Zapping electoral

Y una noche volvió la TV

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En la noche de la elección la televisión empardó algo del espíritu social: gente en la calle, colas en escuelas, chequeo incisivo de mesas en las paredes de sus fachadas. Y canales de noticias con su previsible ejercicio de cobertura extensiva durante horas y horas, de dirigentes con sus sobres en mano, internismo hipotético exacerbado, conjeturas sobre posibles festejos –¡hasta se habló del color de los globos!– y posibles discusiones para el día después. 

Pero hasta la noche del domingo, la divergencia era notoria: entre una pantalla que se mostraba como un reducto hiperpolitizado y un clima cotidiano desapasionado frente a unas PASO de medio término en el marco de una pandemia que todavía impone protocolos y cambios en la vida de las personas. Un dato ilustrativo: hace dos semanas, Isonomía hizo una encuesta sobre la fecha de las PASO en la que el 70% dio una respuesta incorrecta o dijo no saber cuándo eran. Las noticias, sin embargo, eran más bien monotemáticas en un modo electoral.

La televisión hiperpolitizada convive con redes sociales más etéreas e inasibles, que aun así probablemente recién hoy se hayan impregnado de imágenes cívicas, con un aire familiar a aquellas fotos que registraban primeras dosis contra el Covid. Sin embargo, es difícil hacer un análisis de “lo que sucede en las redes” porque su gran innovación ha sido la personalización: nuestros feeds difieren, las propagandas que vemos están dirigidas a nosotros por medio de las estrategias de microtargeting que hicieron grandes y económicamente poderosas a las plataformas sociales. Sí hay sobradas muestras de cómo los candidatos políticos vienen usándolas en modo vampiro: así lo ilustra el uso juvenilista de Larreta y Vidal de Tik Tok para esta campaña o la apertura de Twitch por parte del Frente de Todos, Milei o Espert. Florencio Randazzo tiene como logo, incluso, uno que se asemeja mucho al de WhatsApp. Aunque es inevitable escuchar la palabra cringe en boca de jóvenes que se topan con dirigentes políticos en su consumo cotidiano o que respondieron con distancia a los intentos juvenilistas de candidatos que podrían ser sus padres o abuelos. 

La política, como hizo siempre, va a buscar a potenciales electores en donde sea que ellos están, aunque no abandona la televisión como plataforma central de difusión. Del mismo modo, un día como hoy le devuelve un vigor adormecido en días normales. De hecho, hoy los canales de noticias de cable se llevaron buena parte de la audiencia que quiso seguir las elecciones durante el día, frente a la televisión de aire. Aun así, el canal más visto a las 18 horas era Telefé, que emitía una ficción desconectada del día electoral. 

Después del cierre de los comicios, una vez más, los canales hicieron malabares para estirar sus coberturas ante la ausencia de números: tras malos tragos, nadie quiere arriesgarse al señalamiento perenne que viene después de lanzar guarismos equivocados. Así, desfilaron notas como “la última persona en votar”, “guerras de bocas de urnas”, especulaciones varias, crecientes pero cortas conferencias de prensa y poco más.

La televisión post 21 se puso más ansiosa: cerca de esa hora, Elisa Carrió vaticinó sin brindar datos una “rebelión de los pobres” en el Gran Buenos Aires. Pasadas las 21.30, Eduardo “Wado” de Pedro anunció que ya estaban más del 60% de las mesas escrutadas pero no se abrieron los datos: mientras que C5N intentó justificar el retraso con errores del pasado, LN+ con Alfredo a la cabeza estalló: llamó a los periodistas a publicar los datos de boca de urna que tienen desde las 19 hs.

Medios y candidatos polarizados

Los encuestadores y analistas no cesan en su preocupación por la apatía, el desinterés, el rechazo de la sociedad actual por la política. Algo de esta supuesta sensación de rechazo al status quo, cuyos números se siguen procesando en estas horas, se canalizó en determinadas propuestas periodísticas masivas que han sobrerrepresentado a referentes que proponen un discurso disruptivo e insisten con efusividad dramática en dinamitar la política tal cual la conocemos ahora sin decir cómo reemplazarla y con ideas de una derecha radicalizada. En la televisión, eso fue claro por la presencia constante de un referente como Javier Milei, que tiene un diferencial en la franja de votantes adolescentes o muy jóvenes y que en los resultados parciales oficiales mostró una performance todavía mejor que la esperada, superando los 13 puntos. Programas de televisión y candidatos partidarios polarizados matchearon en esta campaña. Esa convergencia puede tener varias interpretaciones: al impacto de los discursos sin matices se agrega una estrategia que comparte la política y la televisión y que busca nutrirse de audiencias jóvenes.

En cualquier caso, la relación de los jóvenes con la política partidaria forma parte de una de las preguntas que estas elecciones ayudarán a descular. Por qué medios conviene llegar a ellos será, también, uno de los análisis que se afilarán con los números en la mano.  

 

NS