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Crisis climática

España enfrenta una temporada récord de incendios forestales impulsada por el calor extremo

Miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) combaten las llamas en la localidad de Las Médulas.

Raúl Rejón

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Ni un semana sin su incendio –o incendios– devastador. Según el calor extremo ha atenazado España, en buena parte impulsado por la crisis climática, se han sucedido grandes incendios forestales hasta tocar cúspide, de momento, este fin de semana cuando ardieron Las Médulas (León).

Si el 31 de mayo la estadística oficial mostraba un gran incendio forestal (GIF) declarado en España, es decir, con 500 o más hectáreas calcinadas, las cifras oficiales a 3 de agosto recogían ya 14, según el Ministerio de Transición Ecológica. En realidad, este lunes se ha llegado a los 22 siniestros altamente destructivos. La progresión del verano ha sido: de un gran incendio a 5 al terminar junio, 12 al acabar julio y 22 antes de la mitad de agosto.

Aunque en España actualmente se producen menos incendios que hace 20 años (la media entre 2015 y 2024 cayó un 35% respecto a la década anterior) “la proporción de grandes incendios forestales (GIF) respecto al total de siniestros no ha parado de crecer”, según el análisis de la organización WWF. “Apenas suponen el 0,26% del total, pero en ellos se registran los mayores impactos ambientales y sociales”, concluye la organización. De media, en esta década se han registrado 23 grandes incendios al año, una cifra a punto de ser alcanzada cuando quedan muchas semanas de temporada de alto riesgo.

“El cambio climático está haciendo que haya más oportunidades en las que estos paisajes pueden quemarse de forma más generalizada, intensa y peligrosa”, analiza la jefa del Departamento de Biodiversidad y Cambio Global del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo-CSIC), Cristina Santín, en un análisis para el Science Media Centre España (SMC).

Más oportunidades porque la alteración del clima provoca que las olas de calor sean más tempranas, frecuentes e intensas, es decir, crea las condiciones meteorológicas para que los fuegos se disparen: temperaturas muy altas, muy poca humedad y vientos fuertes. De hecho, el índice de riesgo meteorológico de incendios ha crecido en los países mediterráneos de manera que la temporada de incendios se ha estirado un 55% desde 1980.

Sin ir más lejos, al inicio de esta segunda ola de calor del verano de 2025, la agencia Estatal de Meteorología (Aemet) proyectó que para el pasado domingo, casi toda la península ibérica entraría en peligro extremo de incendio forestal. Un mapa bastante similar al que la Aemet dibuja para este martes.

Mapa de la Aemet con el riesgo de incendios en España para este martes.

Durante el primer episodio de calor extremo prolongado (a finales de junio e inicios de julio) se produjo el incendio, hasta el momento, más destructivo del año en Torrefeta (Lleida), con más de 6.000 hectáreas carbonizadas, muchas de terreno agrícola. Fallecieron dos personas ante unas llamas que avanzaron a velocidades cercanas a los 30 kilómetros por hora.

Santín añade que era “esperable” una situación así al llegar un calor extremo tras una primavera muy húmeda, a la que se le ha sumado que sea “relativamente fácil que en algún lugar haya una chispa que empiece un incendio. Tenemos todos los ingredientes para el cóctel molotov que estamos viendo ahora mismo”.

Hace diez años, en 2015, un informe oficial del Gobierno sobre impactos y vulnerabilidades de España frente al cambio climático advertía: “Se incrementarán las situaciones de mayor peligro así como la estación de incendios”. “Hasta mediados de siglo el cambio climático será poco variable por lo tanto la planificación debe basarse en el clima proyectado, no en el pasado”, destacaba. Es decir, los efectos del cambio climático iban a dejarse sentir por la inercia ya generada por los gases de efecto invernadero acumulados.

El informe también afirmaba que el cambio climático traería consigo un “incremento del peligro meteorológico medio, así como de las situaciones extremas”.

Área afectada por las llamas en Carcastillo (Navarra) en agosto de 2025

Una década después de ese informe, en este agosto de 2025, la catedrática de Análisis Geográfico Regional Cristina Montiel Molina subraya, precisamente, la relación entre la crisis climática y estos grandes incendios simultáneos: “Los registros extremos de temperaturas están generando este riesgo por el impacto concentrado y prolongado del calor en la vegetación y en el suelo, aunque las lluvias de la pasada primavera han impedido la sequía hídrica”.

Aunque el incendio en Las Médulas ha copado titulares por la destrucción de un paraje catalogado como Patrimonio de la Humanidad, la nómina de fuegos devastadores se ha distribuido por diversas zonas de la península. Así se han producido GIF en el Burguillo (Sevilla), Alcollarín (Cáceres), Talarrubias (Badajoz), Torrefeta (Lleida), Paüls (Tarragona), Méntrida (Toledo), Navaluenga (Ávila), Valdecaballeros (Badajoz), Trujillo (Cáceres), Cuevas del Valle (Cáceres), Caminomorisco (Cáceres), Terroso (Ourense), Navas del Marqués (Ávila), Chandrexa (Ourense), Aldea del Cano (Cáceres), Oliva de Mérida o Molezuela de Carballeda (Zamora).

“Es llamativo que estén ardiendo zonas del centro y noroeste, teóricamente menos proclives a fuegos severos en comparación con el litoral mediterráneo” analiza el profesor titular del departamento de Biología Animal, Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna Jesús Santiago Notario del Pino para el SMC. Y remata: “Las condiciones de calor extremo y prolongado favorecen un escenario como el actual”.

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