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El Gobierno busca cerrar esta semana la letra chica del acuerdo con el FMI para iniciar después un mes de debate legislativo

Alberto Fernández y Martín Guzmán en la reunión con los gobernadores sobre las negociaciones con el FMI

Alejandro Rebossio

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Las negociaciones de la letra chica del acuerdo entre el gobierno de Alberto Fernández y el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) continuaron el sábado y el domingo y la parte argentina espera que terminen esta semana. Una vez redactada la carta de intención, el Ejecutivo se la elevará al Congreso para su debate durante un mes. Allí, el albertismo espera que se apruebe más allá de que prevé la abstención de Máximo Kirchner, que renunció a la jefatura del bloque de diputados del Frente de Todos en oposición al pacto. El objetivo es llegar a que el Legislativo y el directorio del FMI -donde están representados los países- den el visto bueno antes del 22 de marzo, cuando vence un pago del préstamo récord que contrajo Mauricio Macri.

El borrador del acuerdo aún contiene corchetes de las frases que todavía están en discusión. Sin embargo, en el Gobierno consideran que lo más polémico ya fue anunciado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, hace dos semanas y no habrá más sorpresas que provoquen reacciones como las de Kirchner.

En cuanto a la meta de bajar el déficit fiscal primario (antes del pago de la deuda) del 3% del PBI en 2021 al 2,5% en 2022, aún resta definir el detalle de cómo se recortarán los subsidios a la luz y el gas. Pero todavía más incógnitas despierta el objetivo de reducir drásticamente el financiamiento monetario de ese rojo, del 3,5% el año pasado al 1% en 2022. La apuesta del Gobierno consiste en que el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, consiga ampliar el financiamiento al país de los bancos Mundial, Interamericano de Desarrollo (BID) -donde él trabajó antes- y de la Corporación Andina de Fomento (CAF). También se apuesta a más financiamiento en el mercado de deuda local y a gastar los derechos especiales de giro (DEG) que la Argentina usó el año pasado para pagar deuda y que el FMI le devolverá con el acuerdo. En el equipo económico sostiene que hay mecanismos para que esos fondos refuercen las reservas, pero que también financien erogaciones.

Apenas se selle el pacto, el Fondo girará esos DEG y el dinero para saldar el vencimiento de marzo, alrededor de 7.500 millones de dólares, de los 44.000 millones de asistencia convenida. El resto del dinero se irá desembolsando cada tres meses para ir repagando el crédito de Macri, siempre y cuando la Argentina cumpla con las metas trimestrales.

Los objetivos por los que el FMI -y su principal socio, Estados Unidos- juzgará al país y determinará si le gira el dinero o no serán tres: el déficit primario, la monetarización de ese rojo y la acumulación de reservas. Además, el pacto contendrá proyecciones de inflación -cercana al 45% en 2022, pese a la reticencia del Gobierno a aceptar tanto- y de crecimiento, pero estas no serán condicionantes de las transferencias.

Para que el Banco Central acumule reservas, deberá evitar el atraso cambiario. Ya desde noviembre, la autoridad que encabeza Miguel Pesce viene elevando el dólar oficial frente al peso a un mayor ritmo que el 1% de los meses anteriores. En enero subió 2,2%, aún por debajo del 3,5% o 4% de inflación que se anunciará este martes. Está previsto que la moneda norteamericana acelere más, pero las autoridades esperan que no impacte en los precios y citan los ejemplos de lo sucedido en 2020 y 2021. Descartan recurrir para frenar el impacto inflacionario a un alza de retenciones a la exportación del campo, sino que apuestan la ajuste monetario, los acuerdos de precios que selló el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, la baja de la brecha cambiaria y la acumulación de reservas.

Por la meta de reservas, el Central ya no podrá seguir interviniendo en el dólar paralelo del contado con liqui (CCL). Aspira a que baje el CCL por el efecto expectativas del acuerdo ya sellado con el FMI y, de hecho, destacan que en los últimos días viene bajando. También celebran que están recuperando reservas: US$ 80 millones al menos este lunes. Prevén que el CCL baje lentamente por el ingreso de inversiones directas tras el pacto. En concreto se ilusionan con proyectos mineros: José María y Veladero en San Juan, dos de litio en el noroeste y Cerro Vanguardia en Santa Cruz.

En cambio, no prevén en el corto plazo grandes inversiones en Vaca Muerta porque antes deberá construirse el gasoducto y la planta de licuefacción para llevarlo hasta San Jerónimo (Santa Fe) y acondicionarlo para transportarlo en barco a otros países. Esta obra se financiará con presupuesto público que a su vez se alimentará con cargos tarifarios.

Los capitales que no entrarán son los especulativos, como sucedió en el gobierno de Macri. Es que ahora no ingresarán porque después no pueden salir, dado el cepo cambiario. Por tanto, la prevista suba de tasas de interés pactada con el FMI no generará la entrada de fondos para hacer bicicleta financiera y después huir. Sólo podrían ingresar por el CCL, pero eso alentaría su baja y arruinaría ese negocio.

El alza de tasas se anunciará después de que este martes se conozca el índice de inflación, que arrojará un dato negativo, entre el aumento mundial de precios, incluido el petróleo y la soja, y las especulaciones con el dólar paralelo ante las indefiniciones que había con el FMI. El Gobierno y el Fondo acordarán proyecciones de inflación a tres años.

En paralelo, el Central negocia ampliar el swap (canje) de monedas con China. Por el contrario, se descarta que llegue nuevo financiamiento de Beijing como parte del paquete del FMI, donde el gigante asiático es el tercer socio en importancia, tras Estados Unidos y Japón. Además, están llamando a las empresas para que presenten sus planes anuales de importaciones, de modo de evitar que este año se cubran de eventuales devaluaciones con anticipación de compras externas, como hicieron en 2021.

Una vez que se defina la carta de intención, se espera una misión técnica virtual del FMI con la Argentina. Nada de visitas reales. Argumentan en el Gobierno que es para evitar el Covid-19, no las protestas callejeras, dicen. Igual confían en apoyos clave como el del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, distanciado de Máximo Kirchner. “Es que gobierna”, lo justifican.

AR

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