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Jorge Malena: “China es hoy una suerte de totalitarismo 3.0”

China celebra los 100 años del Partido Comunista

Walter Curia

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“Es un desafío imaginar dónde se va a encontrar China en 2049, en el centenario de su Revolución. Pero en tanto y en cuanto se puedan seguir satisfaciendo las necesidades materiales de la población y al mismo tiempo haya un mayor otorgamiento de derechos civiles y políticos, el sistema podría mantenerse y en efecto entonces China podría terminar logrando la preeminencia internacional”.

Quien lo dice es Jorge Malena, especialista en relaciones internacionales y uno de los mejores conocedores de la realidad en China. Es director del Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales y dirige el Programa Ejecutivo sobre China Contemporánea de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA. Malena habla chino y vivió y cursó estudios en China durante su juventud. 

Malena habla sobre el proceso de expansión  de China, su competencia, ahora abierta, con los Estados Unidos por la hegemonía global y las contradicciones y desafíos que presenta la creación de una sociedad de clases en el contexto de un régimen comunista. “Se da esa particular situación de una gran bonanza en muchos sectores de la población, de unos 500, 700 millones de personas sobre un total de 1.400 millones, a la vez que persiste aún un sistema autoritario. Hay autores que hablan de que a partir de este empleo de la tecnología para controlar a la población se podría redefinir entonces el concepto de totalitario y por lo tanto existiría una suerte de totalitarismo 3.0”, dice.

Malena menciona los desafíos que presenta China para naciones de ingreso medio como la Argentina y habla de la necesidad de una diplomacia de “equidistancia” con los dos polos de la actual confrontación global. También sobre el “poder blando” de Beijing, la diplomacia de las vacunas y el origen de la pandemia.   

Sobre el creciente temor en los Estados Unidos a la pérdida del liderazgo mundial a manos de China y la transferencia de poder hacia el Imperio del Centro, asegura: “Es una realidad que tanto en el equipo republicano como en el equipo demócrata se percibe que ya el protagonismo, la presencia de China en todos los rincones del planeta ha crecido al punto tal de convertirse en una amenaza de los intereses de los Estados Unidos”. 

 elDiarioAr lo entrevistó por videollamada. 

-El discurso del presidente Xi por los 100 años del PC Chino se escuchó con mucha atención en Occidente y en todo el mundo. Fue un discurso extremadamente duro, para el frente interno, pero también para el exterior, que incluyó una advertencia nada velada, cuando el presidente dijo que cualquier fuerza extranjera que intente intimidar a China encontrará como respuesta “cabezas rotas y sangre”. ¿China está ingresando en una nueva etapa? ¿Este mensaje pone fin a la estrategia tradicional de “ascenso pacifico” de China e inaugura la de la disputa abierta por la hegemonía del poder global?.

-Por la lectura que hago de lo que ha sido la historia del partido comunista de China y específicamente, más allá del centenario del partido, la evolución en materia internacional de la República Popular China, distingo tres grandes etapas: una primera, bajo el liderazgo de Mao Tse-Tung que defino como de “construcción de la independencia”. Tengamos presente que China había dejado atrás, una vez establecida la República Popular en 1949, lo que se reconoce como “el siglo de humillación nacional” que, más allá de esta definición dada por la historiografía oficial China, guarda relación con esa etapa que comenzó con la Guerra del Opio allá por 1839 y concluyó con la victoria del Partido Comunista en la Guerra Civil. Durante esos pocos más de cien años, en efecto, el país se vio sometido por las potencias colonialistas e imperialistas de la época. Tras la muerte de Mao en 1976, distingo una segunda etapa con Deng Xiaoping y el lanzamiento de la política de reforma y apertura económica que puede darse en llamar la etapa de la “construcción del bienestar” que permitió brindar un mejor nivel de vida material a la población. A posteriori, con lo que se ha dado en llamar liderazgo post denguista, desde 1992 a la fecha, tenemos a mi entender la etapa de “construcción de poder global”. Esto último lo vinculo con su comentario de hasta qué punto China habría dejado atrás esta etapa de “crecimiento pacifico”. Obviamente la construcción de poder global genera tensiones, genera crisis, y eventualmente puede también generar conflictos. El liderazgo chino afirma que no es una amenaza a la paz y a la seguridad internacional la República Popular, sino que por el contrario, son un motor de crecimiento económico para el mundo.

El liderazgo chino afirma que no es una amenaza a la paz y a la seguridad internacional la República Popular, sino que por el contrario, son un motor de crecimiento económico para el mundo.

-No es apresurado entonces decir que China ha abandonado la estrategia de “ascenso pacífico”.

- Yo creo que justamente hay que atenerse con mucha atención a lo que son los hechos más allá de los pronunciamientos. Se observa sobre todo en el accionar de China en su área circundante una serie de iniciativas que tienen que ver con la expansión, por sobre todo en el ámbito marítimo, no necesariamente terrestre -donde por supuesto la justificación que brinda China es que ellos llevan a cabo una defensa avanzada. Se observa, digo, un despliegue más allá de sus áreas jurisdiccionales, y si analizamos la historia de las relaciones internacionales, esto lo han hecho desde el siglo XVI en adelante todas aquellas potencias que procuran, por así decirlo, proteger las líneas de tránsito marítimo. Así que los hechos nos dicen que en efecto está teniendo lugar una expansión pero al mismo tiempo la historia nos dice que esto es un proceso natural que lleva a cabo todo tipo de potencia.

- La etapa post Deng  muestra sin embargo matices. No es el liderazgo que está ejerciendo en este momento Xi Jinping similar al de Jiang Zemin o Hu Jintao. A diferencia del de  sus predecesores, el liderazgo de Xi se  caracteriza en primer lugar por una extraordinaria concentración del poder...

-Efectivamente, con Xi Jinping una vez que él en el año 2012 se convierte en secretario general del partido y luego en marzo del 2013 cuando se convierte en Presidente de la República Popular, se ha dado un proceso de conclusión de sistema de gobierno colegiado que tenía lugar en China a partir del fin de la era maoísta y el ascenso de Deng Xiaoping en el poder. Esto es algo que puede verificarse a partir de la cantidad de investiduras que ha recibido Xi Jinping,  dado que él preside una serie de comisiones centrales dentro del Partido Comunista que evidencia que, ya no sólo en la defensa y en las relaciones exteriores, sino que por ejemplo el desarrollo de la reforma económica, la seguridad pública, hasta incluso cuestiones que tienen que ver con los medios de comunicación social y la propia informática y telecomunicaciones, pasan a ser supervisadas por él mismo.

-En el orden interno, la pregunta central sobre China sigue vinculada a la complementariedad entre capitalismo y el comunismo. Este experimento de alguna forma termina conformando un tipo de sociedad con la que el régimen puede no sentirse cómodo. Una sociedad mucho más dinámica, con nuevas demandas, vinculadas a países capitalistas ¿Cómo está  asimilando esa contradicción el gobierno chino? ¿Qué dinámica puede tomar esa contradicción? ¿Cuál es su resolución?.

-A ojos, no sólo chinos en particular, sino orientales en general no necesariamente habría una contradicción. Es la lectura a partir de la mentalidad y la visión occidental la que lleva a identificar una aparente contradicción entre la coexistencia de un sistema político autocrático y una economía de transición hacia una economía mixta. Ellos formalmente adhieren a lo que han dado llamar “Socialismo con peculiaridades chinas en la nueva era” y por lo tanto esas peculiaridades y esa alusión a la “nueva era” guarda relación con la incorporación de elementos capitalistas dentro de lo que es el sistema económico. Tengamos presente ya en la época de Deng Xiaoping la expresión de “no me importa si el gato es blanco o negro, mientras sepa cazar ratones”. En consecuencia, dentro de lo que para ellos es la construcción del socialismo la incorporación de elementos capitalistas no es vista como contradictoria porque, en rigor de verdad, ese capitalismo en gran medida es un capitalismo de Estado.

-Ahora, no es aventurado pensar en el surgimiento de nuevas tensiones sociales y con el poder político, ¿Cómo se está desarrollando ese fenómeno, del que se sabe bastante poco en Occidente?

-Es otra de las particularidades que presenta China, porque a luz de que el Partido Comunista ha sacado de la pobreza a 300 millones de personas y hoy en día entre clase media, media alta y alta en China tenemos a más de 500 millones de personas, se puede afirmar que el Partido goza de legitimidad a partir de lo que es el reconocimiento de la población al éxito en la gestión gubernamental. Entonces no necesariamente tiene lugar la visión occidental sobre que en tanto y en cuanto haya un desarrollo económico capitalista y haya sectores de la población que accedan a un nivel de vida material mejor surgirá entonces una oposición al Partido Comunista. Ya en la década del 2000 tuvo lugar una apertura a partir de una reforma en la Constitución del Partido Comunista de China que dio lugar a lo que se dio en llamar “las fuerzas productivas de avanzada” que guardaba relación, justamente, con este sector capitalista, empresarial, que había aparecido en China al amparo de la apertura lanzada por Deng. Esta decisión resultó en algo muy interesante y poco reconocido en Occidente y de ahí esa disparidad de criterios, sobre que esta clase se volcó al Partido Comunista en vez de crear un movimiento opositor, como se especulaba en Occidente, porque, a su entender, desde adentro del Partido es donde mejor se podían defender sus intereses económicos. Entonces hoy en día vemos que en algunos órganos del Partido como es el Comité Central, ya hay un porcentaje de alrededor de un 25 % de integrantes de este sector de las fuerzas productivas de avanzada.

Vemos que en algunos órganos del Partido como es el Comité Central, ya hay un porcentaje de alrededor de un 25 % de integrantes de las fuerzas productivas de avanzada. Clase media alta y alta surgida a partir del éxito de la reforma económica.

- ¿Esos sectores representan a sectores medios y altos...

- Clase media alta y alta surgida a partir del éxito de la reforma económica.

-Lo que nos devuelve a la idea de la creación de una sociedad de clases…

-Sí, sí, se da la paradoja de que un país gobernado por el Partido Comunista a partir de lo que ha sido el lanzamiento de una reforma económica que incluye muchos elementos propios del sistema capitalista ha generado una sociedad de clases, más allá, reitero, de que la pobreza extrema ha sido erradicada. Es decir, tenemos sí clase baja, clase media, clase media alta y alta, pero en líneas generales ha habido un ascenso social en la población, más allá de la existencia de distintos estratos y eso es lo que explica que no se hayan dado las contradicciones y las tensiones que se preveían en Occidente.

-Permítame que insista con la pregunta. ¿Hacia dónde se supone que puede ir una sociedad con las tensiones propias de una sociedad de clases en un régimen totalitario? 

-Desde ya que toda esta bonanza económica que contribuye con el mantenimiento de la armonía social y la estabilidad política se refuerza también con estos controles políticos a partir de la tecnología, a partir de la inexistencia de participación en la cosa pública, lo cual apunta a aquella minoría que dentro de la población no se satisface con la sola satisfacción de las necesidades materiales y brega por el acceso a derechos políticos. Entonces de esa manera por un lado hay una mayoría que está satisfecha materialmente hablando y aquella minoría que pide más es controlada a partir de los órganos propios de un Estado totalitario.

- ¿Hoy, el régimen en China es un régimen totalitario en el sentido que entendemos los regímenes del siglo XX de la URSS, la misma China de Mao, el nazismo, o es una experiencia que hay que entender fuera de esa categorización? 

-Bueno, efectivamente hay un control social y político de la población que a partir de lo que es el desarrollo tecnológico se ha hecho mucho más amplio y profundo. Al mismo tiempo tenemos que reconocer que a pesar de la inexistencia prácticamente de derechos políticos, también hay derechos civiles, derechos sociales, derechos económicos y por sobre todo el éxito en la gestión económica que ha permitido sacar a enormes sectores de la población de la pobreza. En consecuencia entonces se da esa particular situación de una gran bonanza en muchos sectores de la población, de unos 500, 700 millones de personas sobre un total de 1.400 a la vez que persiste aún un sistema autoritario. Hay autores que hablan de que a partir de este empleo de la tecnología para controlar a la población se podría redefinir entonces el concepto de totalitario y por lo tanto existiría una suerte de totalitarismo 3.0.

-Volviendo al comienzo, quería preguntarle por el proceso de transferencia de poder a nivel global entre EE.UU. y China, este transferencia del centro de gravedad hacia el Pacífico.  Algunos autores encuentran semejanzas con el surgimiento de los Estados Unidos, que primero tuvieron una actitud aislacionista respecto de las cuestiones internacionales, tardaron en involucrarse en los problemas de política global, hasta que se vieron obligados a hacerlo por cuestiones estratégicas. ¿Está pasando esto con la proyección internacional de China?

-Sí, sí. Desde ya, digamos que incluso ha habido factores totalmente internos que guardan relación con esta creciente proyección internacional de China, recordemos a lo que hace estrictamente al lanzamiento de la política de reforma y apertura económica en 1978 por parte de Deng Xiaoping, la misma obedeció al atraso en el cual se encontraba el país luego de lo que fue la “Revolución Cultural” entre 1965 y 1976, que básicamente consistió en una guerra civil, en el enfrentamiento entre la fracción dogmática y la fracción reformista del Partido Comunista. Luego ya en una época más cercana a la actual, lo que fue la llamada “política de ir hacia afuera” lanzada a principios de la década del 2000 tuvo que ver con, casualmente, el fin de la autosuficiencia económica de China tras lo que había sido el crecimiento explosivo que registró durante la década de 1990 que llevó a que el país buscara proveerse de insumos, de materias primas del exterior ya que no era suficiente lo que ellos producían internamente. Entonces digamos que la salida al mundo de China tiene que ver con necesidades internas, en primer término, que obedecen a motivaciones económicas. Y en los últimos quince años se observa ya una cuestión que tiene más que ver con cuestiones estratégicas, como la proyección de las rutas de tránsito marítimo o incluso en lo que es del 2013 en adelante con el lanzamiento de la iniciativa de “Una franja y una ruta”, a la luz de que esta promueve la conectividad, lo cual se traduce en la construcción de autopistas, de ferrocarriles, incluso también de instalaciones portuarias, en Eurasia pero también en África y en la propia América Latina, en lo que hace a esto último. Vemos ese interés por asegurarse la provisión de estos insumos pero al mismo tiempo eventualmente estos puertos pueden servir para que recalen unidades navales de guerra.

La salida al mundo de China tiene que ver con necesidades internas, en primer término, que obedecen a motivaciones económicas. En los últimos quince años se observa ya una cuestión que tiene más que ver con cuestiones estratégicas.

-A partir de la experiencia de Trump hay un temor marcado en los Estados Unidos con el tema China que quedó muy claramente reflejado en una frase de la primera semana de gobierno de Joe Biden: “Si no hacemos algo China nos va a aplastar”. ¿Cómo analiza la carrera por la hegemonía global y cuánto está comprometido el gobierno chino en esa carrera en este momento?.

-En efecto, digamos que más allá de que hayan cambiado las administraciones en Estados Unidos persiste la preocupación por lo que es este creciente poderío internacional de China. Yo creo que lo único que marca un cambio entre la administración Trump y la administración Biden es que Trump iba básicamente solo en contra de China y de allí el por qué de la guerra comercial, tecnológica y discursiva lanzada. Y ahora a partir de la nueva administración con Joe Biden lo que observo es un Estados Unidos que procura ir en alianza con todos aquellos países que comparten la preocupación sobre este creciente poderío de China. Especialmente desde fines del año pasado hasta la actualidad se observan pronunciamientos muy duros tanto del G7, de la Unión Europea, de la OTAN, de lo que se llama el Diálogo Cuadrilateral, con respecto de lo que es según ellos está conducta disruptiva de China ante el orden internacional. Obviamente no tendrán la dureza o la aparente violencia que tenían las acciones y los discursos de Trump pero desde el momento que el frente anti chino es mucho más amplio también, digamos, genera una cierta preocupación. Porque esto ya incluso se está plasmando en iniciativas en materia militar como lo es el despliegue de unidades navales occidentales en el área que se ha dado en llamar el Indopacífico que, digamos, en parte es área de influencia de China. 

-¿En esta clave hay que leer el discurso de Xi Jinping?

-Sí, sí, por supuesto. Hay toda una serie de mensajes, no solo ante el frente interno sino también ante el frente externo. El propio Xi Jinping incluso antes cuando fue el 18º Congreso Nacional del Partido Comunista especificó que su aspiración era que en el año 2049, es decir, en coincidencia con el centenario del establecimiento de la República Popular, China, según una traducción textual, sobresaliera en el concierto de naciones. Y esto alude principalmente a ser la primera potencia global. En consecuencia todos estos mensajes han sido recibidos en las capitales de Occidente y por lo tanto esta iniciativa de Biden de crear un amplio frente anti chino va a procurar al menos contener a China.

-Hasta ahora lo que se venía viendo era que justamente entre las dos potencias, era EE.UU., la que que ve disputada la hegemonía, la que mostraba temor y preocupación. ¿También hay preocupación y temor en China?

-Hay preocupación primero porque se percibe la hostilidad de las principales potencias del escenario internacional. Pero también, más allá de esta cuestión estratégica, hay preocupación porque China no solo necesita comprar insumos sino también colocar su producción y, digamos, estos países de Europa Occidental y de América del Norte, incluso del Lejano Oriente, son parte de sus mercados. 

- ¿Se puede seguir hablando de una relación entre Estados Unidos y China de competencia en un contexto de cooperación y complementariedad?  ¿O se trata ya de otra etapa?

-Yo  estimo que aquello que muchos analistas percibieron ante el desarrollo de la guerra comercial, tecnológica y financiera promovida por Trump, que era el desacople entre China y Estados Unidos, se está manteniendo e incluso profundizando porque obviamente ante una situación de tensión, de crisis y de eventual conflicto es natural que cada parte procure evitar la dependencia del antagonista. Entonces si bien esto por supuesto no es un ciclo cerrado, es una tendencia que se observa y que seguramente se va a mantener a lo largo del tiempo, a menos que haya un gran acuerdo como en su momento intentaron Hu Jintao y Obama en el sentido de establecer un G2, un diálogo estratégico y económico entre las dos principales potencias que reconozcan la necesidad de que la cooperación esté por encima de la competencia. Pero por otro lado es una realidad que tanto en el equipo republicano como en el equipo demócrata se percibe que ya el protagonismo, la presencia de China en todos los rincones del planeta ha crecido al punto tal de convertirse en una amenaza de los intereses de los Estados Unidos. 

-EE.UU. aparece en situación de mayor debilidad relativa en esa relación en este momento, en esta foto que tenemos hoy...

-Bueno, lo que China tiene a favor de sí misma es la existencia de un gobierno de partido único que está en el poder desde 1949 a lo cual se le suma la cultura política de no solo concentración del poder sino también planificación, mirada estratégica, a lo cual se le suma nacionalismo, bienestar económico y por lo tanto legitimidad de la población. Entonces de esa manera llevar a cabo la conducción en materia internacional es mucho más sencillo que en sociedades donde hay distintas visiones, distintos puntos de vista, no hay tanta planificación central ni mirada estratégica. Y a su vez no nos olvidemos de que China por otro lado despliega ampliamente, esto lo han aprendido en los últimos 20 años, su “poder blando”. Entonces al mismo tiempo ellos procuran alcanzar o por lo menos generar en el mundo simpatía que termina deviniendo en algunos casos en adhesión.

China por otro lado despliega ampliamente, esto lo han aprendido en los últimos 20 años, su 'poder blando'. Entonces al mismo tiempo ellos procuran alcanzar o por lo menos generar en el mundo simpatía que termina deviniendo en algunos casos en adhesión.

-La pandemia ha sido un ejemplo de “poder blando”. ¿Cómo observa esa dinámica, desde la aparición del virus, su  desarrollo, los esfuerzos que ha hecho China para contenerlo y la posterior asistencia a buena parte de los países del mundo?

-Sí, efectivamente, hubo un reconocimiento a partir incluso de pronunciamientos oficiales. O sea que esto no es meramente una lectura que se hace a la distancia, de que en un primer término hubo una suerte de postura defensiva de China ante las acusaciones de haber sido la causa de la pandemia. A partir de allí gradualmente se abrazó una suerte de ofensiva comunicacional a través de lo que fue la provisión de manera temprana, si lo comparamos con otras potencias, de tanto equipamiento médico como sanitario y posteriormente el otorgamiento de vacunas, más allá de que muchas eran vendidas, no eran regaladas. Pero digamos que China se esforzó por gradualmente revertir esta situación en la cual estaba prácticamente acorralada.

-Usted es un académico que además tiene un canal de comunicación con China. ¿Qué información hay acerca del origen del virus, que ha vuelto a ser una cuestión de controversia con Occidente?

-.Bueno, mi conocimiento de comparativamente mayor información tiene que ver con poder leer en idioma chino porque, digamos, si bien se traduce mucho al inglés, al español, comparativamente hay mucha más información en idioma chino. Sin embargo, tengamos presente que en este tipo de regímenes de partido único los medios de comunicación social están totalmente en manos del Estado y aún las propias redes sociales también son controladas por el Estado. Entonces difícilmente se filtre algún tipo de información independiente. Así que en líneas generales lo que se conoce sobre el origen de la pandemia no dista demasiado de lo que en Occidente conocemos a partir de la traducción de los textos originales de China. 

-Sobre la expansión china, y en particular respecto de la Argentina y la región, algunos análisis  están proponiendo  adoptar una  “diplomacia de equidistancia” respecto de los Estados Unidos y de China. Xi habló de una nueva “Guerra fría”, algo que hasta ahora parecía precipitado. ¿Cómo deben posicionarse países de ingreso medio como la Argentina?

-Si tomamos estrictamente lo económico más allá de lo que pueden ser consideraciones estratégicas o políticas tenemos que tener presente que nuestra relación económica con los Estados Unidos nos muestra que en materia financiera somos muy dependientes de ese país. Mientras que en lo que hace a nuestra relación con la República Popular China nuestra dependencia tiene mucho que ver con la dimensión comercial. Por lo tanto, desde el punto de vista económico tenemos que ser muy cuidadosos en cultivar fluidas relaciones con ambos países. De allí entonces de que soy uno de los autores que considera esta necesidad de mantener una “equidistancia” de ambos polos más allá de que haya algunos académicos que aludan a que una cuestión geopolítica no puede definirse geométricamente. Es decir, la equidistancia no tiene que ver con estar midiendo con una regla a cuántos metros estoy de cada uno sino a la necesidad de mantener un equilibrio en la relación con ambos polos. Eso en lo que hace a lo estrictamente económico que para algunos es lo crucial, lo determinante. Pero por supuesto que si tenemos en cuenta cuestiones geopolíticas o cuestiones que tienen que ver con los principios, considero que Argentina no puede desconocer que pertenece al hemisferio occidental más allá de que también es una realidad que en los últimos veinte años China se ha convertido en uno de los principales no solo socios comerciales sino también inversor extranjero, prestamista, transferente de tecnología de nuestro país. En consecuencia entonces no puede haber un desconocimiento de esa contribución de China con el desarrollo económico argentino más allá de que por supuesto tengamos regímenes políticos dispares, diferentes.

En el caso latinoamericano son los principales países en materia de poderío económico, político, desarrollo científico tecnológico, me refiero a Brasil, a México, a Argentina, los que no han adherido inequívocamente a la iniciativa 'Una ruta una franja'.

-El gobierno tiene demorada una decisión en cuanto a sumar o no a la Argentina al proyecto “Una ruta una franja”. ¿Qué posición debería adoptar ante esa iniciativa?

-En primer término, el análisis que hago para comprender el por qué de que no se haya adherido aún formalmente tendría relación, y esto fue definido por el anterior gobierno argentino, con que se consideró que a la luz de la existencia de la asociación estratégica integral entre los dos países, la misma incluye el desarrollo de la conectividad. Es decir, no se vio necesaria la adhesión a la iniciativa de una franja, una ruta, porque este tema ya estaba incorporado. Se percibió como que sería redundante una adhesión. También mi análisis me lleva a pensar que habría existido una presión de los Estados Unidos para que Argentina no adhiera. Tengamos presente por ejemplo en el caso latinoamericano son los principales países en materia por lo menos de poderío económico, político, desarrollo científico tecnológico, me refiero a Brasil, a México, a Argentina, los que no han adherido inequívocamente a esta iniciativa. Mientras que aquellos países de poder medio o más pequeño en materia relativa de América Latina sí lo han hecho en su mayoría. En lo estrictamente personal, más allá del análisis que puedo hacer, considero que el desarrollo de la infraestructura en efecto contribuye con la integración del país, con su crecimiento económico. Tengamos presente que en el propio nivel sudamericano independientemente de lo que China pueda promover ya hace más de 20 años existe la llamada iniciativa para el desarrollo de la infraestructura y la integración de Sudamérica, el Proyecto IIRSA, en el cual se prevé el desarrollo de una serie de obras que hacen a la conectividad. Por lo tanto, creo yo que nuestro principal desafío es hacer coincidir los proyectos que tiene China con aquellos proyectos que son de interés nuestro.

-Hace 30 años uno no podía imaginar cómo iba a estar China hoy. En unos 30 años se cumplirán el centenario de la República Popular. ¿Qué China imagina en 2049 y en qué contexto global?. 

-Una de las cuestiones que a mí más me interesa como analista de relaciones internacionales o específicamente como analista de China es la prospectiva. De hecho mi tesis de doctorado en ciencias políticas trató sobre el rumbo de China en materia internacional. Es una tesis que luego se convirtió en un libro en el año 2010 que se llama China: la construcción de un país grande. Y casualmente las conclusiones de este trabajo, que humildemente invito a conocerlas, identifico muchos hechos que están teniendo lugar en esta década. Así que desde ya que la prospectiva a mí me interesa mucho. Hace más de 40 años que me dedico a esta temática de China. Eso tiene que ver con que siendo adolescente fui a vivir a China en 1979 por trabajo de mi padre en la embajada argentina en Pekín. Allí vivimos mi padre, mi padre, mi hermana y yo. Y en aquella ocasión mi hermana y yo fuimos a estudiar a un colegio secundario chino y fue lo que en mi caso particular me llevó a sentar las bases por lo menos de lo que actualmente soy académicamente hablando.

Siendo adolescente fui a vivir a China por trabajo de mi padre en la embajada argentina. Mi hermana y yo fuimos a estudiar a un colegio secundario chino. Eso me llevó a sentar las bases por lo menos de lo que actualmente soy académicamente hablando.

-De modo que hay una marca y una huella importante de su paso por allá en su vida personal...

-Sí, sí, en la vida personal y en mi formación profesional, porque independientemente de que cuando luego regresé a la Argentina estudié durante cinco años más el idioma en una escuela de la comunidad china, a posteriori hice una maestría en estudios sobre China en la Universidad de Londres, luego mi doctorado la tesis trató sobre este tema. Es decir, la cuestión la vengo trabajando desde hace mucho. Pero por qué te brindo este dato, porque allá por 1979, más allá de que yo era un adolescente, nunca me iba a imaginar que China iba a llegar a ser lo que es actualmente. Era un país atrasado, pobre, que justamente había dejado 3 años atrás la revolución cultural, entonces nadie se podía imaginar semejante desarrollo. Por lo tanto, es todo un desafío imaginar en dónde se va a encontrar China en el 2049. Sin embargo yo estimo que en tanto y en cuanto se puedan seguir satisfaciendo las necesidades materiales de la población, al mismo tiempo haya un mayor otorgamiento de derechos civiles y políticos el sistema podría mantenerse y en efecto entonces China podría terminar logrando la preeminencia internacional.

-El presidente Xi se presentó el jueves con un saco de estilo mao. ¿Qué valor hay que otorgarle a ese símbolo?

-Una fuerte señal referida a que si bien China ha crecido económicamente, a que hay una economía mixta, ellos no han abandonado los ideales por lo menos en materia de principios que alientan el accionar del Partido Comunista. Por supuesto que una mirada occidental diría que esto es solamente una apariencia pero mi percepción a partir de lo que es el conocimiento del sistema político, de lo que es el pensamiento de la clase dirigente, ellos consideran que efectivamente es un partido comunista que por ser pragmático, por no importar cuál es el color del gato están cazando ratones, es decir están brindando a su población una mejora en su vida material.

WC

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