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Con la guerra, Alemania se interesa por el gas y el hidrógeno verde de la Argentina, pero aún mantiene sus dudas

Alberto Fernández y el canciller alemán, Olaf Scholz, tras la reunión bilateral.

Alejandro Rebossio

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A último momento, el canciller (jefe de Gobierno) alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, debió alterar su complicada agenda, más ajetreada todavía por la guerra de la casi vecina Ucrania, porque Alberto Fernández confirmó una semana antes que este miércoles iba a visitarlo en Berlín. Pero el sucesor de la democristiana Angela Merkel se hizo un hueco para recibir al Presidente porque la invasión iniciada en febrero por Rusia, proveedor de gas a Alemania y a otros países europeos, trastocó todo lo que tenía planificado cuando asumió en el cargo en diciembre. De repente una relación bilateral que parecía acotada a la negociación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se amplió por la posibilidad, aunque todavía lejana e incierta, de que la Argentina le provea a Alemania gas desde 2026 e hidrógeno verde desde 2030.

La Alemania de Merkel estaba muy ilusionada con que el gobierno de Mauricio Macri acabara con lo que allí llaman “populismo”, pero la crisis de 2018 voló todo por los aires y al año siguiente los argentinos prefirieron que Fernández y el kirchnerismo volvieran el poder, para disgusto de la entonces canciller. Desde diciembre de 2019 hasta la aprobación del pacto con el FMI en marzo pasado, el vínculo entre Buenos Aires y Berlín se centró en esa discusión. Alemania es el cuarto socio del Fondo, detrás de Estados Unidos, China y Japón. Pero el panorama cambió con la guerra y la decisión alemana y del resto de la Unión Europea de reemplazar en forma acelerada el suministro de petróleo y gas de Rusia por energía de otros orígenes. Además, el nuevo gobierno alemán incluye a Los Verdes, que abogan por una más rápida transición hacia las energías renovables y el abandono del crudo, uno de los principales causantes del cambio climático. La guerra acelera el proceso.

Socios

Puede que el comercio bilateral entre la Argentina y Alemania sea sólo de US$ 3.000 millones anuales, equivalente al que en sólo tres días acumula este país europeo, cuarta economía mundial, con su vecina Polonia (38 millones de habitantes, contra 45 millones de argentinos). Pero la Argentina es considerada igual un socio importante para Berlín: pese a todo, es la 26ª economía del planeta y, en especial ahora, luce como el 27º productor de gas, con mucho potencial a futuro por contar con las segundas mayores reservas globales de gas no convencional en Vaca Muerta.

El gobierno de Scholz cobija la esperanza de intensificar el comercio energético con la Argentina porque necesita imperiosamente lo que nuestro país puede potencialmente proveerle. En realidad, ve que muchos países de Latinoamérica pueden mejorar el comercio y atraer inversiones a partir de la guerra de Ucrania, conflicto que colapsó el suministro de alimentos y energía en todo el mundo.

El gobierno de Scholz cobija la esperanza de intensificar el comercio energético con la Argentina porque necesita imperiosamente lo que nuestro país puede potencialmente proveerle

En Alemania se ufanan de que las empresas de su país -como Siemens, Volkswagen, Bayer, Merck o Mercedes-Benz- llevan décadas en la Argentina produciendo valor agregado, a diferencia de las de China, que recién llegaron en el siglo actual y con un especial apetito por las materias primas. Son décadas de inversiones, aunque también de escándalos de corrupción y desapariciones de obreros en fábricas. Pero ahora el interés apunta a un sector no tan explorado por Alemania en este país: la energía. Desde el gas, donde ya está Wintershall tanto en la Cuenca Austral (entre Santa Cruz y Tierra del Fuego) como en la Neuquina, hasta el hidrógeno verde, que se elabora a partir de parques eólicos que generan energía para separar las moléculas del agua marina.

Pero en el gobierno de Scholz saben que en la actualidad la Argentina necesita importar cada vez más gas de Bolivia, Estados Unidos o Qatar y apenas exporta excedentes en verano a Brasil y Chile. No desconocen que se requieren fuertes inversiones en gasoductos y en una planta de gas natural licuado (GNL) para embarcarlo hacia Alemania. Se supone que este mes se anunciará la licitación de la construcción del tramo de Vaca Muerta a Salliqueló, provincia de Buenos Aires, que costará US$ 567 millones y se financiará con impuestos y el aporte extraordinario de las grandes fortunas. Después habrá que extender el ducto hasta San Jerónimo, Santa Fe, para lo cual se requieren 1.000 millones más, dinero que en febrero, en la visita de Fernández a Beijing, se evaluó que pondría China por el ingreso argentino a la Ruta de la Seda.

El gobierno de Scholz cobija la esperanza de intensificar el comercio energético con la Argentina porque necesita imperiosamente lo que nuestro país puede potencialmente proveerle

Por más que el Presidente haya dicho ayer en Berlín en una entrevista con el canal alemán DW que prefiere a Europa antes que al gigante asiático, el Estado alemán no financia infraestructura en el extranjero y sólo otorga seguros al financiamiento del comercio y la inversión de su sector privado en el exterior. Pese a su rivalidad con el gobierno de Xi Jinping, al de Scholz no lo inquieta que el Estado chino financie la obra, pero le advierte al de Fernández que este tipo de pactos con el gigante asiático tiene su costo político. Recuerda que China ya instaló una base espacial controlada por militares en Neuquén y aboga por relajar los criterios del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que preside la Argentina. Pero además de los gasoductos hay que construir una planta de licuefacción del gas, que costaría US$ 6.000 millones. Incluso el ministro de Economía, Martín Guzmán, llegó a calcular hace pocas semanas que el proyecto de exportar GNL al mundo requería en total 10.000 millones y recién podría exportar entre 2026 y 2028.

También España -donde estuvo el martes el Presidente-, Italia, Polonia o Bulgaria buscan afanosas nuevos proveedores de gas

También el hidrógeno es un proyecto a largo plazo, aunque está más verde que el del gas, que ya se produce. El promocionado emprendimiento de la empresa australiana Fortescue en Río Negro cuesta US$ 8.400 millones y si se concreta, sólo comenzaría a producir en 2030. Menos ambiciosa, la norteamericana MMEX Resources anunció hace dos semanas otra iniciativa de US$ 500 millones en Tierra del Fuego con tecnología de Siemens. La estatal Enarsa, que acaba de recuperar ese nombre después de que el gobierno anterior la bautizara IEASA, tiene su propio proyecto de 300 millones en Bahía Blanca y en cooperación tecnológica con un instituto alemán. Su presidente, el cristinista Agustín Gerez, considera que se trata de una opción más factible que la inversión grandilocuente de Fortescue que ha promocionado el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Otra cuita dentro de la interna gubernamental. Además, Wintershall se unió la semana pasada a un consorcio que lidera Y-Tec, la empresa tecnológica de YPF, para desarrollar hidrógeno.

Nuevos proveedores

Pero más allá de que todas sean ideas a largo plazo, en el gobierno de Scholz consideran que la visita de Fernández resultó “muy exitosa”. También España -donde estuvo el martes el Presidente-, Italia, Polonia o Bulgaria buscan afanosas nuevos proveedores de gas. Habrá que ver si en el gobierno de Pedro Sánchez se vencen las reticencias de confiar en una Argentina que hace diez años expropió el 51% de YPF que tenía Repsol. Aquella nacionalización fue rechazada en su momento por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en el que se enrola Sánchez y que entonces estaba en la oposición al gobierno del conservador Mariano Rajoy.

Además de la energía, Alemania se esperanza con nuevas inversiones automotrices y químicas en la Argentina, aunque su gobierno y sus empresas aún se muestran un poco escépticas sobre la marcha de la economía en general y sobre las perspectivas electorales para 2023. Las compañías alemanas se frustraron con la debacle de 2018 y aún no se recuperan. Consideran que el país debe emprender cambios pero difícilmente los haga.

Por encima de las ilusiones de largo plazo y las desilusiones del pasado reciente, los gobiernos de Fernández y Scholz firmaron dos acuerdos concretos que pueden servir para apuntarlas inversiones futuras. Por un lado, en simultáneo, en Buenos Aires, el director general de la empresa Hannover Fairs México (del grupo alemán organizador de ferias Deutsche Messe), Bernd Rohde, y Kulfas rubricaron en presencia del embajador de Alemania en Buenos Aires, Ulrich Sante, un memorándum de entendimiento para celebrar en marzo de 2023 en esta capital la exposición Industrial Transformation Argentina, una adaptación local de la Hannover Messe.

En la UE, de la Argentina también interesa el litio, además del gas y del hidrógeno verde. Pero en Bruselas, al igual que en Berlín, descreen del clima de inversión, temen por la elevada inflación y también recuerdan la expropiación contra Repsol

“El potencial que tenemos en las economías latinoamericanas amerita que un evento como la Hannover Messe, que es como el Davos en el sector económico, o el Mundial en el fútbol, venga a la Argentina a presentarse y podamos traer un poco más del mundo a la Argentina y llevar un poco más de la Argentina al mundo”, dijo el ejecutivo del grupo Deutsche Messe, que ya ha organizado ferias de transformación y digitalización industrial en México y Singapur. El embajador agregó: “Es algo en lo que queremos poner muchísima energía para ayudar a reponer a la Argentina sobre el mapa económico y también político del mundo y fortalecer sus relaciones con la Unión Europea a través de Alemania”.

El otro acuerdo sellado es de cooperación en hidrógeno verde. En el gobierno alemán dicen que tienen paciencia con la Argentina, pero tampoco pueden perder tiempo y por eso estos dos pactos son los primeros pasos para aprovechar las oportunidades que la desgraciada guerra de Ucrania ha abierto para que nuestro país eleve sus exportaciones y obtenga los ingresos que hoy le faltan en su balanza de divisas y en sus cuentas públicas para el desarrollo socioeconómico. Ver para creer.

Por lo pronto, no sólo Alemania sino el resto de la Unión Europea también busca reemplazar el suministro ruso. El bloque sondea en el corto plazo proveedores más fiables como Estados Unidos, Noruega o incluso el inestable norte de África. De la Argentina también le interesa el litio, además del gas y del hidrógeno verde. Pero en Bruselas, al igual que en Berlín, descreen del clima de inversión, temen por la elevada inflación y también recuerdan la expropiación contra Repsol. De todos modos, ven que otros países latinoamericanos se presentan menos fiables desde su punto de vista y citan no sólo a Venezuela sino también al México de Andrés Manuel López Obrador. El mes próximo, vendrá una misión público-privada de la UE a Buenos Aires para fomentar la cooperación y el comercio, incluido el energético. No se descarta que después llegue la visita del alto representante europeo para Asuntos Exteriores, el español Josep Borrell.

AR

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