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OPINIÓN OPINIÓN

La inflación motoriza el dólar paralelo, mientras el Gobierno revienta bonos y discute con organismos en Washington

La subsecretaria de Estado norteamericana, Wendy Sherman, la semana pasada con Massa, escoltado por Marco Lavagna.

Alejandro Rebossio

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“Es la inflación, bobo”, comenta un operador de la City, actualizando el lema que motorizó la campaña electoral de Bill Clinton contra George Bush (padre) en 1992, la de “es la economía, estúpido”, pero concluyéndola con el “bobo” que popularizó Lionel Messi en aquel insulto contra el neerlandés Wout Weghorst, del que después se arrepintió. El broker buscaba explicar el principal motor, no el único, del salto de los dólares paralelos esta semana. El blue o ilegal terminó el año pasado en $ 346. Este jueves cerró en 432, un 24,8% más. El índice de precios al consumidor (IPC) subió 21,7% en los primeros tres meses de 2023. Si en abril se repite el 7,7% de marzo, acumularíamos un 31% en en el cuatrimestre.

MIentras no se calme la inflación, será imposible que se tranquilice el paralelo. Y el ministro de Economía, Sergio Massa, no ha encontrado nunca la manera de hacer bajar el IPC de manera consistente. Al comienzo se destacó por apaciguar la corrida cambiaria que se desató tras la renuncia de Martín Guzmán al Palacio de Hacienda en julio pasado, pero ahora volvieron los subidones diarios del paralelo similares a los del interregno de Silvina Batakis en Economía aquel mes. Los dólares financieros, legales, terminaron este jueves en $ 435 el contado con liquidación (CCL) y 421 el MEP (Mercado Electrónico de Pagos).

Después de que el Instituto de Estadística (Indec) informara el pasado viernes que la inflación alcanzaba el 7,7% mensual, el mayor nivel desde el estallido de la convertibilidad en 2002, cundió aún más el pánico y el lunes el entonces jefe de asesores de la Presidencia, Antonio Aracre, volvió a proponerle a Alberto Fernández un plan de estabilización, con devaluación y congelamiento generalizado de precios, salarios y tarifas, como le había sugerido en 2022 sin éxito a Guzmán. Su idea era conversarlo con Massa, pero el ministro se enfureció, proliferaron rumores de cambios en Economía y el ex CEO de la agroquímica Syngenta terminó durando menos de tres meses en el Gobierno. Estas tensiones internas contribuyeron al mal clima en el mercado cambiario, pero no fueron la mayor razón de su inestabilidad.

El lunes, el dólar blue comenzó a subir como reacción al IPC del viernes y el martes se contagiaron el CCL y el MEP. Si todos los precios de la economía suben al 7,7% mensual, tarde o temprano, el de la moneda norteamericana también lo termina haciendo, repiten por lo menos cinco operadores del mercado financiero. Lo que sucede es que el verde paralelo no sube de a poco, día a día, al ritmo del IPC, como intenta el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, con el oficial. En cambio, se suele acomodar con retardo y de a saltos cada dos o tres meses. “Es el modo olla a presión. Salta cada con dos meses y te come el carry trade de ese periodo”, analiza un broker. El carry trade es el término en inglés para designar la bicicleta financiera de apostar a las altas tasas de interés en pesos, que suelen subir también al compás del IPC, para después cambiar en algún momento al dólar.

Entonces los agentes del mercado financiero identifican los siguientes factores en el cóctel que contribuyó a la suba del paralelo:

  • La inflación pasada y las previsiones futuras de una espiralización, como principal razón. A su vez, el incremento del blue, el CCL y el MEP empeoran las remarcaciones de precios de abril.
  • La ausencia de reacción del Gobierno ante la inflación.
  • Los rumores de renuncia de Massa, que sería el “final” del Gobierno, según sugirió por Twitter su esposa, Malena Galmarini, presidenta de una AySA que sigue activa en obras pese al ajuste de la inversión pública en general.
  • El alza del paralelo a más de $ 430 también desalentó la liquidación del dólar agro porque en el campo se ven menos tentados por cambiar a $ 300. Y entonces la ralentización del ingreso de divisas con este tipo de cambio privilegiado daña las reservas y retroalimenta también las expectativas de devaluación e inflación.
  • La renegociación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que pactaron el sábado pasado en Washington su subdirectora gerenta, Gita Gopinath, y Massa. Circularon rumores de que el FMI pediría una fuerte devaluación, pero operadores de la City que hablan con sus técnicos cuentan que el organismo comprende que esa opción resultaría peligrosa en esta coyuntura preelectoral y social, por lo que aboga por ir acotando la multiplicidad de precios del dólar, es decir, devaluar a cuentagotas, pero quizá con un gotero más acelerado que hasta ahora. Lo que pocos imaginan en el mercado financiero es que el Fondo adelante desembolsos de recursos de este año, como pretende el ministro, sin que el organismo exija como contraparte más medidas de ajuste, pues es su modus operandi tradicional. Los Estados Unidos de Joe Biden apoyan la renegociación de Massa, mientras que otros socios clave del FMI como Japón y Alemania no se muestran tan condescendientes, como sostuvo Carlos Pagni en La Nación. Pero igualmente el gobierno de Fumio Kishida se muestra “no menos flexible para comprender la situación de la Argentina y está dispuesto a conversar y analizar con fundamentos”, mientras que el de Olaf Scholz “ha apoyado la cooperación y el trabajo constructivo del FMI durante los últimos meses”, según fuentes al tanto de las conversaciones.
  • La incertidumbre política sobre quién será el opositor que suceda a Fernández. El mercado apuesta todo a que el peronismo se va del poder, pero no sabe si vendrá Horacio Rodríguez Larreta, que promete salir del cepo cambiario en unos meses; Patricia Bullrich, que jura que lo quitaría al comenzar su eventual gestión; o el ascendente Javier Milei, que delira con la dolarización. Los tres expusieron esta semana ante los mayores millonarios de la Argentina en el Foro Llao Llao. En el mercado financiero temen que, aunque gane cualquiera de esos candidatos con promesas de reformas pro mercado y fuerte ajuste fiscal, y aunque eso los entusiasme, prevén que esas políticas enfrentarán mucha resistencia social a la hora de aplicarse recortes a provincias, empresas públicas y población en general. No importa que lleguen con el voto popular. Nadie arrasará en las primarias de agosto próximo. Además hay inversores que desconfían de la pericia de los opositores para resolver el vendaval de problemas por resolver.
  • Aunque Milei crece en las encuestas y es vivado en las calles, el mercado todavía no prevé su victoria electoral y por eso no atribuye el salto de esta semana del dólar a una previsión de que una dolarización se concrete y provoque una disparada infernal de la moneda norteamericana a, por ejemplo, $ 7.000, como calculó un empresario en diálogo con el diputado libertario en el hotel de Bariloche. Si venciera en las primarias, no se descarta una corrida al dólar, aunque algunos operadores especulan que esa situación podría volcar a la mayoría del electorado a buscar opciones más moderadas en las generales de octubre. Sin embargo, algunos inversores ya se dolarizan por las dudas. El consultor Emmanuel Álvarez Agis recomienda sacar los pesos y dólares del banco en caso de que se prevea un triunfo del líder de La Libertad Avanza, pero aún los depositantes no reaccionan tanto ante la promesa de Milei de dolarización y desaparición del Banco Central, regulador del sistema financiero, sino sobre todo ante los temores de la coyuntura actual, según comentan en la City. Hay una salida de depósitos privados en dólares desde el 21 de marzo y el lunes pasado fue el peor día desde entonces, con US$ 98 millones. No hay todavía información de los días posteriores, pero se prevén peores. El acumulado desde el 21 de marzo, en 17 días hábiles, trepó a US$ 528 millones, el nivel más alto desde 22 de julio de 2022, posterior a la renuncia de Guzmán, cuando se llegó a 748 millones.

Ante la suba de los dólares financieros y después de que la Universidad de Buenos Aires (UBA) ofreciera el lunes un dictamen favorable a que la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) vendiera sus bonos en dólares, el equipo económico comenzó a “reventarlos” a partir del miércoles, según la expresión de un operador de la City. El dólar MEP y el CCL se consiguen comprando con pesos un título que cotiza en dólares como el GD30 y vendiéndolo al día siguiente en dólares y cobrándolos acá o en el exterior, respectivamente. Pues el Gobierno intentó influir en ambos mercados cambiarios vendiendo a mansalva los GD30 en el final de la jornada bursátil del miércoles, con lo que estos bonos perdieron 10% de su de por sí devaluadísima cotización, pero no hubo casi inversores interesados en comprarlos a precio “de fondo buitre”. Pese a que hay quienes apuestan al “trade electoral”, como le llaman al negocio de que la oposición gane los comicios, la mayoría quiere esperar a 2024 para ver si se aplican reformas y ajustes radicales en la economía argentina. Se preveía que el Gobierno autorizaría a que bancos y aseguradoras locales pudieran comprar bonos en dólares, pero todavía no lo hizo. Por esa falta de demanda por los títulos no se pudieron tranquilizar el MEP y el CCL. “Algunos inversores de afuera me llamaron para decirme que no van a comprar a esos precios de remate, que son precios como si se previera una reestructuración agresiva de la deuda, cosa que no va a pasar. Es un escándalo cómo el Gobierno hizo bajar los bonos para tomar deuda al 25% en dólares”, se refiere un broker a la operación del equipo de Massa de vender títulos en moneda norteamericana de la Anses y otros organismos públicos para hacerse de pesos y financiar el déficit fiscal, que es el objetivo secundario de esta movida. El primero radica en controlar el dólar paralelo y por ahora no lo ha logrado.

Apenas aparecieron el jueves algunos inversores atraídos los precios basura de los bonos. Son los que ven valores muy atractivos para compras de oportunidad. Son los que calculan que en 2024 haya pasado la sequía, la cosecha se recupere, el gasoducto Néstor Kirchner permita exportar más gas e importar menos en invierno y calculan que entonces no serían necesario un ajuste del gasto público del 13% del PBI, como promete Milei, o del 8%, como calcula Larreta, sino del 3% para conseguir el déficit cero.

Massa, mientras tanto, busca recursos del FMI. Volvió de Washington con US$ 900 millones del BID y 600 millones del Banco Mundial. Lo que no consiguió el Gobierno por ahora es colocar un alto cargo en el Banco Interamericano. Su nuevo presidente, el brasileñoisraelí Ilan Goldfajn, nunca le ofreció a la Argentina ocupar una vicepresidencia. Sólo le llegó a comentar a principios de año que quería que ubicar allí a su amigo Eduardo Levy-Yeyati. Pero al ministro no le pareció bien que el economista ahora enrolado en la UCR se encaramara en ese puesto. Goldfajn entonces se reunió en febrero con el director del Indec y representante del ministro ante organismos internacionales, Marco Lavagna, y le ofreció una gerencia. Justo a fines de ese mes apareció en un portal llamado El Disenso que Lavagna tenía en su declaración jurada patrimonial una donación de US$ 1,5 millones en Suiza. elDiarioAR comprobó que desde 2020 aparece esa donación en su declaración y consultó sobre quién se le había hecho, pero ni Lavagna ni los voceros del Indec y Economía respondieron. Después de esa publicación no se habló más de la gerencia en Washington. En el Gobierno sostienen que “Lavagna nunca fue candidato”, pero “habría una gerencia y un instituto” del BID reservado para la Argentina.

AR

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