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ELECCIONES EEUU 2024 Análisis

La carrera a la Casa Blanca largó en Iowa y Trump empezó con pie derecho

Un presidente, el octogenario demócrata Joe Biden actual inquilino de la Casa Blanca (imagen), y un ex presidente, el septuagenario republicano Donald Trump, esperan ganar su primera reelección en las elecciones del martes 5 de noviembre.

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Arcaica, campesina, aldeana y aun colonial son algunos de los rasgos que retiene en sus procesos electorales la democracia más antigua de América. Las elecciones presidenciales de EEUU, que este año caen el cinco de noviembre, son siempre el segundo martes hábil del mes, día de mercado. Y la votación es siempre indirecta: se elige a los que eligen, pero no se elige. El pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes. Y también elige a sus autoridades a través de representantes, o electores.En las primarias, se elige entre precandidaturas rivales cuál será candidatura presidencial triunfante que competirá en la fórmula de cada uno de los dos grandes partidos de EEUU.

Biden y Trump, candidatos parejos en las presidenciales, precandidatos sin par en las primarias

En las primarias 2024, la polarización entre trumpistas y anti-trumpistas ha influido en que el electorado republicano esté abrumadoramente a favor de que el ex presidente y precandidato Donald Trump sea el candidato partidario. De modo de que en las primarias sólo se verá quién obtiene el segundo y quién el tercer puesto. Los contrincantes con chanches de ocuparlos son sólo dos. Niki Halley, ex gobernadora del estado de Carolina del Sur y ex embajadora del gobierno Trump ante la ONU, a quien las encuestas auguran el 20% de los votos en Iowa. Y Ron De Santis, el gobernador de Florida. Halley es la única moderada, y le favorece que Cris Christie, gobernador de Nueva Jersey y único precandidato republicano antitrumpista se haya retirado de la pista ya antes de correr en Iowa la primera carrera.

Como el presidente Joe Biden aspira a un segundo mandato, no hay auténticas primarias demócratas en 2024. Como no hubo primarias republicanas en 2020, cuando Trump aspiró, pero no logró, su reelección. En 2016, hubo feroces elecciones primarias republicanas, que ganó Trump antes de ganar la presidencia. Y hubo mordaces y sucias primarias demócratas, que la precandidata de Wall Street, la ex primera Dama Hillary Clinton, le ganó al precandidato judío, socialista y multimillonario Bernie Sanders. Antes de que en las elecciones presidenciales de noviembre el candidato republicano Trump dejara fuera de la Casa Blanca a la candidata demócrata que usa el apellido de su marido dos veces presidente.

Las campañas electorales de los precandidatos en las primarias son extremadamente costosas, y cada contrincante sabe que su suerte depende del voto pero en no menor medida de los aportes multimillonarios de empresas o particulares que apuestan por esa precandidatura. Esta es una de las causas que afianzan el bipartidismo. Y no es sólo lo que esos dólares comprarán. Para el electorado norteamericano, ya la sola noticia de haber merecido esas donaciones aumenta el precio y el mérito de una precandidatura.

Que tu voto sea útil, que mi donación no es inútil

La doctrina del voto útil ha quitado toda chance a terceros partidos en las presidenciales norteamericanas. Los primeros en considerarla una enseñanza modélica e irrenunciable son aquellos que aborrecen, por sobre todo, cometer donaciones inútiles. Sólo en el marco de los dos grandes partidos discriminarán su donatario los donantes.

Tal financiación puede beneficiar a una figura del Partido Demócrata actualmente en el poder, de ideas de centro-izquierda. El electorado ‘azul’ es más rico, más urbano y más suburbano, con mayor renta y más avanzado grado de educación formal en la enseñanza privada, más probablemente residente en en los estados de la costa del Océano Atlántico y en las ciudades y núcleos de producción tecnológica y prestación de servicios sofisticados de la Costa del Océano Pacífico, más white-collar (de camisa de cuello blanco usual o requerida en los empleos de oficina).

La gran empresa, en especial la perjudicada por requerírsele más recaudos ante el cambio climático después de que 2023 fuera el año más caluroso de la historia de la humanidad, puede preferir favorecer al Partido Republicano. El electorado ‘rojo’ del GOP, del Grand Old Party, el partido fundado por Abraham Lincoln que abolió la esclavitud, es menos universitario, más rural, más blanco (y más hispano y menos afroamericano), más religioso, menos institucionalmente educado, más libertario y más anti Estado, más aislacionista, más pobre y más proletario, más blue-collar (de cuello azul, el color de los overoles que usaban más obreros fabriles antes de la era del cinturón de óxido post-industrial).

EEUU, una república recta, una democracia indirecta

El procedimiento para que cada partido elija candidato en los 50 estados es análogo al que se seguirá más tarde en noviembre para que los 50 estados elijan presidente. En los centros de votación y reunión de cada partido en cada esado se vota por alguna precandidatura en oferta. Se suman todos los votos del estado, y la precandidatura que obtuvo siquiera uno más que la siguiente, se gana todos los delegados de ese estado (de número variable en proporción al número de habitantes) a la Convención partidaria, y allí elegirán al candidato presidencial.

El proceso para que un precandidato gane la candidatura presidencial partidaria venciendo a precandidatos rivales sigue la el proceso electoral constitucional según el cual un candidato gana la presidencia venciendo a candidatos de partidos rivales.

En noviembre, en los 50 estados se escogerá entre las candidaturas que compiten por la presidencia. Las elecciones siempre son en día martes, el día de feria en tiempos de la colonia británica y los primeros años independientes. Porque ese día de la semana los adultos varones blancos, únicos beneficiarios del sufragio universal en aquella sociedad rural y esclavista, venían a la plaza pública guiados por la mano invisible del mercado para volver a sus campos enriquecidos por libre juego de la oferta y la demanda.

Al fin de cada martes de elección presidencial, se cuentan los votos de cada estado y nuevamente winner takes all. Salvo en 3 estados marginales que reparten proporcionalmente entre las candidaturas el rédito de los votos obtenidos por cada una, en los 47 estados restantes aquella candidatura que superó a las restantes siquiera por un solo voto se lleva todos los Grandes Electores. Tantos como corresponda a cada estado, porque el número que corresponde a cada uno, actualizado después de cada nuevo Censo, es proporcional a la población estadual. Reunidos en el Colegio Electoral, donde elegirán al presidente que gobernará EEUU por los próximos cuatro años.

El estado de Iowa y la mano de Dios

A diferencia de la elección presidencial, cuyo resultado se dirime en un único día de votación, y desde luego sin segunda vuelta, las elecciones primarias se escalonan en el tiempo. Empiezan a mediados de enero y duran hasta a fines de julio, cuando se reúnen en paralelo pero siempre en diferentes ciudades, las convenciones demócrata y republicana.

El progreso de las elecciones primarias dibuja las líneas de la historia de EEUU, del campo a la ciudad, de la agricultura a la industria, de la comunidad a la sociedad, del interior a la costa marítima, de lo simple a lo complejo. De la familia natural de Iowa a las neofamilias contra natura mafiosas de Washington DC.

En Iowa no se vota a escondidas ni singularmente para elegir candidato en las primarias. El voto se canta, y se cuenta en grupos. Se discute, se conversa, se arenga, en cada centro electoral habilitado, reunido el electorado en caucus, es decir, en asamblea. Se discute a viva voz, se vota levantando la mano, o diciendo el nombre preferido, o anotándolo a mano en algún papel. No hay urnas ni mucho menos un ‘cuarto oscuro’.

La capital de Iowa se llama Des Moines, ‘De los Monjes’. El toponímico quedó de la antigua colonización francesa. En este estado maicero de costumbres simples, si dos precandidatos obtuvieran el mismo número de sufragios, se desempata tirando una moneda. Según algunos cientistas políticos, así es la Providencia, la mano de Dios, la que en definitiva elija a las autoridades.

AGB

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