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Entrevista

El chileno Nano Stern homenajea a Víctor Jara a 50 años de su asesinato

El cantautor chileno Nano Stern

Claudia Regina Martínez

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El chileno Nano Stern no para. Hace un año estaba presentando un disco nuevo, Aún creo en la belleza, con composiciones propias, con el que salió de gira por Latinoamérica y Europa. Y ahora ya tiene otro a punto de salir, un homenaje al emblemático Víctor Jara a 50 años de su asesinato, que también lo está llevando a recorrer ambos continentes.

Lo presentará en Argentina, país con el que tiene vínculos muy fuertes y donde suele encontrarse con un montón de amigos músicos, el 22 de septiembre en el Teatro Ópera de CABA. Las entradas ya están a la venta.

Para hacer este disco, titulado Nano Stern canta a Víctor Jara, el joven cantautor se sumergió en la obra del gran referente de la música popular latinoamericana, asesinado pocos días después del golpe que derrocó a Salvador Allende en Chile el 11 de septiembre de 1973. En ese proceso, hizo sus propias versiones de temas como “El Cigarrito”, “Te recuerdo Amanda”, “Luchín” y “Manifiesto”, entre otros. Los grabó en la universidad en la que trabajaba Jara.

Aunque Stern, uno de los artistas chilenos de mayor proyección internacional, es multiinstrumentista y suele acompañarse de una banda, en este trabajo, que será lanzado en plataformas el 25 de mayo, solo aparece él, con su voz y su guitarra.

Comprometido con su presente, apasionado por lo que hace, charló con elDiarioAR en una escala que hizo en Buenos Aires para cantar en la Feria del Libro.

-Hace un año estabas presentando un disco nuevo, te ibas de gira, estabas a full y ahora ya estás presentando un trabajo nuevo.

-Es que me encanta. Me gusta mucho. Lo disfruto. Soy inquieto. No me alcanza el tiempo para la cantidad de cosas que me gustaría hacer. Tengo un afán muy fuerte por hacer cosas. Tengo mucho más proyectos en mente que el tiempo para hacerlos. Entonces muy rara vez me puedo permitir un tiempo en el que no estoy haciendo algo. Y no es por una imposición, del rigor, ni nada. Es por por la voluntad, por la pasión de vida.

-¿Cómo nació en vos el querer homenajear a Víctor Jara?

-Nació por lo menos por dos vías distintas. Por un lado, cuando yo era adolescente y empecé a cantar sus canciones. Es un referente inevitable de la música chilena. Y para mí, en lo personal, un guía también, un faro, por la profundidad y la belleza y la sensibilidad de su obra y también por su ejemplo de vida y su ejemplo de muerte, que fue muy tremenda y marca mucho en Chile el oficio de los músicos. Es una deuda también gigantesca en cuanto a la justicia y la memoria en Chile. Y, por otro lado, nace ya de manera más concreta por el contexto que vivimos este año de los 50 años de todo eso, del golpe y obviamente del asesinato de Víctor. Me puse a pensar en qué hacer en este año especial y creo que es bueno desarrollar proyectos que tengan que ver con la memoria, con lo que estamos viviendo y no hacerse los tontos. Estoy haciendo varios proyectos en paralelo: una película documental, una obra con orquesta sinfónica y este disco, que fue el primer proyecto en concretarse y que me llevó también a un viaje de redescubrimiento muy apasionante de las canciones de Víctor y del oficio del cantor también.

-¿Cómo lo encaraste?

Muy al comienzo del proceso de hacer el disco tomé la decisión de hacerlo solo con guitarra y voz, lo cual tuvo muchas implicancias posteriores. Eso lo saca del lugar común de lo que son los discos de otros autores en que se suele revestir todo con elementos estéticos más modernos o sacarlo de contexto. El hecho de utilizar más o menos los mismos recursos que él utilizaba plantea una dificultad. Mi voluntad fue hacer una cosa austera, en que la poesía y la música en su estado más destilado estuvieran en primerísimo plano. Entonces poder aportar algo nuevo desde ese lugar fue bastante desafiante. 

-Está, por ejemplo, “Te recuerdo Amanda”. ¿Cómo se hace para cantar una canción que cantó tanto tanta gente?

-Lo primero es cantarlas, tocarlas y volverlas propias, que se convierta en una cuestión subcutánea. Que no sea 'voy a cantar una canción de', sino 'voy a cantar esta canción desde adentro'. Y luego ya el aspecto más específico, más técnico. Las posibilidades interpretativas, por ejemplo, de la guitarra son otras hoy que hace 50 años. Es otro lenguaje, hay otros elementos. Lo que hice fue ir a descubrir los nervios, tocar de manera muy fiel todas las canciones, al detalle, escuchando los discos una y otra vez. En el fondo fue como entrar también en el universo creativo de otra persona, más encima de alguien tan emblemático y tan tocado y tan reversionado como es Víctor. Y de ahí aprender para olvidar. Aprenderlo muy en profundidad para después poder liberarse de eso y decir 'bueno, ¿dónde puedo yo habitar con propiedad estas canciones?'. Y tiene que ver mucho con la guitarra, con la armonía. Por supuesto, en las letras no voy a intervenir. Las melodías son muy prístinas y muy ancladas en la tradición, entonces tampoco tiene mucho sentido. Pero sí el trabajo de la guitarra y la resignificación que la armonía aporta en la música es una puerta que está abierta y que es muy apasionante y que a mí en lo personal en mi trabajo creativo propio me resulta central también. Entonces, fue por ahí.

-Este disco se grabó en vivo en el lugar en que trabajaba Víctor Jara.

- En el Aula Magna de la Universidad de Santiago, que fue antes la Universidad Técnica del Estado. Él estaba contratado por la universidad como parte de un elenco creativo y de difusión de la cultura. Entonces hay una carga emocional muy fuerte de tocar en un espacio donde él habitaba cotidianamente. Su oficina, donde él trabajaba, estaba ahí mismo, a diez metros del escenario. Creo que a todos los que estuvimos involucrados nos llevó a un lugar de, por un lado, solemnidad pero sin pasarse, una cierta energía, una predisposición emocional muy fuerte. No es lo mismo que grabar en un estudio o en un teatro X. Era un lugar donde esas canciones tenían una razón de ser. 

-Ahora lo estás presentando con una gira grande. ¿Tenés invitados, como hacés habitualmente?

-Sí. Me encanta. Y además porque como este es un formato solista se presta mucho para invitar gente. Y como además algunas de estas canciones son muy emblemáticas también es bonito poder compartirlas con otra gente y es la maravilla también de girar en formato solista. Hice 17 conciertos en Europa en que en cada lugar pude compartir un repertorio similar con otra gente. Eso también es rico, ver cómo la música se viste de la identidad de cada lugar. Y cómo estas canciones desnudan su dimensión universal al salir de Chile, al salir del contexto. Es rico porque grabamos el disco como en el epicentro, digamos, de esta cultura a la cual pertenecen estas canciones, y ahora parte de ahí y se va para el mundo y se va vistiendo de distintos sabores en cada lugar. 

-Estás con un proyecto audiovisual también.

-Con dos proyectos audiovisuales. La grabación del disco se filmó de manera muy hermosa, con mucho cuidado estético y eso va a salir por la televisión en Chile en septiembre. Y, en paralelo, estoy dirigiendo un documental, como codirector, que es una investigación respecto a la música durante el periodo de la Unidad Popular y un poco antes, que abarca casi completamente la historia de la nueva canción chilena. Ha sido muy nutritivo hacer ambas cosas al mismo tiempo porque, entre otras cosas, me tocó entrevistar extensamente a muchos colaboradores de Víctor Jara, gente que grababa los discos con él, gente que componía las canciones con él. Fue una posibilidad de en paralelo yo hacer mis versiones y conversar con aquellos que estaban ahí. Les preguntaba cómo era, cómo enfrentaban el trabajo. Creo que siempre es bueno tener esa info, esa posibilidad de sentirlo muy cercano.

-¿En qué fase está ese documental?

-Está ya en fase de montaje. Están hechas todas las entrevistas. Son veinte entrevistas exclusivamente a personas que vivieron la época. Estamos también en el trabajo de rescate de material de archivo. Y también estamos realizando trabajos de animación en stop motion y música original. Los tres elementos que dialogan durante toda la película son las entrevistas, que son el meollo, el material de archivo y estas secuencias, digamos, imaginarias, en las que podemos rescatar un poquito la energía pop que tenía. Porque esto no era una cuestión de la elite o del mundo del folklore. Era una cuestión muy transversal que en un momento fue masiva también en Chile. 

-¿Cómo se está recordando en Chile este 50 aniversario del asesinato de Víctor Jara?

-En general, el contexto en que llegan estos 50 años del golpe es muy complejo porque se cruza obviamente con la contingencia y con la situación política actual, que es de mucha división, de mucha polarización, de mucho desencanto también. Porque el rechazo al proyecto de nueva constitución tuvo consecuencias sísmicas, telúricas. Se produjo como una vuelta del sentido común a otro lugar. Se puso muy en tela de juicio el gobierno recién asumido. Piensa que a seis meses de asumido el gobierno vino este plebiscito. Entonces estamos como en un estado de desorientación, en que lamentablemente más que nunca en los últimos 50 años existen voces de negacionismo, que vuelven a poner en tela de juicio la universalidad de los derechos humanos. 

-Hay un vínculo fuerte entre los músicos de Chile y los de Argentina. ¿Cómo vivís eso?

-Primero, conectando con lo que hablábamos antes, a través de mi trabajo de investigación para el documental me he enterado de una cosa que yo intuía y que algo sabía pero ahora de una manera muy concreta y es que la identidad musical chilena no se entiende sin conocer un poquito de los procesos musicales de Argentina. Atahualpa (Yupanqui), (Eduardo) Falú, los Chalchaleros, que además son producto del proceso histórico del que ustedes saben mucho más que yo, el peronismo, la radiodifusión, la construcción de una identidad musical fuerte aquí. Eso permeó en Chile y echó a andar muchos procesos allá. En mi caso, yo creo que como producto de eso se da de manera muy natural y tengo una innombrable cantidad de amigos queridos y colaboradores aquí. Con todos ellos primero me relacioné como fan, como admirador, por ejemplo, Pedro Aznar, Juan Quintero, los Aca Seca, la Teresa Parodi, el Chango Spasiuk, Duratierra... Lisandro Aristimuño, el Raly Barrionuevo, Bruno Arias, la Bruja Salguero, Ramiro González de La Rioja, Nahuel Jofré en Mendoza. Es interminable. Estoy dejando afuera a muchos, estoy seguro. A medida que también he podido viajar por Argentina, por las provincias, he ido haciendo amigos también que no son tan parte quizá del circuito que se conoce en Chile, sino que es gente más local de cada lugar y es una maravilla. Me encanta. Me gusta de Argentina que hay mucha identidad local en cada lugar. Siento que la música es una demostración empírica de esto de que somos pueblos hermanos. Lo somos, efectivamente, y la música es una manera de comprobarlo. La música y el asado y el vino (risas) son cosas que nos unen más allá de cualquier duda. 

-¿Y qué otros proyectos tenés?

-Estoy trabajando muy intensamente en un concierto con orquesta sinfónica en que una mitad del concierto es un homenaje a la nueva canción chilena y la otra es una obra nueva que para mí representa a la vez una oportunidad y un desafío gigantesco, porque estoy haciendo yo la música, el trabajo sinfónico. Es muy alucinante, me está exigiendo mucho y también fue muy enriquecedor trabajar al mismo tiempo en el disco de Víctor y en esto porque es pasar de lo más austero al formato mayúsculo. Y poder hacer ambas cosas a la vez creo que le quita ansiedad a una y a otra. Y también es aprender a manejar los recursos en situaciones muy extremas a la vez. Eso ha sido muy interesante.

CRM

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