Entrevista

Laika 1954, la artista anónima que decoró la Flotilla rumbo a Gaza: “Que el mundo despierte y luche”

Mariona Jerez

Barcelona —

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Con una máscara blanca y una peluca roja, la artista Laika 1954 mantiene su anonimato. Esta pintora italiana, activa desde 2019, pasó por Barcelona para colorear en menos de dos días, y en una localización secreta, las embarcaciones de la Global Sumud Flotilla que este lunes han zarpado hacia Gaza con una misión clara: romper el bloqueo israelí y llevar ayuda humanitaria.

La artista, nombrada en 2021 por 'La Repubblica' como una de las 100 mujeres que cambiaron el mundo’, empezó colocando pegatinas en su ciudad natal, Roma. Ahora sus obras se han vuelto conocidas y virales y es la responsable de polémicas imágenes como la del difunto papa Francisco criticando a los invitados a su propio funeral.

Sus obras han compartido espacio en exposiciones junto a nombres como Pablo Picasso, Ai Weiwei, Banksy, Jago, Paul Gauguin, Alberto Giacometti, Man Ray, Giovanni Gastel, Luigi Ontani o Delphine Diallo. Su trayectoria también se ha visto retratada en un documental llamado ‘LA VIDA (NO) UN JUEGO’ dirigido por Antonio Valerio Spera en la 17ª edición del Roma Cinema Fest, que agotó las entradas en menos de 48 horas.

–Hay figuras públicas que han calificado a la Flotilla con los términos “propaganda” y “cinismo”. ¿Qué opinión le merece?

–La Flotilla es algo que no debería existir. Hay un terrible genocidio que tampoco debería existir. Tenemos mujeres y hombres llenas y llenos de coraje que están arriesgando su propia vida para llevar ayuda a Gaza. ¿Propaganda de qué? ¿Propaganda contra el genocidio? Vale. Que sea propaganda contra el genocidio. Para que todo el mundo se despierte y luche contra las políticas de los gobiernos occidentales que siguen apoyando y vendiendo armas a Israel.

Más propaganda es la que hace Israel, diciendo que hay comida, que hay mercados abiertos en Gaza, cuando lo que hay es un pueblo entero muriendo de hambre bajo las bombas. Es una tierra que está más llena de bombas que de niños.

–¿Cómo fue el proceso de pintar los barcos de la flotilla?

–No puedo contar todo el proceso porque vivo y trabajo en el anonimato. Casi nadie sabe quién soy. Es algo muy importante y vital para el proyecto. Tengo un pequeño equipo que trabaja en Italia, en España, en Estados Unidos, México y en Europa en general. Gracias a ellos he podido pintar los barcos. Ha sido muy difícil porque no hay equilibrio. Estás en un barquito pequeño y tienes que pintar todo el tiempo con el mar que se mueve.

–¿En qué imágenes se inspiró para los diferentes diseños?

–He hecho un dibujo que es el principal de Sumud: esta mujer palestina que, con su mano, nos indica la dirección a Gaza. Esta mujer tiene una estela, un rastro detrás, de los colores de la bandera de palestina.

Pero creo que uno de los más simbólicos es el retrato de Awdah Hadalin, un activista de Cisjordania que falleció a manos de un colono israelí. Ese chico era una persona increíble, un activista increíble y un padre increíble. Ahora él también se va hacia Gaza. Me gusta imaginarlo con todos los activistas, cruzando el Mediterráneo e intentando romper las barreras y el bloqueo. Es algo que me hace llorar cada vez que hablo sobre él.

La verdad es que me he decantado por los diseños más ligeros, mensajes que no sean demasiado violentos ni polémicos. Por ejemplo, tengo uno que muestra un beso entre Hitler y Netanyahu y ese no lo usé.

–¿Ha tenido que hacer frente a censuras o represiones a raíz de estas obras más polémicas?

–Sí, he encontrado censura, odio, amenazas. Además, cada vez que publico algo sobre Palestina hay shadowban [baneo en la sombra, una práctica de las distintas redes sociales para ocultar ciertos contenidos sin indicarlo abiertamente]. Eso cuando no hay un montón de comentarios de odio. Me pasó cuando, por ejemplo, hice un dibujo de Netanyahu comiendo una sandía que sangraba con un eslogan debajo: “Alto al genocidio”. Me llegó una ola de amenazas.

Mucha gente en Italia se pone del lado de Israel sin pensar en lo que está pasando, están deshumanizando el pueblo palestino como si no fueran personas y eso me da mucha rabia y mucho miedo. El mundo en general está perdiendo la humanidad, pero todavía tengo esperanza.

–¿Cree que lo que se ha visto este fin de semana en Barcelona hubiera sido posible en un puerto italiano?

–Lo que he visto en Barcelona me ha conmovido. Fue increíble; la gente gritando y apoyando la causa del pueblo palestino. También en Italia hay mucha gente que sale a la calle con coraje. Lo vimos en Génova, donde casi 50.000 personas se reunieron para apoyar a las flotillas. Pero no hay ningún apoyo del gobierno italiano, que es cómplice de Israel. Y me da vergüenza porque tendremos que pagar, algún día llegarán las consecuencias para nosotros y para toda Europa.

La Unión Europea es un fracaso porque tiene un criterio diferente dependiendo de si habla de Rusia o Israel. Es como si hubiera seres humanos de diferentes categorías. No puedo ni pensar en que tenemos gente que nos gobierna sin humanidad, que siempre piensa en el dinero, en los bancos y en el comercio de armas como algo más importante que la vida. El sistema sobrevive gracias a las guerras y a las víctimas.

–¿Cree que todos los artistas y figuras públicas deberían posicionarse directamente sobre lo que está sucediendo en Gaza?

–Esta podría haber sido una pregunta antes, hace un año. Ahora no es tiempo para pensar si un artista tiene o no tiene que tomar partido y posicionarse, ahora es el momento en que tenemos que estar en el lado justo de la historia. Y el silencio es estar en el otro lado.

Cada artista debería tomar partido y decir alto al genocidio, alto a las guerras. Para un futuro de paz y justicia social. La gente que no se atreve está borrando Gaza. No se puede no tomar partido. Posicionarse en el silencio es complicidad.

La Unión Europea es un fracaso porque tiene un criterio diferente dependiendo de si habla de Rusia o Israel. Es como si hubiera seres humanos de diferentes categorías.

–En la despedida de este domingo, muchos de los tripulantes lamentaron la pasividad o complicidad de sus gobiernos con Israel. ¿Qué le parece que tenga que ser la sociedad la que alce la voz?

–Muchos gobiernos son cómplices del Estado israelí. Pero los gobiernos están formados por seres humanos que, cuando llegan al poder, dejan de ser humanos. Porque lo que está pasando se podría parar si no hubiera tantos líderes que, pudiendo actuar, no lo hacen porque tienen intereses comerciales con Israel.

Ante esto, es normal que la gente se indigne y se organice, porque lo que estamos viendo es el genocidio más mediatizado de la historia. Llegan muchísimas imágenes cada día de muerte, de ciudades que son un cúmulo de escombros, de ruinas.

–¿Está en contacto con la Flotilla?

–Sí. Y no sé qué va a pasar. Se ha sabido que Ben-Gvir, el ministro de seguridad de Israel, quiere tratar a los activistas de la Flotilla como terroristas y me da miedo, pero el único terrorista es él. Él y el gobierno de Israel.

Si yo fuera un político no podría dormir por las noches pensando que con mis decisiones permito que alguien mate a 20.000 niños. A la derecha siempre se llena la boca de palabras sobre la familia y el respeto de la vida, pero ahora ¿eso dónde está?