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Música

Raúl Barboza presenta un disco diferente, entre el chamamé, el jazz y lo experimental

El músico argentino radicado en París Raúl Barboza

Claudia Regina Martínez

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En unos meses cumplirá 85 años, pero el acordeonista Raúl Barboza es la prueba de que nunca se deja de innovar y experimentar en la música. Este martes 21 de marzo, el músico afincado en Francia lanzó en plataformas su nuevo trabajo, Souvenirs Panamericanos, creado junto al compositor y multiinstrumentista también argentino Daniel Díaz y en el que se fusionan diferentes estilos musicales.

Si bien Barboza es uno de los mayores referentes del chamamé y la música litoraleña en general, en plena pandemia y sin poder moverse mucho del barrio parisino en el que reside, se sucedieron los encuentros con Díaz, que venía de un palo completamente diferente. Así comenzó un fructífero intercambio creativo, que culminó en este disco.

Souvenirs Panamericanos contiene 18 temas creados por ambos, en los que el sonido litoraleño muta y se convierte en milonga, zamba, vals o vidala con variaciones experimentales. 

“Un día nos encontramos y yo tenía la formación del trío y le pregunté si podía participar porque faltaba un compañero. Hicimos unas actuaciones juntos. Él vino como bajista, pero es multiinstrumentista. Es un músico de formación escolástica. Por lo tanto, tiene muchos recursos musicales. A mí me vino muy bien también para aprender a hacer cosas que no estoy habituado a hacer. Empecé a ir a su casa con el acordeón -estoy cerquita-, empezamos a ensayar y él me decía: 'Tengo esta melodía, a ver qué acordes le podés poner'. O: 'Mirá, tengo estos acordes, qué melodía le podés poner'. Y así fue cómo empezó”, relata Barboza por teléfono a elDiarioAR desde París.

“Claro, había que poner en funcionamiento el querer comprendernos. Porque él viene del jazz, de la música clásica, aunque ha hecho músicas populares en Argentina: chacarera, zambas, esas cosas. No tanto el chamamé. Pero nos hemos encontrado muy bien, trabajando con mucha cordialidad, como tiene que ser. Y salió este disco. Y estoy muy contento, muy feliz de haber encontrado un compañero con quien puedo dialogar”, añadió.

“Daniel es una persona que tiene un gran conocimiento musical y ya tenía muchas ideas anotadas. Y me las fue mostrando de a poquito. 'Mirá, tengo este milongote'. Por no decir una milonga, porque era milonga pero tenía otros pasajecitos. Y yo a eso le puse música. Y no hemos ensayado. Prácticamente todo está improvisado. No hay partituras escritas”.

La clave estuvo en compartir sin imponer nada. “Él no trató de inculcarme el jazz ni yo el chamamé. Fueron apareciendo formas musicales con ritmo de chamamé, con ritmo de rasguido doble, que son los temas que hemos incorporado. Y nos hemos llevado tan bien que en ningún momento pensamos: 'No, esto no tiene sabor de chamamé o esto tiene mucho sabor de jazz'. Simplemente, para mí, quería hacer música, sin estar atado a formas musicales tradicionales”.

Barboza, que nació en Buenos Aires de padres correntinos e inició su carrera en los años 50, siempre fue conocido por innovar. Y fue de los primeros músicos argentinos que llevaron el chamamé por todo el mundo, mucho antes de que este género fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2020.

“Yo quería que la música argentina se conociera. Entonces vi cómo hizo Piazzolla, cómo hizo Mercedes Sosa, cómo hizo Carlos Gardel, cómo hicieron tantos músicos para hacer conocer la música de su país”, recuerda. Y así fue que en 1987 se instaló en París, donde llegó a ser condecorado Caballero de las Artes y de las Letras, para desde allí recorrer un sinfín de países.

“No he sido muy tradicional, según algunos chamamesólogos, que dicen que yo no tocaba el chamamé como era. Pero no es tan así porque había grupos musicales en Argentina que estaban muy adelantados a un chamamé muy tradicional. Y yo me acerqué a esos músicos: (Mario del Tránsito) Cocomarola, (Ernesto) Montiel, por ejemplo. Y, en otros géneros, (Astor) Piazzolla, Don Ariel Ramírez. También escuché a músicos clásicos, cantantes de ópera. A mí me habita la música, con inclinación al chamamé, porque es lo que aprendí, pero soy un tipo abierto. Y como Daniel también es un hombre abierto, nos hemos encontrado sin siquiera buscarnos”.

Respecto del título del nuevo disco, señala: “Me pareció agradable porque no tiene una connotación de terruño o de Argentina o de chamamé o de Corrientes o del Chaco. Es una música que está dedicada a diferentes formas musicales y que puede llegar a un gran número de personas que no sean precisamente las que gustan del chamamé. Algunos tal vez pongan algún reparo. Es distinto a los temas que yo he tocado. Tiene otra forma. Y es lo que a mí me gusta. Yo no quiero hacer siempre lo mismo. Vamos a ver qué es lo que hacemos ahora en la próxima oportunidad que nos encontremos (con Daniel Díaz) para componer algo nuevo”.

Por el momento, aclara, no está previsto que este trabajo se presente en Argentina. “Este año no pude ir porque las cuestiones económicas de los billetes de avión están fuera de órbita. Por eso mi mujer y yo decidimos no viajar hasta que se asienten todas estas idas y venidas políticas y que el país se aquiete un poco”, explica.

CRM

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