido: era un artefacto que incluía una libra de trotyl con cables y un celular, en una caja, y un cartel con la leyenda “José Luis Vila ladrón” hecho en base a recortes de diario.

El caso tuvo escasa repercusión hasta que en 2020 el narcotraficante Sergio “Verdura” Rodríguez fue detenido en Ingeniero Budge y declaró ante la justicia de Lomas de Zamora que había sido contratado por la AFI para darle un “susto” a Vila. Así se inició un expediente que reveló una trama de espionaje organizado desde la SIDE de Macri para espiar a casi toda la clase política, desde Cristina Kirchner hasta Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli. Un año más tarde, después de que desde Comodoro Py se buscara arrebatarle la causa a los juzgados de Lomas y paralizar el expediente, el juez federal Sebastián Ramos acaba de declararse incompetente esta semana en la causa del atentado contra Vila y de pronunciarse a favor de que se investigue junto a la red de espionaje que se destapó en el sur del Gran Buenos Aires.

Ahora con la investigación en manos del juez Marcelo Martínez de Giorgi y el fiscal Franco Picardi, el ex asesor de Alfonsín -que también declaró ante la Bicameral de Inteligencia del Congreso- pide la indagatoria de la cúpula de la AFI macrista, Gustavo Arribas, Silvia Majdalani, el jefe de Contrainteligencia, Diego Dalmau Pereyra, el exdirector de Operaciones Especiales Alan Ruiz, junto con el narcotraficante Rodríguez y tres poli-espías que formaban parte del grupo denominado “Súper Mario Bros” Leandro Araque, Facundo Melo y Jorge Sáez.

En la entrevista con elDiarioAR, Vila explica por qué lo eligieron cómo blanco, en qué medida el macrismo marcó un quiebre en la historia del espionaje local, por qué se enfrentó a Stiuso durante el último gobierno de Cristina y cuál es la relación entre la política y los servicios de inteligencia.

¿Cuál era su función en el gobierno de Cambiemos y por qué cree que fue el destinatario de este serie de ataques?

Yo tenía el cargo de mayor jerarquía que lleva la agenda internacional de la Defensa. Hoy ese cargo se lo jerarquizó y el secretario actual es José Francisco Cafiero, el primo del jefe de Gabinete. De mí dependían las fuerzas de paz, convenios de cooperación con otros países y tenía el control político institucional de los agregados militares argentinos en todo el mundo, los que están en las embajadas, los que están dando o recibiendo entrenamiento. Incluso yo era la última instancia de un tribunal que seleccionaba qué oficial iba a tal o cual país. Mi ámbito era el exterior. Pero ¿qué pasa? El gobierno de Macri resolvió involucrar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Yo venía de estar 13 años fuera del país, 12 en Estados Unidos, donde estuvo en Naciones Unidas trabajando en terrorismo, por ejemplo, con (el embajador ante Naciones Unidas) Jorge Arguello. Argentina fue miembro fundador del Centro de Naciones Unidas contra el Terrorismo. Después me fui a la OEA a trabajar al CICTE, el Comité Interamericano contra el Terrorismo, y firmé convenios con la Policía de Nueva York sobre el tema. Yo venía con una experiencia intensa en ese sentido y me toca en mi nueva función una nueva misión que le asigna Macri a las Fuerzas Armadas. ¿Qué sucede? Las Fuerzas Armadas actúan solo en el área externa y entonces toda la carga iba a caer sobre el ámbito exterior. Con esa agenda, yo iba a tener con toda esta red un punto de observación de lo que sucediera en todos estos países. Y ahí es donde iba a ir la AFI por su lado a desplegar sus bases de operaciones. 

¿Cuál era el problema de fondo?

Se roba mucho afuera. Cuando la AFI rinde cuentas de sus gastos dentro de Argentina. Si uno pide 100.000 dólares para hacer un operativo en La Matanza, al mes va la Bicameral y controla, hay que rendir cuentas. Pero si vos decís voy a poner 100.000 dólares en la Triple Frontera, no te controla nadie. No va la Bicameral, no tiene ni siquiera jurisdicción para investigar. El que se podía enterar de ese robo era yo que tenía mi red de oficiales desplegados. ¿Cómo se roba en inteligencia? Se roba inventando enemigos. Cuando es corrupta, la Policía roba de abajo para arriba. Colecta de la calle, la prostitución, el juego... cobra y sube el dinero por la pirámide. La inteligencia lo hace al revés. Te dice “hay un terrorista a la vuelta de la esquina” y de arriba para abajo vienen los fondos reservados, que es lo que genera los fondos ilegales. Tiene que haber enemigos para que se mueva algo, así como tiene que haber licitaciones para que le saquen el 10 por ciento a alguien. En obra pública, no es que roban pero hacen: si no hacen no pueden robar. Inteligencia es igual: si no tenés enemigo, no se genera el posnet y no sacas la plata. Por eso, la inteligencia exagera el terrorismo, exagera las amenazas. Nunca hubo 23 argentinos afiliados a ISI como se publicó, nunca. Nunca estuvieron las FARC en Salta como se publicó, nunca. Esas son creaciones de algún servicio de inteligencia que en función de eso genera el enemigo y genera el dinero. Y lo dije cuando estaba yo en la AFI. El invento de enemigos sirve para generar gastos y si los generas en el exterior, no tenés ninguna posibilidad de control. Por lo tanto el único control era la aduana oficial mía contra la aduana paralela esta. 

La Policía roba, cuando es corrupta, de negar que hay enemigo, de negar que hay delitos y decirle al gobierno que en el lugar no se vio nada. Los servicios de inteligencia roban de inventar enemigos.

¿Dice que usted era un obstáculo para ese mecanismo de financiamiento ilegal?

Yo no voy a la función pública para controlar los gastos. Si no, sería auditor o fiscal. Yo voy a cumplir mi tarea decentemente y pinché muchos globos porque mi compromiso con todo este sistema, donde entré como militante desde la política, era no mentirle al Presidente. Porque para robar tenés que mentir, le inventas riesgos y le cambias la agenda.

En ese caso estamos hablando de lo que usted dijo puertas adentro durante el gobierno de Cristina.

No, algunas cosas durante el gobierno de De la Rúa y otras durante otros. Mi función era no sólo que al presidente no le hicieran un golpe, sino además que no le mientan al poder político, algo que se hace no solo para robar sino también para comprar agendas, a veces de otros países. El engaño al Presidente es un engaño a la conducción del país, a la conducción soberana. Esa ha sido una constante mía. Acá se iba a dar lo mismo. Era completamente esperable que cuando yo viera eso, hubiera dicho acá están inventando. Pero yo no elegí ser víctima: eligieron ellos. Yo elegí ser querellante. Yo no soy un cuidador de plata, eso es Carrió. No vine a hacer política para ir a los tribunales de Comodoro Py. Mi tarea incluye que la información que llega al decisor político, que es el Presidente, sea una información veraz, cierta.

Eso hace suponer que se enfrentó con pesos pesados en cada una de las experiencias de las que participó.

Les pinchaba el globo, porque yo fui desde la política ahí. Ese es mi compromiso, sino ¿para qué estaba ahí? Ahí había un compromiso político y un gusto por cierta aventura. 

Dice que a través de los distintos gobiernos se mantuvo esa constante en los servicios de inteligencia.

Si, es una dinámica muy inherente, como que yo dijera en los distintos gobiernos la Policía recauda con la prostitución. Los servicios roban de inventar enemigos; la Policía roba, cuando es corrupta, de negar que hay enemigo, de negar que hay delitos y decirle al gobierno que en el lugar no se vio nada. Esto no tiene nada que ver con que yo sea el fiscal de la república. Choqué 20 mil veces, pero para eso fui. Me jubilé haciendo eso, mirá vos. 

Pero nunca había recibido un ataque de este tipo.

No, nunca, tan persistente nunca. Cuando vieron que yo los iba a controlar, empieza un hostigamiento que fue por etapas, amedrentamiento para que me vaya, notas al ministro para que me eche, desprestigio a partir de volantes que me acusaban de acosador y ladrón. Amedrentarme y desacreditarme, mi palabra tenía que valer cero. Así fue la primera parte de la campaña, que arrancó con una falsa denuncia de enriquecimiento en 2017.

Stiuso fue un Aldo Rico en algún sentido. Stiuso se levanta, desafía y le quiere imponer su agenda a Cristina en una segunda Semana Santa que a mí me tocó vivir.

¿Antes o después de las elecciones legislativas que ganó Cambiemos?

Antes. Después, vienen panfletos en el ministerio de Defensa, que no cualquiera los ponía, en mi ex domicilio, que mostraron que se habían equivocado, amenazas a mi teléfono celular. Hubo una campaña demasiado tenaz. Y ahora hay dos elementos que me explican más cosas, por ejemplo esta última. Hay un diálogo que me resulta revelador, cuando los tipos hablan entre sí y uno dice Dalmau Pereyra, que era el jefe de Contrainteligencia, le había dicho no lo peinen, no lo investiguen en el archivo porque el tipo se va a enterar, es decir yo. Ahí me doy cuenta que ellos me sobreestimaban tremendamente, creyendo que yo podía enterarme de muchas cosas, entre ellas del plan sistemático de espionaje que estaban haciendo. No me enteré de ninguna manera, pero ellos creían que yo estaba en capacidad de hacer eso. Yo me había ido hace 13 años del país, a los pocos amigos o colaboradores que yo había tenido más directos en la SIDE los echaron a todos.

Usted volvió en 2015.

Si, yo volví en los últimos meses de 2015 y participé de la resistencia a lo que fue un levantamiento estilo Semana Santa contra Cristina Kirchner. En el caso de Alfonsín, fueron oficiales, prestigiosos, del Ejército, profesionales destacados que se levantan contra el Presidente y le quieren imponer su propia agenda. En esa época, no había grieta y entonces la oposición se subió al mismo balcón del presidente de la Nación y el fenómeno fue derrotado política y militarmente. Con Cristina pasó algo parecido. Oficiales de inteligencia con prestigio profesional le quisieron imponer su agenda a la presidenta de ese momento.

Esa es la ruptura con Stiuso.

Stiuso fue un Aldo Rico en algún sentido. Stiuso se levanta, desafía y le quiere imponer su agenda a Cristina. Yo estuve en ese episodio también, estuve las dos veces defendiendo al presidente de la Nación, a la institución. Parece que la única institución es Comodoro Py, pero el Presidente es una institución, en los países presidencialistas más todavía. Yo estuve ahí en un episodio que para mí fue una segunda Semana Santa. Fue un levantamiento otra vez, desde dentro del Estado, en este caso del deep state o sottogoverno, como le llaman, como en otros países pasó. La diferencia fundamental es que, habiendo grieta en ese momento, la oposición no estuvo respaldando a la presidenta, sino que más de uno se fue a respaldar a los sublevados.

Hubo sectores de la política que apoyaron a Stiuso.

Muchísimos. Lo cual te muestra hasta dónde la grieta deja débil a la democracia y al país. En este caso operó la grieta, en Semana Santa no operó la grieta. 

Volviendo al gobierno de Macri. ¿Cómo se explica un ataque de fuerzas del propio gobierno contra un funcionario identificado con Nosiglia? Desde la cúspide del poder contra sectores aliados pero minoritarios.

Ahí está el tema. ¿Por qué no me sacan directamente? Por que yo era amigo de Coti y trabajaba con él. No lo podían hacer por arriba de la mesa porque la política siempre necesita alguna explicación. Ellos no sabían que hoy nos íbamos a enterar. ¿Por qué la acción tuvo que ser clandestina y tuvo que tener este grado de miserabilidad? Por qué no se animaron a pedirme la renuncia? Porque tenía que ser por debajo.

¿Qué repercusión hubo de la política, después de que apareció el explosivo en su domicilio?

Un silencio llamativo, que a mi me preocupó bastante. Un silencio que dice mucho. Un mes después, a seis cuadras de esa casa, por un anónimo, le habían hecho toda la tarea de espionaje a Cristina Kirchner. Un mes después, el 6 de julio de 2018, apareció una bomba real con explosivos de uso militar contra un funcionario que llevaba adelante los asuntos internacionales de la Defensa. Y no reacciona el sistema.

¿Y Oscar Aguad, que era su superior, qué actitud tuvo?

Cero. 

No reaccionó ni siquiera siendo radical.

No reaccionó siendo ministro. No reaccionó nadie. No reaccionó el comandante en jefe, que era Macri, no reaccionó la AFI, que lleva la Contrainteligencia. Es más, Majdalani llega a decir “no vamos a colaborar”. Está escrito. No reacciona la jefatura de inteligencia, que lo debe hacer cuando es atacado un ex agente, porque puede ser una potencia extranjera, cualquier cosa. El propio ministerio no reacciona, independientemente de la investigación judicial, yo tengo que saber quién atacaba, si Corea del Norte o Corea del Sur.  

¿Y quién atacaba? ¿Majdalani? ¿Arribas? ¿Macri?

Ahora vamos a ver. Lo que te puedo decir es que después del ataque hubo una campaña infame para decir que yo podría haber sido el autor de la propia bomba y eso paralizó a mucha gente honesta. 

¿Y quién organizó ese ataque?

El expediente es que llega hasta Arribas, después veremos. 

¿Por qué no me sacan directamente? ¿Por qué la acción tuvo que ser clandestina y tuvo que tener este grado de miserabilidad? Por qué no se animaron a pedirme la renuncia? Porque tenía que ser por debajo.

Sin embargo, parece haber un quiebre. A partir del triunfo legislativo de Cambiemos en 2017, esas fuerzas cobraron un poder que antes no tenían. 

A partir de ahí, hubo una sensación de impunidad distinta, porque las acciones físicas empiezan en 2018. A partir de ese momento, se lanza la cacería. 

Piensa que sintieron que tenían las manos libres después del triunfo electoral para actuar contra sus contrincantes internos.

Si, con una percepción de impunidad mayor. Ahí dijeron vamos por todo. Y es muy grande el daño que se produce a la credibilidad del sistema de inteligencia. No sólo el espectáculo casi ridículo de esta Armada Brancaleone, sino el descrédito. En el caso del espionaje a Cristina Kirchner, se invocó una amenaza terrorista y eso tuvo efectos internos. Se puso una vez más en alerta a la comunidad judía argentina. No trepidaron en ponerlos una vez más en emergencia con tal de lucrar, usaron el tema con una denuncia falsa y no hubo consideración. Pero en el exterior además, el resto de la comunidad de países con los que estamos vinculados en una cadena contra el terrorismo, recibe un dato falso que distrae y lleva a conclusiones falsas. La palabra nuestra, que se juzga en casos como los del Fondo, también se devalúa en casos como estos. ¿Cuántas veces usamos pretextos terroristas para dirimir asuntos internos? Traicionamos la confianza del sistema internacional de inteligencia en términos de combate contra el terrorismo. 

Esta gente que lo atacó a usted también hizo espionaje sobre la dirigencia política, incluida gran parte de la primera línea de Juntos por el Cambio. ¿Qué nivel de preparación tenían y a quién respondían? ¿Eran profesionales o aventureros?

Eran orgánicos, eran policías y tenían formación policial. Hay pruebas de que cumplían ordenes. Ellos mismos hablan en sus comunicaciones de que estaban autorizados. 

No eran cuentapropistas como dice el macrismo.

Absolutamente no, está completamente probado. Además, hay elementos que muestran una relación de dependencia. Cuando uno advierte, entre la tremenda cantidad de imágenes que acumula la causa, fotos inocuas de un político entrando a su casa, alguien puede decir mirá que estupidez. Pero en realidad el agente al cual le asignaron como objetivo seguir a ese político, está marcando el presente con esa foto, está diciendo “yo estoy en el bar de enfrente, sentado, estoy en horario de oficina, estoy trabajando”.  El cuentapropista vende un producto, un resultado, vende mugre y si no consigue, no tiene nada que vender. Pero si vos rendís cuentas y decís “mirá hoy estuve, acá está la foto”, es el agente que está marcando su presente.

De las comunicaciones entre ellos surge que eran policías sin el nivel de profesionalismo necesario. 

No tenían el espíritu de cuerpo, por eso se traicionaban entre ellos, por eso tenían las grabaciones en sus teléfonos, como reaseguro. En la página 18 del informe de la Bicameral de Inteligencia, aparece contado que el jefe de operaciones Alan Ruiz cita a tres agentes, Sáez, Araque y Melo, y ellos dicen no hablamos porque nos estaba grabando Daiana Baldasarre, alias “La Buki”, que era otra agente. En la página 194 y en la 239, Melo y Araque dicen que lo grabaron en forma encubierta a Ruiz. Se grababan para extorsionarse entre sí, por si se quebraban. Ellos pensaban, si caigo no caigo solo, te mando en cana a vos también. Era una mafia descompuesta.

Para la mayor parte de la sociedad, el espionaje es algo siempre opaco y siempre distante de la vida cotidiana de la mayoría. ¿Cómo explicaría el quiebre que marcó el macrismo en materia de espionaje con respecto a otros gobiernos?

Conflictos con los servicios de inteligencia, hubo y hay en todos lados. Es un ámbito donde se consagra el secreto, hay gastos reservados y dobles identidades. Por eso, es un punto de tensión constante. Fujimori y Montesinos en Perú espiaron a toda la oposición, en Colombia el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) lo espió al presidente Santos porque se oponía a la agenda de paz con las FARC, también ha pasado en Estados Unidos, en Francia lo espiaron a Sarkozy y Sarkozy espió a Strauss Kahn. Lo que marca una novedad con Macri, primero, es que desde arriba se espió a la propia tropa, a los políticos de su propio partido, como un dueño de estancia. Segundo, que se llegó a contactar traficantes de armas como proveedores de trotyl y narcos para encargarle operativos contra un funcionario del gobierno. Ese límite no se había cruzado jamás. Son dos grandes novedades. 

¿Qué implica esa relación del Estado con el narco?

Hay un problema serio. Cuando vos te vinculas con el narco desde el Estado, la plata la pone el narco. Antes, la inteligencia manejaba la calle entre otras cosas porque ponía el dinero. El dinero más grande lo tenía la inteligencia. Esta vez, el narco no pide dinero. Dinero tiene. Lo que pide es la chapa del Estado para seguir vendiendo en el mercado ilegal con cobertura legal. Es una transacción completamente novedosa que pone el liderazgo por sobre la fuerza de la ley. 

¿La política tiene conciencia de este cambio cualitativo, o minimiza y mira para otro lado?

No tiene conciencia y el problema es que se incorpore como un dato normal para la cultura política. Si la cultura política no lo impide, mañana van a venir otro Arribas y otro Majdalani a hacer lo mismo. No es cierto que las cosas siempre fueron así y no deben ser así. Si no hay una sanción moral potente en este tema, esto se va a incorporar a la cultura política y se va a imponer este oportunismo moral.

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