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El equipo demócrata que acusó a Trump en el impeachment refleja la diversidad de EEUU, a diferencia de los senadores republicanos a los que buscaron convencer

La congresista Stacey Plaskett, representante de la Islas Vírgenes, compone el equipo de nueve acusadores del impeachment que pidió la condena de Donald Trump

David Smith

Desde Washington DC, EEUU —

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Una parte es como un espejo de EEUU en 2021. La otra, no tanto.

Los nueve congresistas demócratas de la Cámara de Representantes que fueron designados como fiscales para llevar adelante la acusación en el segundo impeachment a Donald Trump son hombres y mujeres, jóvenes y adultos, con multiplicidad de identidades raciales y religiosas.

Sin embargo, a lo largo de dos días en el interior del recinto del Senado hablaron y desplegaron sus argumentos para un grupo humano muy homogéneo, al que procuraron convencer: la bancada republicana dominada por adultos mayores varones y blancos.

Por televisión, el contraste podía pasar más desapercibido, pero resultaba impresionante para los periodistas ubicados en la galería de la prensa que, desde arriba, veían el mar de caras semiocultas por las protecciones contra la pandemia y sentadas detrás de escritorios de madera ordenados en hileras en una plataforma semicircular escalonada.

El equipo de la acusación escogido por la Cámara de Representantes está formado sólo por bogados. Su coordinador es Jamie Raskin, de ascendencia judía, e incluye a Joaquín Castro, que es latino, a Ted Lieu, que es asiático-americano, y a Joe Neguse y Stacey Plaskett, que son afroamericanos.

Neguse, cuyos padres habían llegado a EEUU cuatro décadas atrás como refugiados desde Eritrea -un país del extremo nororiental de África-, es el primer afroamericano en la historia del estado que representa a Colorado en el Congreso. A sus 36 años, es el acusador más joven en la historia del impeachment.

También Stacey Plaskett está haciendo historia. Es la primera delegada sin derecho a voto en la Cámara de Representantes elegida para integrar un equipo de acusadores en un impeachment. Plaskett representa a las Islas Vírgenes, un territorio de EEUU que no tiene voto en el Congreso, lo que significa que en la Cámara baja tampoco se le permitió votar por el impeachment de Trump.

“Los habitantes de las Islas Vírgenes siempre están buscando un espacio donde ser parte de EEUU y tratar de mejorar al país, aun si todavía no tenemos voto”, había dicho Plaskett a Associated Press. “Me aseguraré de que sus voces y la voz de todas las personas de territorios que representan a cuatro millones de estadounidenses, Puerto Rico y otros lugares, sean realmente escuchadas.”

La composición multiétnica del equipo demócrata provocó un efecto de resonancia todavía más vibrante porque a estos fiscales les tocó detallar ante el Senado los hechos del miércoles 6 de enero. Ese día tomó por asalto el Capitolio una horda turbulenta en la que participaban grupos nacionalistas blancos que blandían insignias racistas, como la bandera de la Confederación formada por los estados sureños secesionistas y esclavistas y derrotada en 1865 al fin de la Guerra Civil que en EEUU opuso al Norte contra el Sur.

El objetivo de los sediciosos que atacaron el Congreso era revocar una elección que Trump había perdido, muy particularmente, porque el voto de las personas de color favoreció a su oponente, el candidato finalmente victorioso, Joe Biden.

Kurt Bardella, asesor principal del Proyecto Lincoln, un grupo que hizo campaña por la derrota de Trump, dijo: “No creo que nadie deba olvidar que el enjuiciamiento de Donald Trump y sus aliados nacionalistas blancos está siendo conducido por un grupo de demócratas cuya diversidad abarca género, etnia e incluso religión”.

El miércoles le tocó a Plaskett recordarles a los senadores que, cuando se le pidió a Trump que condenara a los Proud Boys (una organización nacionalista de tinte neofascista) y a los supremacistas blancos, el presidente no lo hizo. En cambio, les indicó a estos grupos de choque: “Den un paso al costado y manténganse preparados”. El grupo adoptó esta divisa (en inglés, Stand back and stand by) como su eslogan oficial e incluso crearon merchandising con estas palabras, que podían ostentar en los mitines de campaña.

También recordó Plaskett cómo -el 11 de septiembre de 2001- ella integraba el personal del Congreso y podría haber muerto si el cuarto avión secuestrado ese día se hubiera chocado contra el mismo Capitolio, como se creía que estaba planeado, en lugar de ser desviado por pasajeros heroicos y después caer y estrellarse en el campo en el estado de Pensilvania. En aquellos días Plaskett era republicana y luego trabajó en el Departamento de Justicia en la administración de George W Bush, se convirtió en demócrata en 2008 y ganó un lugar en el Congreso en 2014.

Plaskett propuso una línea de continuidades entre el día en que cayeron las Torres Gemelas y el 6 de enero de 2021. “Cuando pienso en aquel ataque, pienso en esta horda de sediciosos, en estas imágenes, nacidas de la incitación del propio presidente de EEUU, pienso en este ataque, dirigido al Capitolio para ponerle fin a la certificación que debía hacer el Congreso de una elección presidencial”, dijo, acentuando la pronunciación de cada sílaba. Hizo una pausa y después agregó: “Un ataque dirigido al Congreso para ponerle fin a nuestra democracia, a nuestra república.”

Plaskett completó sus estudios universitarios de grado en la Universidad de Georgetown ubicada en Washingtoni D.C. Posteriormente, concurrió a la facultad de Derecho en la Universidad Americana, donde Raskin fue su profesor de Derecho Constitucional, una circunstancia que el miércoles ella recordó en el Senado como “motivo especial de orgullo”.

En el desarrollo del proceso de impeachment en el recinto del Senado, era imposible dejar de percibir qué potente resultaba la yuxtaposición entre quién era Stacey Plaskett -la única mujer negra en esa Cámara ahora que la senadora Kamala Harris había asumido el cargo de la vicepresidencia- y qué era lo que decía, el relato del ataque racista al Capitolio del 6 de enero.

Bardella reflexionó: “Cuando se habla de que a los Proud Boys se les dijo que ‘dieran un paso al costado y se mantuvieran preparados’, creo que esta acusación se vuelve todavía más impactante y poderosa cuando la articulan personas de color, esas personas que realmente representan simbólicamente todo aquello en contra de lo que se manifestaban y por lo que protestaban quienes protagonizaron la insurrección del 6 de enero.” “Es en contra de la sola idea de que personas de color puedan ocupar lugares de poder y prominencia que se rebelaron los nacionalistas blancos. En el revés de esta trama se inscribe el esfuerzo sistemático del Partido Republicano para privar de sus derechos políticos a los votantes de color y para descalificar los votos legales emitidos por personas de color en este país. Esto está en el epicentro de todo este conflicto.”

Los acusadores en el impeachment  le habían dado un un comienzo vertiginoso a su argumentación para demostrar que Trump había sido el “incitador en jefe” de la violencia mortal en el Capitolio de EEUU. Utilizaron los propios discursos y el propio Twitter del expresidente para demostrar que él pasó meses presionando a sus seguidores con “la gran mentira” de una elección que les habían robado e instándolos a “luchar con uñas y dientes”.

Pero sigue siendo muy poco probable que consigan los votos de 17 senadores republicanos que necesitan para una condena. Es posible que el juicio de impeachment termine convirtiéndose en un estudio de caso más sobre la brecha que separa en EEUU a los dos partidos principales. A pesar de algunos avances notables entre los votantes de color el año pasado, los republicanos solo tienen un senador negro: Tim Scott, de Carolina del Sur.

LaTosha Brown, cofundadora de Black Voters Matter (BVM), dice: “La diversidad del lado demócrata es un reflejo de EEUU: es más inclusivo, tiene mayor diversidad de pensamiento. Mi abuela solía decir que el Partido Republicano, el Grand Old Party, ha construido su castillo sobre arenas movedizas. Toda su existencia la ha debido al privilegio de los hombres blancos y a que no es posible hacerles rendir cuenta de sus actos a los hombres blancos que disponen de recursos económicos.

“Así que la imagen que muestra la mitad del Senado que ellos ocupan no refleja a EEUU, solo a una particular clase de élite de EEUU. Pero no son solo diferentes visualmente, la segunda gran diferencia entre las dos mitades del Senado es la calidad de cada argumento y de su exposición. A mi parecer, de la calidad que el equipo legal de la defensa de Trump ha mostrado hasta ahora no puede decirse ni siquiera que haya sido mediocre. Fue execrable, sin matices. Creo que esto es indicativo de la vida que viven los hombres blancos: nunca tienen que defenderse a sí mismos.”

Traducción de Alfredo Grieco y Bavio

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