Trump usa el poder de EEUU a través de los aranceles para influir en la política interna de Brasil en favor de su amigo Bolsonaro

No es la primera vez que EEUU quiere intervenir en la política interna de un país latinoamericano. Ni siquiera en la de Brasil, como cuando apoyó el golpe de abril de 1964 contra João Goulart, que alumbró la dictadura militar brasileña (1964-1985) presidida en sus inicios por Humberto Castelo Branco.
Pero quizá sí sea la primera vez en que ocurre de una manera tan personal, sin coartadas ideológicas, económicas o anticomunistas. Esta vez EEUU interviene en la política interna de Brasil porque Jair Bolsonaro es aliado de Donald Trump, es un actor más de la Internacional Reaccionaria del presidente estadounidense, como Benjamín Netanyahu o Javier Milei. Y Brasil no es San Vicente y Granadinas, cuyo primer ministro, Ralph Gonsalves, está ideológicamente a la izquierda de Lula, pero se trata de una pequeña isla caribeña de 100.000 habitantes.
Y el Brasil actual reúne demasiadas pulsiones para Trump: está siendo juzgado su amigo Bolsonaro por golpista; están condenando a empresas tecnológicas por su responsabilidad en los delitos de odio que se comenten en sus plataformas; y se trata de un país que disputa la hegemonía continental –y más allá– con EEUU a través de la alianza con China, India, Rusia y Sudáfrica en los BRICS, un club del sur global que ha ido creciendo –Indonesia, EAU, Egipto– y que suma en sus reuniones, como en la de hace unos días en Brasilia, a países como Irán, Palestina y numerosos países africanos.
Además, a Trump le espanta la idea de una nueva moneda BRIC para reemplazar al dólar estadounidense. Si bien los BRICS trataron de reducir la dependencia del dólar en el comercio internacional y hubo conversaciones al respecto de crear una nueva divisa, el grupo no tiene una moneda común ni llegó a acordarla.
Trump anunció esta semana que impondría un 10% extra de aranceles a los BRICS y aliados, pero en el caso de Brasil el gravamen del 50% se sitúa en el plano puramente de lo personal.
Si la coartada del presidente de EEUU para imponer aranceles tiene que ver con el déficit comercial: EEUU y Brasil registraron un comercio conjunto de aproximadamente 92 000 millones en el último año, con un superávit de 7.000 millones de dólares para EEUU. De hecho, Brasil mantuvo un déficit comercial con EEUU cada año desde 2008, según los datos del propio Gobierno de EEUU.
Eso sí, en 2024, Brasil vendió bienes por valor de 40.000 millones de dólares, principalmente petróleo, café y acero, a Estados Unidos.
En el caso de Brasil, además, los aranceles que entrarán en vigor el 1 de agosto, suponen un aumento drástico respecto a la tasa del 10% que Trump planteó para Brasil como parte de su anuncio del día de la liberación del 2 de abril.
Defensa de Bolsonaro
El presidente de EEUU usó la carta del anuncio de aranceles de este miércoles para salir en defensa de Bolsonaro, que está siendo juzgado por intentar un golpe militar tras la victoria electoral de Lula. Así, en su carta a Lula, el presidente de EEUU hablar de un “trato desgraciado” que, en su opinión, está sufriendo el expresidente Bolsonaro: “Es una caza de brujas que debe parar inmediatamente”. Trump, además, habla de “persecución a la libertad de expresión y a los derechos de los estadounidenses”, por las causas judiciales en Brasil contra los bulos en las redes sociales.
Lula, por su parte, respondió con la misma moneda: “Ante la declaración pública del presidente estadounidense, Donald Trump, es importante enfatizar: Brasil es un país soberano con instituciones independientes que no aceptarán el control de nadie; los procesos legales contra quienes planearon el golpe de Estado son competencia exclusiva de los tribunales brasileños y, por lo tanto, no están sujetos a ningún tipo de interferencia o amenaza que viole la independencia de las instituciones nacionales; en el contexto de las plataformas digitales, la sociedad brasileña rechaza el contenido de odio, el racismo, la pornografía infantil, las estafas, el fraude y los discursos que violan los derechos humanos y las libertades democráticas; en Brasil, la libertad de expresión no debe confundirse con la agresión ni con las prácticas violentas. Para operar en nuestro país, todas las empresas nacionales y extranjeras están sujetas a la legislación brasileña”.
El presidente brasileño, además, señaló que EEUU tuvo un superávit comercial de más de 410 000 millones de dólares con Brasil en los últimos 15 años.
Pero las amenazas de Trump no son nuevas. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, declaró en mayo en una comparecencia en el Congreso que Washington estaba considerando sancionar a uno de los jueces de la Corte Suprema de Brasil, Alexandre de Moraes. ¿El delito de Moraes? Haber ordenado el cierre de las cuentas de redes sociales consideradas propagadoras de noticias falsas. Además, es el juez que se enfrentó a Elon Musk y suspendió cautelarmente X en Brasil.
“Pasé dos años con el presidente Trump, donde siempre defendimos los intereses de nuestro pueblo y la libertad de todos”, escribió Jair Bolsonaro en X tras el primer post del presidente de EEUU en su defensa: “Este caso es una aberración legal (Lawfare), una clara persecución política, ya reconocida por todos con sentido común. Agradezco al distinguido presidente y amigo. Usted pasó por algo similar. Fue perseguido implacablemente, pero prevaleció por el bien de EEUU y de docenas de otros países verdaderamente democráticos. Su lucha por la paz, la justicia y la libertad resuena en todo el planeta. Gracias por existir y dar ejemplo de fe y resiliencia”.
La encendida defensa de Donald Trump a Jair Bolsonaro después de la Cúpula de los BRICS de Río de Janeiro llega antes de lo previsto. Eduardo Bolsonaro, además de intentar salvar a su padre de la cárcel, aspiraba a usar el apoyo del gobierno Trump para intentar salvar a su padre de la cárcel (la sentencia está prevista para septiembre) y para legitimar su propia candidatura presidencial en las elecciones de 2026.
Sin embargo, el tarifazo del 50% a Brasil ha sido una sorpresa incluso para los bolsonaristas. Mientras el gobierno de Lula estudia judicializar las tarifas en la Organización Mundial del Comercio (que prohíbe la aplicación de aranceles por motivos políticos), algunos líderes de la extrema derecha brasileña se apresuraron a aplaudir las medidas de Donald Trump contra Brasil. Tarcísio de Freitas, gobernador del Estado de São Paulo, divulgó en sus perfiles en redes sociales que “Lula colocó su ideología por encima de la economía, y ese es el resultado”. Sin embargo, la extrema derecha está intentando blindar a la familia Bolsonaro contra los efectos negativos del tarifazo.
La actitud de Lula como defensor de la soberanía nacional frente a injerencias extranjeras y la narrativa de la izquierda (que habla de la “tarifa Bolsonaro”), ya está en el terreno político. Gleisi Hoffman, actual ministra de la Secretaría de Relaciones Institucionales del gobierno Lula, ha acusado a Jair Bolsonaro y a Tarcísio de Freitas como traidores. “Quien está colocando la ideología por encima de los intereses del país es el gobernador Tarcísio y todos los cómplices de Bolsonaro que aplauden el tarifazo de Trump contra Brasil. Piensan apenas en el beneficio político que esperan sacar del chantaje del presidente de Estados Unidos, porque nunca se importaron de verdad con el país y el pueblo”, criticó Gleisi. Los líderes bolsonaristas ya admiten desgaste tras el tarifazo, según Folha de São Paulo.
Maniobras bolsonaristas
Tras el fracaso del intento de golpe de estado, que desembocó en las jornadas antidemocráticas del 8 de enero de 2023 de Brasilia con el asalto a los Tres Poderes, la familia Bolsonaro encomendó su futuro al destino de Donald Trump. Tras la investidura de Trump del 20 de enero, Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair Bolsonaro, encadenó cuatro viajes a Estados Unidos. Inicialmente, el lobby de Eduardo Bolsonaro para colocar al Donald Trump contra Lula pasó bastante desapercibido. A inicios de febrero, Jair y Eduardo Bolsonaro abrieron perfil en la plataforma de extrema derecha Truth Social, parte del Trump Media Group, provocando una migración masiva de bolsonaristas radicales a dicha red social. A finales de febrero, Truth Social, Gettr y Rumble registraron varias denuncias en la justicia estadounidense contra Alexandre de Moraes, ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), por supuesta censura. Moraes había aplicado sanciones a dichas plataformas, por no disponer de representante legal en Brasil y por no retirar mensajes acusados de delito de odio.
El 18 de marzo, Eduardo Bolsonaro renunció a su acta de diputado, para permanecer por tiempo indeterminado en Estados Unidos. El PT pidió la retirada de su pasaporte, acusándolo de crimen de “lesa patria” (actuar contra los intereses de Brasil). Eduardo fue cocinando en Estados Unidos la narrativa de persecución política a la oposición y censura del gobierno Lula. Se reunió con Jason Miller, fundador de la red social radical Gettr, uno de los principales asesores de Trump durante la campaña de 2016. Por otro lado, presionó a la Organización de Estados Americanos (OEA), para que incluyera en su informe sobre Brasil la “supuesta censura” contra la libertad de expresión, algo que no consiguió.
El mismísimo Steve Bannon, referente de la extrema derecha MAGA estadounidense, solicitó a Marcos Rubio, secretario de Estado de Trump, sanciones contra Alexandre de Moraes y Lula. Rubio, viejo amigo de la familia Bolsonaro, no tardó en informar que el gobierno estadounidense estaba estudiando aplicar sanciones contra Alexandre de Moraes, con base en la Ley Global Magnitsky (que permite castigar a autoridades extranjeras acusadas de corrupción o graves violaciones de derechos humanos).
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