La canción que escuchaba de vez en cuando
“Their children woke up and they couldn`t find em”. Esa frase es la que logré aislar de la canción. No entendía bien la letra. Tal vez fuera -lo supe después- porque los músicos cantaban en el tono texano. No sé. Pero ese verso traducido por mí era: “Los niños despertaron y no pudieron encontrarlos”. Desde fines de los noventa empecé a escuchar esta canción a veces en la televisión -en los videos de MTV- o en las radios de los taxis en los que me subía, o en los televisores que resonaban sobre las noches de verano mientras caminaba. Nunca la escuchaba completa, pero era un tema que me encantaba. Una vez me pareció escuchar que el autor del tema era Fatboy Slim. Nunca escuché a Fatboy Slim y, para mí, hasta hace unos días, era el autor de esta canción que escuchaba de vez en cuando. La canción era como esas películas que vas viendo cada vez que aparecen en el cable, a veces ves el comienzo, o empezás por la mitad y mirás hasta el final y, después, meses más tarde, agarrás el principio: la vas armando como un lado del cubo de Rubik.
Hace poco salí de madrugada para ir Aeroparque y busqué un taxi bajo la lluvia. Me pareció que era una misión imposible. Pero, en seguida apareció uno: negro y amarillo contra la oscuridad de la lluvia. El cartelito blanco y rojo refulgiendo en un extremo. Cuando subí, a los segundos, surgió la canción. El interior del taxi se volvió -por la magia de la música- un lugar confortable. Presté atención -porque la estaban pasando en la radio- para ver si decían de quién era o cuál era su nombre. Pero mantuvieron el secreto. Llegué a destino, pagué, bajé del taxi. Pero, esta vez me, quedó la curiosidad, ese estado que es tan vital cuando aparece.
No tengo el don para cantar o tararear o silbar un tema. Te puedo estar silvando Yesterday y no te das cuenta. De todas formas, en un grupo de WhatsApp que tengo con amigos músicos, les silvé y tarareé el tema. Les dije que era de Fatboy Slim, pero que no podía saber qué tema era. Les pregunté si lo conocían. Un amigo me mandó el tema más escuchado de Fatboy Slim. Lo escuché. No era. Empecé a buscar yo en Internet temas de Fatboy Slim que tuvieran la bendita melodía, pero no aparecían. Hasta que mi amigo Santiago me dijo: “Es un tema de Fastball (de ahí que había escuchado Fatboy …) es un robo a Bésame mucho y es un temazo igual. Se llama The Way”.
Lo empecé a escuchar y a traducir la letra. Narrada en tercera persona, hablaba de una pareja que decidía tomarse el palo y dejar todo atrás. Pero, sobre el final, en la última estrofa, estaba el verso que me produjo más curiosidad todavía. “Los niños despertaron y no pudieron encontrarlos”. ¿Era una pareja que se las picaba y dejaba hasta a sus hijos abandonados? . Me pareció que eso potenciaba el tema típico de amor y road movie. Los poemas de amor y los poemas de ruta están envejeciendo con nosotros y es genial cuando encontramos otra forma de narrarlos. Me imaginé una de esas parejas fualknerianas, como las de la Palmeras salvajes, que están malditas para la sociedad, pero que hacen lo que se les canta aún a costa de su propia destrucción.
Este es mi cover de The Way, compuesta por Tony Scalzo, bajista de Fastball y que fue un hit mundial cuando salió en el 98. “Se decidieron y comenzaron a empacar/ se fueron antes de que el sol saliera ese día/ una salida al verano eterno que afloja/¿pero a dónde iban sin conocer el camino?/ Tomaron vino y pudieron hablar/ cosas importantes que tenían para decirse/ Y cuando el coche se rompió/ comenzaron a caminar/ cualquiera podía ver que el camino/ en el que caminan/ está pavimentado de oro/ Siempre es verano/ Nunca tendran frío/ ni hambre/ ni serán viejos y tristes/ Puedes ver sus sombras/ vagando en algunas partes/ No llegarán a casa/ pero no les importa/ querían el camino/ están felices ahí hoy/ Los niños despertaron / y no pudieron encontrarlos/ se fueron antes de que el sol saliera/ manejando/ dejando todo atrás/ Pero ¿a dónde iban sin conocer el camino?”.
La canción parece ser que fue el único hit de Fastball. Tal vez por eso dura tanto, da la impresión de que los músicos supieran que era la única genial que tendrían, así que la hacían durar, como esos momentos en los que decís: Qué feliz que soy y tratás de hacerlos durar, pero en cuanto empezaste a darte cuenta de la felicidad, ésta se evapora. Marco Antonio Solís también tiene un one hit wonder: “Si no te hubieras ido”. Y la canción, al igual que la de Fastball, dura una eternidad (está bien, son esas canciones que uno no quiere que terminen nunca). Pero la canción de Solís, en la letra, es más prototípica, más conservadora, salvo cuando irrumpe ese verso notable: “el ritmo de la vida me parece mal”.
Tony Sacalzo, en el 97, estaba viendo las noticias del día y quedó impresionado como todo Texas por la desaparición de una pareja de ancianos. El matrimonio de Leila y Raymond Howard. Leila tenía ochenta y tres años y principio de Alzheimer, Raymond ochenta y siete y estaba recuperándose de una operación cerebral. A pesar de eso, decidieron viajar desde Salado (Texas) hasta Temple, para festejar el día del pionero. Sus hijos no querían que lo hicieran. Pero los padres se las tomaron igual. Tras cuarenta y ocho horas desaparecidos, los empezó a buscar todo Texas. A los trece días, los encontraron. Habían chocado el Oldmosbile en el que iban y Raymond estaba muerto en el asiento del acompañante. Leila salió del auto, caminó veinte metros y cayó muerta con las llaves del auto en las manos.
Para el pensamiento occidental la casa, la propiedad, es la esencia, lo que significa también lucha por la posesión. Para el pensamiento oriental el camino es la no esencia, el no lugar, la no huella, lo transitorio. La codorniz es el pájaro que usan en el Tao porque es un ave que no hace nidos. No se queda quieta en ningún lado.
FC
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