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OPINIÓN

Una estrategia italiana para Rosario y la Argentina

Figueroa, Celentano, Daloia y Bussanich fueron asesinados en el lapso de pocas horas en Rosario. Son víctimas de la represalia narco contra el Gobierno.

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21 de marzo de 2024. Por fin es primavera en Roma y un sol maravilloso da la bienvenida a las más de 100.000 personas que han elegido participar en el evento organizado por Libera, una red de asociaciones italianas implicadas en el compromiso contra las mafias, la corrupción y el crimen organizado, para celebrar la XXIX Jornada de la Memoria y Compromiso para las víctimas inocentes de las mafias. La larga marcha recorre lentamente las calles del centro de la ciudad eterna, hasta llegar al majestuoso escenario del Circo Máximo. Aquí, desde el escenario, se suceden los discursos de las personas invitadas y representantes de las instituciones, pero el momento más importante y emotivo es sin duda el de la lectura de todos los nombres –que se conocen hasta el momento– de las víctimas de la mafia, desde principios del siglo XX hasta hoy. Son 1.081 nombres leídos todos en voz alta por personalidades, familiares y amigos. En los rostros de los familiares sentados en las primeras filas, los signos del sufrimiento están superpuestos con los de la fuerza que los llevó hasta estar allí, sosteniendo la foto de un ser querido que ya no está

El derecho a la verdad es un concepto relativamente nuevo en Italia, aún en construcción. En este sentido, para las víctimas y los familiares italianos se vuelve fundamental tener acceso a otras experiencias como las de Argentina, con la capacidad para construir, incluso jurídicamente, el derecho a la verdad a través de juicios contra delitos como nunca se había visto, los cuales han llevado a la condena de los principales imputados. Juicios que aún hoy están en curso y otros que seguramente se abrirán en el futuro, gracias a la imprescriptibilidad del delito de lesa humanidad.

Así como hemos tomado estos aprendizajes de Argentina, tal vez ahora sea nuestro turno de hacer algunos aportes. ¿A qué me refiero puntualmente? La escena descrita anteriormente podría parecer muy lejana si no fuera porque en Argentina el crimen organizado ya tiene su propia lista. Por poner el ejemplo más conocido, la ciudad de Rosario se ha convertido en el escenario de asesinatos crueles a sangre fría, en su mayoría vinculados con venganzas y ajustes de cuentas. En el año 2022 se registraron 287 asesinatos; en 2023 hubo 260 homicidios; y, entre enero y febrero de 2024, ya se registraron 24 víctimas.

Hace tan solo unos días, el Papa Francisco se pronunció sobre esta situación: “Dado que en todo sistema mafioso los pobres son el material descartable, los invito a aunar esfuerzos para que el Estado y las instituciones intermedias puedan brindar espacios comunitarios en los barrios vulnerables. Los mismos pueden crear condiciones para que los niños, adolescentes y jóvenes tengan un desarrollo humano integral para un futuro superador al que tuvieron sus padres y abuelos. Todas las organizaciones sociales, civiles y religiosas debemos estar unidas para hacer lo que mejor sabemos hacer, y entre todos crear comunidad”, añadió.

En Argentina, ya existe ese proyecto y se lo llama Bien Restituido, una iniciativa conformada por organizaciones de la sociedad civil, que busca que bienes (autos, barcos, casas, campos, aviones, entre otros millones de cosas), que han sido instrumento, producto y provecho de actividades delictivas complejas puedan ser reutilizados con fines sociales. Actualmente, los bienes incautados en los procesos penales son administrados, en su mayoría, por la Justicia, pero el sistema está funcionando deficientemente, lo que perjudica a la sociedad en su conjunto. Se estima que los bienes que tiene hoy la Justicia argentina en sus manos están valuados como mínimo en más de 100.000 millones de pesos. En su mayoría, esos activos se están deteriorando, perdiendo no sólo valor económico sino también simbólico.

Bien Restituido se inspiró en la reutilización social de bienes decomisados a la delincuencia organizada y que rige en Italia desde hace más de 25 años. Actualmente, en Italia, la Agencia Nacional para la administración y la destinación de los bienes secuestrados y confiscados a la criminalidad organizada (ANSBC) administra, junto a los diferentes gobiernos regionales y municipales y las organizaciones sociales, más de 24.500 bienes inmuebles que antes pertenecían a las organizaciones mafiosas. La ANSBC ha logrado recuperar más de 40.000 millones de euros del crimen organizado, que son destinados a la prevención y reparación del daño ocasionado.

En la actualidad, el recupero y la administración de los bienes en Argentina se lleva adelante de manera parcial y depende de la buena voluntad de quienes los administran temporalmente. Por eso es clave y necesario contar con una ley que sistematice y aproveche hasta el último de los recursos materiales recuperados al crimen organizado; que transparente la cantidad y la gestión de esos activos; que desarrolle programas para ser gestionados por el propio Estado o por organizaciones sociales con los recursos recuperados; y que garantice el cuidado de los bienes para preservar su valor, tanto para el Estado como para las personas involucradas en los procesos judiciales, entre otras acciones.  

¿Cómo podrían ayudar estas medidas a combatir al crimen organizado? En primer lugar, si las organizaciones criminales siguen contando con recursos pueden ser actuando y generando los desastres que hoy ocasionan. En segundo lugar, el Estado y la sociedad en su conjunto contaría con una cantidad hasta el momento incalculable de recursos para prevenir el accionar de estas organizaciones, por un lado; y por el otro, dispondría de recursos materiales y simbólicos para reparar el daño producido a las víctimas directas e indirectas del crimen organizado.

Si bien es cierto que el modelo de antimafia italiano tiene muchos aspectos replicables en otros países, como se intenta hacer en Argentina, es igual de cierto que ninguna experiencia, por madura que sea, tiene la capacidad de ser autosuficiente. Por ello es necesario a nivel general desarrollar redes orientadas a difundir y profundizar los conocimientos aplicados a la lucha contra este flagelo mundial. Es clave tener la convicción de que el único horizonte posible del antimafia social es la dimensión colectiva y que sólo si tenemos la capacidad de caminar juntos y juntas, también a nivel internacional, podremos construir el mundo que soñamos y merecemos.

 

*Referente de Libera para América Latina

ED

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