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El caso que complica a Karina Milei

Los audios de Spagnuolo: fuego amigo, servicios en disputa y el regreso de Stiuso al corazón de la SIDE

Antonio "Jaime" Stiuso perteneció durante más de 40 años a la SIDE.
22 de agosto de 2025 07:05 h

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La explosiva filtración de los audios de Diego Spagnuolo, el ahora extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), abrió una caja de Pandora cuyos efectos son difíciles de determinar. Las grabaciones, que datan de hace un año y en las que se mencionan presuntos pedidos de coimas por parte de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, amagan con hacer recrudecer la interna del Gobierno en un punto neurálgico: el desmanejo de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), sumida hoy en tensiones y operaciones cruzadas que parecen ir mucho más allá de una mera disputa de poder.

La pregunta inmediata que circuló en despachos oficiales fue quién filtró semejante material. Y la respuesta más lineal apunta a Santiago Caputo, el asesor todopoderoso de Javier Milei y, en los hechos, el principal beneficiado por el escándalo en términos políticos: los dichos de Spagnuolo comprometen, además de a Karina, a uno de sus adversarios internos, Eduardo “Lule” Menem, que vio este jueves como la ANDIS pasó a estar intervenida bajo la órbita del ministro de Salud, Mario Lugones, de estrecho vínculo con el consultor. ¿Es tan grande la temeridad de Caputo como para tensar la cuerda de esa manera con el otro vértice del “triángulo de hierro”? ¿Jugó a aprendiz de brujo y le salió mal? ¿O la filtración fue producto de un descontrol interno cada vez más palpable en la central de inteligencia?

Diego Spagnuolo fue el abogado de Javier Milei y uno de sus funcionarios de mayor confianza.

Lo cierto es que Caputo es quien, de manera informal y a través de Sergio Neiffert, quien maneja los hilos de la actual SIDE. Sin embargo, cerca suyo reconocen, en reserva, que el organismo es hoy un hervidero. “La Casa” atraviesa un estado de fragmentación que recuerda a viejas épocas. Pasan los años y un fantasma sigue presente en los pasillos de la sede de 25 de Mayo 11, a escasos metros de la Casa Rosada: el de Antonio “Jaime” Stiuso, el temido exdirector general de Operaciones. Una década después de su salida forzada en 2014, distintas fuentes coinciden en que “el Enano” volvió a tener voz dentro de la Secretaría. Sin cargo formal, su influencia se habría reconstruido a partir de la colocación de hombres de su confianza en áreas clave, como Contrainteligencia.

Pero lo que marcó un cambio estructural en la nueva-vieja SIDE de Milei no fue tanto la reforma de julio de 2024, sino otro movimiento de fondo: la designación del sinuoso Diego Kravetz, en diciembre del año pasado, como virtual Subsecretario de Inteligencia. Su rol, según quienes conocen el organigrama interno, reproduce casi calcado el esquema que Stiuso construyó desde 2001 y hasta su salida: un “director general operativo” con capacidad de centralizar decisiones estratégicas y desplazar a actores rivales. Kravetz funciona como nexo entre las distintas agencias y su superior, Neiffert, pero en la práctica concentra la ejecución mientras Caputo hace un esfuerzo por fijar la línea política. Un esquema que refuerza la idea de un “stiusismo reciclado” en tiempos de La Libertad Avanza.

Santiago Caputo durante la cena de gala de la CPAC Argentina.

En ese entramado, quien más poder acumuló en los últimos meses es el excomisario Alejandro Cecati, al frente de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN). Se trata del área antiguamente denominaba “Interior”, que fuera noticia en las últimas semanas por haber confeccionado un polémico documento con reportes internos acerca de reuniones, protestas, actos partidarios y hasta actividades culturales previstas para el pasado 9 de Julio.

Puertas adentro de la SIDE, la figura de Cecati crece al calor de su vínculo con Stiuso, que lo respalda en cada movimiento estratégico. Bajo su órbita se concentran operaciones sensibles y, en los hechos, buena parte de los recursos del organismo. Su segundo, Ignacio “Nacho” Jiménez, con vínculos políticos y contactos aceitados en la Triple Frontera, complementa ese esquema. Según pudo saber elDiarioAR, la dupla Cecati-Jiménez aparece hoy como la principal fuerza operativa dentro de la central, con capacidad de condicionar a las demás agencias y, en los hechos, de proyectar una agenda propia.

La nueva SIDE estará encabezada por Sergio Neiffert (Director de la Secretaría de Inteligencia del Estado), Alejandro Cecati (Director de la Agencia de Seguridad Nacional), Alejandro Colombo (Director del Servicio de Inteligencia Argentino) y Ariel Waissbein (Director de la Agencia Federal de Ciberseguridad).

Al lado de Cecati, la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC), liderada por el especialista en criptografía Ariel “Wata” Waissbein, mantiene un alineamiento directo con Caputo, mientras que la agencia restante, el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), bajo la conducción del otrora delegado del organismo en Roma durante los años 90 Alejandro Colombo, se sostiene sobre un respaldo más externo: sus vínculos con embajadas extranjeras y con agencias como la CIA y el Mossad. Los tres jefes, en teoría subordinados a Neiffert, terminaron por apoyarse en padrinazgos distintos, lo que alimentó un esquema multipolar que explica por qué la SIDE se convirtió en terreno fértil para conspiraciones y operaciones cruzadas.

Un caldo espeso

En ese contexto, la publicación periodística de los audios de Spagnuolo puede ser leída como un síntoma más del nivel de autonomía que atraviesa a la central de inteligencia. El material golpea al sector de Lule Menem y, por carácter transitivo, a Karina Milei, mientras deja a Caputo en una posición de aparente ventaja. Pero también habilita preguntas incómodas: si la maniobra se gestó en la SIDE, ¿qué tan controlada está la maquinaria? ¿No habrá jugado Caputo con fuego al permitir que las internas de espías definan la política? La gravitación creciente de Cecati y Jiménez en la ASN, con línea directa a Stiuso, alimenta la sospecha de que la filtración pudo haber sido también resultado de ese “desorden controlado” donde cada facción juega su propio juego.

La sede central de la SIDE, en 25 de Mayo 11, a escasos metros de la Casa Rosada.

Las grabaciones, que habrían sido tomadas de manera clandestina en un ámbito público, serán investigados en Comodoro Py a partir de una denuncia presentada por el abogado kirchnerista Gregorio Dalbón. La causa —que abarca tanto el origen de los audios como su contenido— quedó a cargo del fiscal federal Franco Picardi, luego de que el juez Sebastián Casanello, sorteado tras la presentación de la denuncia, delegara en él el expediente.

Todo esto ocurre al mismo tiempo que un viejo enemigo de Stiuso, Leonardo Scatturice, empresario con pasado en los márgenes de los servicios y radicado en Miami, se encuentra en el foco de los medios por los contratos de sus empresas con el Estado argentino. Su rol como gurú de Santiago Caputo en temas de inteligencia y sus vínculos internacionales, a través de la CPAC Argentina, lo colocan como un actor clave de este tablero en movimiento.

La pelea con Stiuso se arrastra desde los años en que Scatturice orbitaba cerca de Fernando Pocino, espía que se desempeñó como director de Reunión Interior en tiempos del kirchnerismo. En 2014, el enfrentamiento entre ambos alcanzó su clímax durante la causa “Dark Star”, impulsada por el exdirector de Operaciones. La misma continúa abierta e incluye escuchas donde aparece Scatturice dialogando con distintos empresarios, entre los que figuraría su amigo Daniel Hadad.

Leonardo Scatturice y Antonio "Jaime" Stiuso, viejos enemigos.

Desde entonces, Stiuso siempre consideró a Scatturice un intruso peligroso en su terreno, mientras que el actual dueño de Flybondi lo acusó de haber utilizado todo el peso del aparato estatal para perseguirlo y empujarlo al exilio.

Esa rivalidad nunca se apagó. Hoy, mientras el espía más famoso de la Argentina recupera espacios dentro de la SIDE libertaria, Scatturice celebra haberse convertido en el nexo de Milei con la política norteamericana, más particularmente con el gobierno de Donald Trump y el Partido Republicano. Aunque la polémica por sus negocios cuanto menos opacos no deje por un segundo de pisarle los talones, como denunció hace un mes la diputada Lourdes Arrieta en la Bicameral de Inteligencia del Congreso.

En definitiva, el affaire Spagnuolo no sólo puso contra las cuerdas a un funcionario de estrecha confianza del Presidente, sino que parece haber dejado al desnudo un aparato de inteligencia que funciona sin mando claro, atravesado por internas feroces y viejos fantasmas que regresan para disputar influencia. Lo que se filtró esta semana no fueron solo palabras: fue la evidencia de que la SIDE de Milei es un territorio donde el poder se juega en cada gesto, sin reglas fijas y con lealtades que cambian al ritmo de las operaciones.

PL/JJD

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